CARACAS, 12 Jun. (Reuters/EP) -
Un grupo de camareros venezolanos se ha lanzado a crear restaurantes clandestinos en Caracas con el fin de hacer frente a la crisis económica, la corrupción y el crimen.
"Mantenemos la ubicación de nuestro restaurante en secreto. Nadie lo sabe hasta que nos llama. Es un restaurante ilegal", ha reconocido la chef principal del Ciboulette Privé, Ana, de 24 años, quien ha pedido omitir su apellido y la localización exacta del patio de la casa de su prima, situado en un barrio acomodado de Caracas, lugar donde funciona el negocio.
Propietarios y chefs se quejan de que administrar con rentabilidad un restaurante de la manera tradicional es cada vez más problemático, puesto que los controles del Gobierno socialista limitan el aumento de los precios, a pesar de la creciente inflación, y en el país el soborno se ha convertido en la única vía para lograr los permisos.
Además, la creciente delincuencia ha obligado a los clientes a buscar establecimientos privados y más seguros, mientras que la escasez de alimentos que azota al país hace que sea difícil mantener un menú fijo.
Al menos media docena de pequeños restaurantes sin permisos o registros han surgido en Caracas en el último año, principalmente a través de la publicidad popular.
El Gobierno venezolano no ha respondido a las solicitudes de comentarios. Sin embargo, cocineros y dueños han expresado que los funcionarios gubernamentales toleran sus negocios e incluso los visitan en ocasiones.
LA INFLACIÓN VENEZOLANA
El Ciboulette Privé abrió en octubre y sirve a 16 personas cada noche bajo un árbol de mango, rodeado de obras de arte en los muros del jardín y discos de vinilo como manteles individuales.
La tarifa fija es de 3.000 bolívares por persona. Apenas unos 7 dólares al tipo de cambio del mercado paralelo que ronda los 410 bolívares, pero unos 475 dólares calculados al sobrevaluado cambio oficial de Venezuela de 6,3 bolívares.
En bolívares la suma representa casi la mitad de un salario mínimo mensual, demasiado caro para la mayoría de los venezolanos que incluso deben pasar horas bajo el sol para comprar alimentos como leche o carne a precios subsidiados.
La altísima inflación del país se ha ido comiendo el poder adquisitivo, dejando poco espacio para el entretenimiento.
Es difícil abastecer estos negocios debido a la escasez generalizada de la economía venezolana actualmente en recesión y además, los precios cambian de una semana para otra con motivo de la alta inflación.
MERCADO NEGRO DE ALIMENTOS
Los dueños de los restaurantes tienen que recurrir al mercado negro de alimentos, donde se venden con sobreprecio productos regulados por el Gobierno a precios más altos.
"Hace aproximadamente unos 9 años me di cuenta de que la situación iba a empeorar drásticamente", ha explicado Eduardo Moreno, dueño del restaurante La Isabela y conocido como el pionero del negocio en Venezuela.
Moreno cobra 55 dólares por persona, preferiblemente pagados a través de una transferencia bancaria internacional. En el ambiente actual de Venezuela la cifra es bastante cara para cualquiera que no tenga un salario en moneda extranjera, una minoría amparada por grandes transnacionales o diplomáticos.
"Y llego a Venezuela lleno de contrabando", ha afirmado Moreno. "Soy un contrabandista. Traigo comida de India, Francia, Indonesia, España", ha añadido.
Muchos de los restaurantes preferirían actuar dentro de la legalidad, pero el clima económico impide que esto ocurra. "No puedes ser legal en un país donde todo es ilegal", ha expresado Moreno.