Niños yazidíes en el Kurdistán
AHMED JADALLAH / REUTERS
Actualizado: sábado, 30 abril 2016 10:58

QADIYA (IRAK), 26 (Reuters/EP)

Cientos de niños de la comunidad yazidí del norte de Irak se encuentran en manos de Estado Islámico, que les está sometiendo a un lavado de cerebro para crear una nueva generación de combatientes capaces de seguir el legado de extrema violencia del grupo, según denuncian familiares de los afectados.

Más de un tercio de los 5.000 yazidíes capturados por Estado Islámico en 2014 han conseguido escapar aprovechando la confusión de la última ofensiva aérea de Estados Unidos pero todavía quedan cientos de ellos atrapados en la región. Estado Islámico ha jurado exterminar por apóstatas a los integrantes de esta comunidad, fieles de una milenaria religión de raíces mesopotámicas.

Cerca de 750 niños se encuentran entre la última remesa de fugados, la mayoría de los cuales ha preferido escapar por completo del país. Otros adolescentes se han quedado no obstante en Irak, y viven con miedo a que las milicias de Estado Islámico regresen a por ellos.

"Nos decían: 'Sois yazidíes y sois infieles. Queremos que os convirtáis a la verdadera religión para que podáis ir al cielo'", declaró un joven yazidí bajo el anonimato, que se ocupaba durante su cautiverio de coser ropa militar para los combatientes en un taller de esclavos infantiles.

El primo del joven declara que la reintegración no ha sido fácil, sin entrar en detalles, pero el grupo de expertos británico Quilliam constata un grave daño psicológico en los jóvenes, "incapaces de contribuir a la sociedad" tras su paso por los talleres islamistas, "que les impiden desarrollar su capacidad para relacionarse".

Existe además un tremendo coste económico para las familias, que se ven obligadas a pagar cuantiosas sumas de dinero para que contrabandistas traigan a sus hijos de vuelta. La familia de Murad, de nueve años de edad, tuvo que abonar unos 20.000 euros para recuperar a sus tres hijos.

MURAD

Murad permaneció 20 meses bajo cautiverio. Cayó en manos del grupo durante una incursión de los terroristas en su poblado y se pasó casi dos años en Irak y Siria.

Su madre, de la que los terroristas abusaron sexualmente, detecta cambios en su hijo. "Su cerebro ha cambiado. Hasta el último momento no quería venir con nosotros", ha dicho.

Murad, que se encuentra ahora en el Kurdistán iraquí, apenas contesta a las preguntas que le formulan y se resiste a mantener contacto visual con los interlocutores. Casi nunca sonríe.

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