TABANOVCE (MACEDONIA), 10 (Reuters/EP)
El cierre de la ruta de los Balcanes a los inmigrantes ha dejado a unas 430 personas desesperadas, principalmente sirios e iraquíes, atrapados en una embarrada tierra de nadie entre Macedonia y Serbia, reacios a volver a Macedonia pero imposibilitados de seguir hacia Serbia o más al norte.
Los inmigrantes, acampados con los guardias fronterizos serbios a la vista, donde enfadados y confundidos por las noticias de que Serbia, Eslovenia y Croacia han cerrado sus fronteras a los inmigrantes en tránsito, bloqueando efectivamente la ruta de los Balcanes.
La persistente lluvia ha convertido su campamento improvisado de unas 50 pequeñas tiendas de campaña suministradas por organizaciones humanitarias en un lodazal y donde las temperaturas son de solo 5 grados centígrados.
"Nuestros hijos se están muriendo. Hay agua por todas partes, incluso debajo de las tiendas (...) Ahora parece que las bombas de Siria son mejores que esta miseria. No somos animales", se lamenta Ibrahim Mardini, un estudiante de 23 años natural de Alepo, en Siria.
El largo recorrido desde Irak o Siria terminó con un viaje en tren a través de Macedonia y finalmente una caminata a la frontera serbia, donde han estado varados desde hace tres o cuatro días. Pese a la imposibilidad de entrar en Serbia, se niegan a ceder a su sueño de llegar a la Unión Europea.
Las autoridades macedonias afirman que podrían volver atrás a un campamento de inmigrantes establecido a menos de un kilómetro de distancia en Macedonia, pero se niegan.
"Quiero ir a cualquier país, no quedarme aquí. Mi bebé está muy cansado. No puedo aguantar más. No quiero volver. He caminado demasiado", se queja Weaam Fattal, de 25 años y también de Alepo. "No tengo ningún otro plan, no sé dónde ir", añade esta joven, que dejó Siria hace unos dos meses.
Dhomo Shevan, un agricultor de 45 años de Irak, se muestra desafiante. "Si no nos dejan pasar, simplemente nos iremos. Veamos si nos detienen. Esto es insoportable", asegura.
Voluntarios están distribuyendo alimentos y agua y han establecido letrinas para los inmigrantes. Un vehículo de Cruz Roja ha llegado y ha repartido mantas y gorros para los niños.
Cerca, otros 1.000 inmigrantes más están agolpados en el campo de tránsito macedonio, diseñado para 700 personas. Su futuro es igualmente incierto.
Ivo Kunovski, un trabajador del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), admite que "no sabemos qué será lo siguiente". "Estamos esperando a ver qué deciden" las autoridades, añade.
"Hay suficiente comida y ropas. Todo el mundo tiene un techo sobre su cabeza, pero la situación de la gente en tierra de nadie es peor. Hay mujeres, niños y ancianos allí. Estamos intentando ayudarles", explica.