Por cada sirio que volvió a su país en 2017 otros tres salieron
Los niños refugiados nacidos durante la guerra corren el riesgo de convertirse en apátridas
MADRID, 5 Feb. (EUROPA PRESS) -
Cientos de miles de refugiados sirios corren el riesgo de verse obligados a volver a Siria debido a la política de cierre de fronteras y a la retórica antimigratoria, a pesar de que no se dan las condiciones para volver porque la guerra no ha terminado, como demuestra el hecho de que por cada sirio que volvió al país en 2017 otros tres salieron, según un informe elaborado por varias ONG que se ha publicado este lunes.
Save the Children, Acción contra el Hambre (ACH), el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), el Consejo Danés para los Refugiados (CDR), el Comité Internacional de Rescate (IRC) y CARE International han denunciado en 'Dangerous ground' ('Terreno peligroso') que durante 2017 unos 721.000 sirios --655.000 desplazados internos y 66.000 refugiados-- regresaron a sus lugares de origen en Siria.
Las ONG han alertado de que la mayoría de los retornos en el caso de los refugiados fueron de carácter forzoso debido a "la retórica, las políticas y las prácticas antirefugiados que, en varios grados, se han fortalecido en los países de acogida, en Europa y en Estados Unidos".
En los países ricos, han explicado, el hecho de que el Gobierno de Bashar al Assad haya ganado terreno y la derrota de Estado Islámico en su bastión de Raqqa han generado la impresión de que la guerra está a punto de terminar y de que es seguro volver. Países como Alemania o Dinamarca, señala el informe, discuten la deportación de los refugiados sirios.
"Esta falta de voluntad política por parte de los países ricos para compartir la responsabilidad de la mayor crisis de refugiados del mundo ha llevado a los países vecinos de Siria a justificar sus propias iniciativas para cerrar sus fronteras o deportar a los refugiados" que acogen, han explicado las ONG.
Turquía, por ejemplo, planea construir un muro en la frontera con Siria y entre enero y octubre de 2017 detuvo y devolvió al país vecino a unos 250.000 refugiados. Jordania deportó el año pasado una media de hasta 400 por mes y negó la entrada a entre 30.000 y 50.000 que han quedado varados en la linde. En Líbano, las fuerzas de seguridad lanzaron en junio una ofensiva militar en Arsal y unos 10.000 refugiados y milicianos fueron enviados de vuelta a Siria.
Además, "en 2017 se produjo un aumento 'espontáneo' de los refugiados que volvieron a Siria, en comparación con 2016, pero debido a la falta de control es muy difícil determinar si se trató de retornos voluntarios o forzosos", han añadido las organizaciones humanitarias.
"LA GUERRA NO HA ACABADO"
"La guerra en Siria no ha acabado", ha dicho David del Campo, director de cooperación internacional y ayuda humanitaria de Save the Children España, durante la presentación del informe. "Lo que se está haciendo es querer engañar o manipular una realidad para ocultar el fracaso de la guerra siria", ha remachado.
Manuel Sánchez-Montero, director de incidencia y relaciones institucionales de ACH, ha subrayado que el conflicto no solo continúa, sino que en algunas zonas de Siria la violencia ha aumentado. En concreto, ha mencionado las regiones de Idlib y Damasco rural, feudos opositores, así como Hasaka.
El informe indica que los ataques contra infraestructuras civiles persisten y se traducen en más muertos y heridos, muchos de ellos niños. De acuerdo con las ONG, menos de la mitad de las instalaciones sanitarias están plenamente operativas y una de cada tres escuelas ha quedado destruida, sufrido graves daños o sido ocupada por los combatientes.
Y en aquellos lugares donde la violencia ha disminuido "el nivel de destrucción sin precedentes" hace imposible el retorno. Según un estudio del Banco Mundial sobre diez ciudades sirias, el 27 por ciento de las casas se han visto afectadas y en seis de ellas el coste de reconstrucción de las viviendas y de los servicios básicos es de más de 6.000 millones de dólares.
