MADRID 7 Ago. (EUROPA PRESS) -
Cientos de trabajadores del Banco de Bangladesh han irrumpido este miércoles en la oficina del gobernador, Fazle Kabir, para exigir su dimisión y la de todos los altos cargos actuales del banco central en el marco de las fuertes protestas que llevan produciéndose en el país desde principios de julio y que han desembocado esta semana en el derrocamiento del Gobierno de Sheij Hasina, que huyó el lunes a India.
El portavoz del Banco de Bangladesh, Mezbual Haque, ha indicado que la situación está "fuera de control" después de que los trabajadores hayan obligado a varios subgoberandores y asesores a abandonar sus despachos a la espera de que presenten sus respectivas renuncias.
La tensión ha aumentado después de que unos 200 funcionarios se hayan aglomerado en la oficina del gobernador sobre las 10.30 (hora local) de la mañana antes de acusar a los altos cargos del banco de estar "ayudando a los saqueadores".
Así, han obligado a dimitir al vicegobernador, Kazi Sayedur Rahman, mientras que Jurshid Alam, también alto cargo, ha abandonado su puesto de forma inmediata, según informaciones del diario 'The Daily Star'. Mientras, el asesor político del Banco de Bangladesh, Abu Fará Naser, ha logrado abandonar la oficina por una puerta trasera.
Las protestas se iniciaron como una lucha contra el sistema de cuotas para los empleos públicos --que establece que un 30 por ciento de la plazas quedan en manos de hijos de veteranos de la guerra de la Independencia--, pero se dirigieron posteriormente contra la figura de Hasina y la represión policial.
Este mismo miércoles, el hijo de Hasina, Sajeeb Wazed Joy, ha puntualizado que la ex primer ministra aún no ha decidido cuál será su siguiente destino, si bien fuentes cercanas al asunto aseguraban que barajaba viajar a Reino Unido para pedir asilo. "Va a estar en India un tiempo", ha aseverado.
Joy ha dicho estar preocupado por el hecho de que Hasina no quisiera abandonar Bangladesh en un primer momento. "La tuvimos que convencer, no quería irse. Le dijimos que esto ya no era un movimiento sino una turba, y que iban a matarla", ha aclarado antes de matizar que aunque no había una fecha límite para irse, los manifestantes "iban a alcanzar la residencia de la primera ministra tarde o temprano".