MADRID, 12 Abr. (EUROPA PRESS) -
Los civiles de República Centroafricana son quienes están pagando las consecuencias de la "reedición" de la guerra que vive el país, donde siguen registrándose casos de violencia como los que han dejado decenas de muertos y heridos en las últimas semanas por el recrudecimiento de las tensiones entre grupos armados rivales, según la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF).
"Nuestros equipos han sido testigos de ejecuciones sumarias y se han encontrado con cadáveres mutilados abandonados en las calles con el objetivo de aterrorizar a la población", ha explicado el coordinador de MSF René Colgo, que ha dirigido los equipos que proporcionan desde finales de marzo atención médica en Bakouma y Nzako, en el sureste del país.
"Buena parte de los civiles, atemorizados, se han refugiado en los bosques, donde sobreviven con lo que pueden", ha añadido. La ONG calcula que los últimos enfrentamientos han causado miles de nuevos desplazados que no reciben la suficiente ayuda humanitaria.
El control del territorio y sus recursos es en esta ocasión la excusa para unos combates que se libran principalmente en el centro y el este de República Centroafricana, en las provincias de Ouaka, Haute Kotto, Basse Kotto y Mbomou.
Desde finales de noviembre, cuando se inició la actual escalada, los equipos de MSF han atendido a 168 personas por incidentes violentos. La situación, lejos de mejorar, se hace cada semana más complicada, como han relatado quienes trabajan en los servicios médicos de la zona.
"A finales de marzo, en el último fin de semana, nuestra sala de pediatría se llenó con 24 heridos de mucha gravedad, entre ellos una niña de tres años herida de bala. Fue un caos total, ha explicado Katie Treble, que trabaja en un hospital de la ciudad de Bria. También ha recordado cómo tuvo que tuvo que dejar de atender a un hombre con heridas de bala porque llegó otro con los intestinos prácticamente fuera.
DETERIORO
El representante de MSF en República Centroafricana, Emmanuel Lampaert, ha advertido de que "lo que ya constituía una de las peores crisis humanitarias del mundo se está incluso deteriorando", con unos niveles de violencia inéditos desde el punto álgido del conflicto entre la coalición rebelde Séléka y las milicias antibalaka, en 2014.
En la misma línea, la coordinadora de proyectos Caroline Ducarme ha subrayado que el deterioro es "veloz" y ha lamentado que "los civiles son los que están pagando el precio, atrapados en las líneas de frente, expulsados de sus casas y pueblos --muchos de ellos quemados--, y alejados de sus campos y rutinas diarias". Ducarme ha instado a los grupos armados a respetar a la población y a garantizar que quienes necesitan ayuda puedan recibirla.