MADRID, 1 DE MARZO (EDIZIONES)
En los últimos años han estado llegando a Francia miles de personas que huyen de sus países de origen a causa de diferentes guerras y hambrunas. Sirios, iraquíes, afganos... Muchos son los que hacen el hatillo con lo mínimo y salen de sus casas con la esperanza de encontrar una vida mejor, sin guerra ni hambre, donde poder ganarse la vida. Tantas son las personas que llegan a Europa que tienen que alojarse en campamentos improvisados con lo que pueden y tienen a mano. Así nació “La Jungla” un campamento de refugiados en Calais, al norte de Francia, lo más cercano al Reino Unido, el destino final soñado por los refugiados que ahí viven, cerca de 7.000.
Ayer, el gobierno francés empezó las labores de desmantelación de parte de este campamento de refugiados, comenzando por la zona sur del mismo. Esta medida, aprobada por orden judicial el pasado 25 de febrero, está siendo muy criticada, sobre todo por las asociaciones humanitarias que están sobre el terreno y que no están de acuerdo con la decisión del gobierno francés.
RAZÓN DEL DESALOJO
Las autoridades francesas aseguran que las condiciones de salubridad en el campamento son mínimas al no contar con las condiciones higiénicas básicas. Esta es la razón por la que retirarán las tiendas y chabolas donde viven los refugiados. Lo que no derribarán serán las iglesias, teatros, comercio, etc, que por orden judicial quedan salvadas de la quema. Tampoco serán desalojados aquellos que habitan en la parte norte del campamento, ya que el fallo solo afecta a la zona sur del mismo.
¿QUÉ VA A PASAR CON LOS INMIGRANTES DESALOJADOS?
El gobierno francés ha habilitado para los inmigrantes que sean desalojados, unas barracas en una zona colindante al campamento y camas en centros de acogida repartidos por todo el país, donde podrán habitar unas 1.500 personas. Las asociaciones humanitarias aseguran que las medidas tomadas por el gobierno son insuficientes, ya que, afirman, en la parte sur del campamento viven casi 4.000 personas, muchas más de las 1.500 estimadas por el gobierno. Este es el motivo por el que estas asociaciones interpusieron un recurso ante las autoridades galas, para evitar el desalojo.
Un problema a resolver es la negativa de los refugiados a acudir a estas nuevas instalaciones propuestas por el gobierno. Son dos las razones por las que no quieren ir: en primer lugar, porque algunos de los centros de acogida están lejos de Calais, dejándoles, así, sin la oportunidad de atravesar el Canal de la Mancha. En segundo lugar, porque estas nuevas instalaciones disponen de dispositivos de identificación digital, lo que les haría entrar en una base de datos, estar identificados y conseguir, con ello, que se imposibilite su pase al Reino Unido, el destino soñado por muchos.