Cerrar la brecha de la desigualdad en América Latina y el Caribe

Archivo - Una mujer con mascarilla en Lima
Archivo - Una mujer con mascarilla en Lima - MARIANA BAZO / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO
Publicado: martes, 25 mayo 2021 10:14


WASHINGTON, 25 May. (Por Jessica Bedoya, jefa de gabinete del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington D.C.) -

No es ningún secreto que la pandemia ha afectado más a las mujeres que a los
hombres, especialmente en América Latina y el Caribe. Las mujeres han perdido el
doble de puestos de trabajo y les está costando más reincorporarse al mercado
laboral. Sin embargo, pocos saben que la recuperación económica de la región
estará liderada por ellas.

El año pasado, la economía de América Latina se contrajo más que en cualquier
otro año desde 1821, según un estudio reciente del Banco Interamericano de
Desarrollo.

Pero incluso antes del COVID-19, la región presentaba el crecimiento más lento
del mundo y la peor situación de desigualdad fuera de África. Esto se debe
principalmente a la enorme brecha de género que ha frenado su desarrollo durante
décadas.

Antes de que los cierres destruyeran 31 millones de puestos de trabajo a tiempo
completo, América Latina y el Caribe se enfrentaba a una de las peores brechas de
género a nivel global, especialmente en el mercado laboral, donde las mujeres son
27% menos propensas que los hombres a tener trabajo.

Este abismo no ha hecho más que agravarse. Millones de mujeres perdieron sus
empleos cuando cerraron los restaurantes y teatros. Muchas otras tuvieron que
renunciar a su desarrollo profesional para cuidar a sus hijos o a sus padres
ancianos.

En América Latina y el Caribe, las mujeres dedican entre 22 y 42 horas semanales
al trabajo doméstico y al cuidado de personas, frente a las 15 horas que dedican los hombres. Esto deja poco tiempo para que las mujeres puedan trabajar fuera del
hogar.

Incluso cuando las mujeres desean tener un empleo formal, se les dificulta aún más conseguirlo. Casi un cuarto de las colombianas de entre 18 y 28 años no encuentra trabajo, lo que representa casi el doble del índice de los hombres.
Millones de mujeres no tienen ningún ingreso; por eso, además de quedar fuera del
mercado laboral, tampoco pueden participar plenamente en el mercado minorista como consumidoras. Esto también supone un enorme obstáculo para el crecimiento
económico.

¿CÓMO ES POSIBLE QUE SUCEDA ESTO EN EL SIGLO XXI?

En América Latina, las mujeres representan el 60% de los graduados de los niveles terciario y universitario; no obstante, aunque posean más estudios que los hombres, siguen ganando un 13% menos.

Estas cifras ayudan a explicar por qué las mujeres también están subrepresentadas en los puestos de liderazgo. Esto sumado a que usualmente no se les da la oportunidad de ascender a dichos puestos.

Las mujeres ocupan menos del 10% de los puestos ejecutivos y menos del 5% de
los puestos de dirección ejecutiva. En el sector público, solo una de cada seis
alcaldes es mujer.

Aunque esta situación no es ideal, igualmente representa una enorme oportunidad
para la región. Cerrar la brecha de género no solo es lo correcto desde el punto de
vista moral, sino que también tiene sentido desde una perspectiva económica.
En primer lugar, la incorporación de más mujeres al mercado laboral --y a los
puestos de liderazgo-- contribuiría a crear empleos para toda la sociedad, no solo
para las mujeres.

A lo largo de la región, las mujeres son propietarias de alrededor de 1,3 millones de pequeñas y medianas empresas --aproximadamente un tercio de todas las
pequeñas empresas--. Sin embargo, en promedio, el 70% de estas empresas dirigidas
por mujeres no tienen acceso a créditos.

Si esas empresas tuvieran dinero, podrían expandirse, crear puestos de trabajo y aumentar los salarios. Además, las mujeres son más propensas a devolver los
préstamos que los hombres, por lo que otorgarles créditos es un buen negocio.

En segundo lugar, las empresas con mayor proporción de mujeres gerentes tienen
un 20% menos de probabilidades de quebrar. Estas empresas también son más
innovadoras. Se ha demostrado que, en las empresas creativas donde las mujeres
ocupan más del 40% de los puestos directivos, los ingresos de productos y
servicios innovadores tienden a ser un 9% más altos que en las empresas dirigidas
por hombres.

Cerrar estas brechas cambiaría drásticamente las perspectivas económicas de
América Latina. De hecho, lograr la paridad de género en el mercado laboral
podría aumentar el PIB de la región en casi un 23%, lo que aportaría más de US$1
billón a la producción económica para el 2025.

En el Banco Interamericano de Desarrollo, donde soy la primera mujer jefe de
gabinete en la historia del Banco, estamos trabajando en múltiples iniciativas para
ayudar a lograr la igualdad de género en la región.

El año pasado, contribuimos al lanzamiento del primer bono de género en México,
que proporcionará financiamiento a las empresarias. Además, nuestro brazo del
sector privado, BID Invest, ayudó al Banco W de Colombia a emitir un bono social
centrado en género. Esto beneficiará a más de 25.000 microempresas dirigidas por
mujeres.

También, hemos estado trabajando con Gobiernos en la Iniciativa de Paridad de
Género en seis países. Nos hemos asociado con más de 250 empresas para
identificar brechas de género y eliminarlas mediante la contratación de mujeres, y
su capacitación y ascenso a puestos de liderazgo.

Un socio clave en todo esto ha sido el Gobierno español, que fue uno de los
primeros donantes a la Iniciativa Salud Mesoamérica, una novedosa alianza
público-privada gestionada por el BID y financiada también por Canadá y otras
organizaciones, que busca apoyar a los países de Mesoamérica a lograr equidad en
salud para las mujeres.

NECESITAMOS TODA LA AYUDA POSIBLE

El año pasado, en América Latina y el Caribe, 44 millones de personas cayeron en
la pobreza y la mayoría de ellas fueron mujeres. Sería fácil culpar a la pandemia
por todo esto, pero es inexacto.

La desigualdad de género era una afección preexistente mucho antes del COVID-
19. Al frenar a las mujeres, hemos frenado a toda la sociedad, empobreciendo la
región e impidiendo el progreso para todos.

La pandemia ha sido terrible, pero ahora es el momento de centrarse en ayudar a
América Latina y el Caribe a recuperarse. Para ello, debemos empoderar a las
mujeres para que lideren el camino.

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