China, Irán, Rusia o EAU parecen adoptar posturas pragmáticas en Afganistán y abren la mano a las relaciones con el grupo fundamentalista
MADRID, 9 Jun. (EUROPA PRESS) -
El régimen impuesto por los talibán tras hacerse de nuevo con el control de Afganistán a mediados de agosto de 2021 está cerca de cumplir tres años en pie y, si bien hasta ahora no ha conseguido el reconocimiento formal por parte de ningún país, los últimos meses han sido el reflejo de una descongelación de las relaciones que apuntan a una mejora de los lazos con algunos Estados de la región, entre los que destaca Rusia.
El grupo, un movimiento fundamentalista suní integrado mayoritariamente por miembros de la comunidad pashtún, controló gran parte de Afganistán entre 1996 y 2001, cuando fue derrocado en una invasión encabezada por Estados Unidos tras los ataques ejecutados el 11 de septiembre por la organización terrorista Al Qaeda.
La invasión provocó la caída del régimen talibán, que pasó a encabezar una guerra de guerrillas durante más de una década, con su centro de poder en la provincia de Kandahar (sur), desde donde fueron extendiendo sus tentáculos hasta provocar el colapso del gobierno respaldado internacionalmente en pleno proceso de retirada de las tropas internacionales.
El colapso de esas autoridades quedó reflejado en la huida de la capital, Kabul, del entonces presidente, Hamid Karzai, cuando los fundamentalistas estaban ya cerca de la ciudad y en las imágenes sobre las evacuaciones de miles de personas ya con los talibán al frente del país, en el que han vuelto a imponer un gobierno interino que ha restringido en gran medida las libertades civiles.
Estas autoridades, encabezadas por el líder supremo de los talibán, el mulá Hebatulá Ajundzada --quien ha impuesto una interpretación ultraortodoxa de la 'sharia' que se ha visto materializada en la práctica expulsión de las mujeres de la vida pública y la prohibición de la educación a las niñas--, no han logrado apoyo internacional, ante la preocupación por las posturas extremistas de los talibán.
Sin embargo, los reiterados llamamientos de los talibán a ser reconocidos y las oportunidades económicas que ofrece el país, así como la preocupación sobre que el territorio sea usado por otros grupos terroristas, han llevado a algunos países a ir virando su posición y establecer algunas relaciones --principalmente económicas-- con los fundamentalistas.
Así, China se convirtió en octubre de 2023 en el primer país en designar a un representante diplomático en Kabul, en lo que el gigante asiático achacó a un intento de mantener abiertos los canales de comunicación con Afganistán. Tras ello, el embajador talibán en Pekín, Asadulá Bilal Karimi --antiguo portavoz adjunto del grupo--, asumió formalmente el cargo en diciembre del año pasado.
Previamente, Pekín y los talibán habían firmado en enero de ese año un contrato para la extracción de petróleo en la cuenca del río Amu (norte), en el que fue el primer acuerdo de este tipo desde agosto de 2021. Además, numerosos países de la región de Asia central han autorizado a los talibán a nombrar personal y gestionar las legaciones diplomáticas afganas en sus territorios, entre ellos Pakistán, Rusia, Qatar, Turquía, Uzbekistán, Turkmenistán, Kazajistán y Kirguistán, si bien ninguno ha dado el paso de reconocer al Emirato Islámico de Afganistán.
EL ENFOQUE DE SEGURIDAD DE IRÁN
En este contexto, Irán ha expresado su voluntad de "reforzar la cooperación" en materia antiterrorista con los talibán, después de entregar en febrero de 2023 la Embajada afgana en Teherán al grupo, que habló entonces de "un paso importante" para las relaciones entre ambos países, que cuentan con cúpulas religiosas con visiones del islam enfrentadas entre sí.
