BEIRUT, 24 Ago. (Reuters/EP) -
Varios centenares de simpatizantes del movimiento opositor Apestáis se han manifestado este lunes en el centro de Beirut tras dos días de protestas aún mayores que degeneraron en violencia. Las fuerzas de seguridad han custodiado la marcha hacia la sede del Gobierno.
"He venido los dos últimos días por la corrupción del Gobierno, la corrupción en los servicios públicos y por cómo nos tratan las fuerzas de seguridad", ha denunciado uno de los participantes, Jamil Oueineh, quien ha defendido "derrocar el régimen sectario".
La campaña Apestáis ha movilizado a la gente en torno a las protestas por la huelga en el servicio de recogida de basuras y decenas de personas --61 civiles y 99 agentes, según el balance oficial-- han resultado heridas en los enfrentamientos del fin de semana.
Este mismo lunes, desde Apestáis se ha decidido aplazar hasta el próximo sábado la convocatoria de una nueva gran manifestación mientras las autoridades han comenzado a levantar muros de hormigón para proteger las sedes del Gobierno y se ha incrementado sensiblemente el número de agentes de las fuerzas de seguridad desplegados en el centro de la capital.
Los representantes de Apestáis han lanzado la convocatoria de la manifestación del próximo sábado en una rueda de prensa que ha sido televisada y en la que han explicado que la manifestación inicialmente prevista para el lunes ha sido aplazada debido a la violencia registrada los dos últimos días.
La campaña Apestáis ha crecido al margen de los dos principales bloques políticos que dominan tradicionalmente la política libanesa aprovechando el descontento por la parálisis política tanto a nivel ejecutivo como legislativo. El Parlamento lleva más de un año sin lograr elegir a un sucesor para el presidente del país, Michel Suleiman, y la guerra en Siria ha alimentado las tensiones sectarias en el país.
Las fuerzas de seguridad han empleado cañones de agua y gases lacrimógenos, mientras que algunos manifestantes han lanzado piedras y palos. Desde los convocantes, atribuyen la violencia a infiltrados de los grupos sectarios tradicionales.