La destrucción ha alcanzado a las oficinas administrativas a cargo del registro civil, lo que hace "extremadamente difícil" que los desplazados internos y los refugiados puedan recuperar sus antiguos hogares porque no poseen documentos para probar la propiedad y muchos se fueron sin los títulos, mientras que otros los perdieron o se los requisaron.
"En las áreas no controladas por el Gobierno la pérdida de la documentación civil ha afectado a la libertad de movimiento y al acceso a los servicios básicos y a la vivienda", apunta el informe, según el cual esta situación abarca al 63 por ciento de las comunidades estudiadas.
A ello se suma la contaminación por minas antipersona. Handicap International y Médicos Sin Fronteras han indicado que incluso en lugares donde la batalla contra Estado Islámico acabó hace un año la presencia de artefactos explosivos ocultos "es una realidad diaria".
SIN CONDICIONES PARA VOLVER
"No hay ninguna razón objetiva" para que los refugiados sirios puedan volver, ha afirmado Sánchez-Moreno. La prueba, ha argumentado, es que por cada sirio que regresó en 2017 al menos otros tres se desplazaron fuera o dentro del país. Cerca de dos millones de sirios se convirtieron en desplazados internos y medio millón se convirtió en refugiado. De los que regresaron, 37.000 tuvieron que volver a desplazarse, algunos hasta varias veces.
Sánchez-Moreno ha recalcado que "el retorno no puede ser forzoso" y que solo puede darse en condiciones que garanticen la seguridad de los sirios y su "dignidad", algo que en estos momentos no se cumple en la mayor parte de Siria.
El cooperante de ACH ha advertido de que forzar un regreso temprano podría reproducir en Siria situaciones de vulnerabilidad que se dan en los países de acogida. En Líbano, con 1,2 millones de refugiados, los sirios carecen del estatus legal de refugiado y de los derechos que implica. Eso les empuja a decisiones extremas de supervivencia, como "vender a sus hijas para poder alquilar un garaje donde vivir", ha contado Sánchez-Moreno.
"UNA GUERRA CONTRA LA INFANCIA"
Los más afectados son los niños, ha destacado Del Campo. "La guerra siria es una guerra contra la infancia: hay cuatro millones de niños que no conocen otra cosa que no sea la guerra --el sonido de las bombas es su banda sonora-- y otros dos millones de niños refugiados", ha precisado.
Del Campo ha explicado que el 43 por ciento de los niños refugiados no recibe educación de ningún tipo, bien porque su colegio ha quedado destruido o dañado, bien porque está ocupado por los grupos beligerantes, "o simplemente porque ir al colegio se ha convertido en una actividad de riesgo".
Para el trabajador de Save the Children, el hecho de que unos 2.200 centros educativos hayan quedado inutilizados por la guerra "no es casual". "La infancia se ha convertido en un objetivo bélico", ha aseverado, alertando de que esto podría "cercenar el futuro de Siria", ya que tendrá graves consecuencias "para la reconstrucción y reconciliación del país".
Del Campo ha indicado además que 350.000 niños sirios han nacido durante la guerra y que muchos de ellos, especialmente los que no lo han hecho en una zona controlado por el Gobierno, corren el riesgo de convertirse en apátridas porque su nacimiento no ha quedado recogido en los registros civiles pertinentes.
MÁS AYUDA
Las ONG han reclamado a los países de acogida que respeten el principio de no devolución para quienes gozan de la protección del Derecho Internacional y que creen procedimientos sencillos para que los refugiados vean reconocido su estatus legal y con ello puedan acceder a servicios básicos de vivienda, sanidad y educación, así como al trabajo.
A la comunidad internacional, sobre todo a los donantes, le pide que cumpla sus compromisos financieros, algo que hasta ahora ha sido "decepcionante", en palabras de Sánchez-Montero.