De esta forma, el representante especial de Irán para Afganistán, Hasán Kazemi Ghomi, apuntó al terrorismo, "y específicamente Estado Islámico Provincia de Jorasán (ISKP)" --rama afgana del grupo--, como "una amenaza común" después de un atentado contra una mezquita chií en la provincia afgana de Herat. "Consideramos a Afganistán como nuestro socio en la lucha contra esta amenaza común y la cooperación en este campo será una de las prioridades", dijo Ghomi, a pesar de las discrepancias existentes, que giran principalmente en torno a seguridad en la frontera y el agua del río Helmand.
El giro en la posición de Irán frente al grupo podría deberse a que Teherán considera la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán --cuya salida de la región ha reclamado Irán insistentemente durante los últimos años, argumentando que son una fuente de inestabilidad--, supone una oportunidad para hacer avanzar su agenda diplomática y aumentar su influencia en Asia central.
Así, si bien las autoridades iraníes mantienen relaciones con el Frente Nacional de Resistencia (FNR), enfrentado militarmente a los talibán, y con el antiguo 'señor de la guerra' Ismail Jan, también opuesto a los fundamentalistas, parecen asumir que ninguno de estos grupos supone en estos momentos una amenaza al dominio del movimiento encabezado por Ajudnzada, primando así la 'real politik' para abordar las principales amenazas a las que hace frente el país.
EL ESPALDARAZO DE PUTIN Y VISITA A EAU
Sin embargo, el principal espaldarazo a los talibán ha llegado recientemente por parte del presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien ha argumentado que los fundamentalistas "son quienes controlan el país y su territorio y las actuales autoridades en Afganistán". "Tenemos que partir de la realidad y construir relaciones a partir de ahí", ha sostenido.
Las palabras del mandatario ruso llegaron después de que Moscú invitara a los talibán al mayor foro económico anual en San Petersburgo y en el marco de una lenta apertura hacia el grupo, que sigue sin embargo ilegalizado por las autoridades de Rusia, que los consideran desde 2003 como un grupo terrorista.
Rusia podría estar protagonizando un distanciamiento de su postura tradicional hacia los talibán, escenario de una cruenta guerra entre los muyahidín y la Unión Soviética durante la ocupación militar del país centroasiático durante la Guerra Fría, en un momento de crecientes tensiones con Occidente por la invasión de Ucrania y el riesgo de conflicto abierto con la OTAN.
Estos avances diplomáticos de los talibán se han visto materializados en la reciente visita del ministro del Interior afgano, Sirajuddin Haqqani --sobre quien pesa una recompensa de diez millones de dólares por parte de Estados Unidos por su papel al frente del grupo terrorista Red Haqqani, aliado de los fundamentalistas--, a Abú Dabi, donde se reunió con el presidente emiratí, Mohamed bin Zayed al Nahyan, con quien abordó "el fortalecimiento de los lazos de cooperación", según la agencia estatal emiratí de noticias.
Estados Unidos sospecha que Haqqani fue el responsable de dar protección al líder de Al Qaeda Ayman al Zawahiri, muerto en un bombardeo en 2022 en una vivienda en Kabul vinculada al ministro del Interior, a pesar de que el grupo se había comprometido en el histórico acuerdo de paz de 2020 a no acoger a miembros de grupos terroristas en su territorio.
EAU fue uno de los pocos países --junto con Arabia Saudí y Pakistán, que en la actualidad mantiene unas tensas relaciones con los talibán por motivos de seguridad y los cada vez más frecuentes atentados de Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP)-- que reconocieron el primer régimen talibán, por lo que hay dudas sobre si la visita de Haqqani podría ser una señal en este sentido.
Estos acontecimientos tienen lugar a menos de un mes de la conferencia internacional que está organizando Naciones Unidas y que tendrá lugar el 30 de junio en Qatar para intentar incrementar y coordinar las actividades en Afganistán, sumido en una de las mayores crisis humanitarias del mundo, ahondada desde agosto de 2021 por la gestión de los talibán y el impacto de las sanciones contra el país.