El partido no ha conseguido tampoco recuperar la mayoría en el Senado
NUEVA YORK, 9 Nov. (EUROPA PRESS) -
La inesperada victoria del candidato republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales, además de privar a Hillary Clinton de ser la primera presidenta de Estados Unidos, ha dejado a los demócratas sumidos en una grave crisis de liderazgo.
Tanto los sondeos como las proyecciones hechas por los expertos auguraban una victoria de Clinton incluso al inicio de la jornada electoral de este martes, pero finalmente estas previsiones han resultado erróneas y Trump será quien gobierne tras superar los 270 votos necesarios en el Colegio Electoral.
Además del duro golpe que supone no mantener la Casa Blanca --Clinton habría sido la primera demócrata en heredar el cargo de otro demócrata desde que lo hizo Harry Truman en 1945--, los demócratas también han visto esfumarse las posibilidades de volver a controlar el Senado, tras perderlo en 2014.
Pese a que se esperaba que consiguieran los cinco escaños que necesitaban, finalmente los republicanos han reeditado su mayoría --51-47 escaños, a falta de adjudicar aún dos-- y han mantenido también sin problemas el control de la Cámara de Representantes, algo que por otra parte se esperaba.
Sin embargo en cierta medida, el revés de este 8 de noviembre, no ha hecho sino confirmar una tendencia que, al margen de la victoria de Barack Obama en 2008 y su reelección en 2012, se ha venido manteniendo.
MALOS RESULTADOS ANTERIORES
Según destaca Nate Silver, director de la web especializada en política FiveThirtyEight --cuyas previsiones daban a Clinton ganadora con el 70% de posibilidades--, "tres de las últimas elecciones al Congreso (2010, 2014 y 2016) han ido mal para los demócratas" lo que les ha dejado en esta situación.
En su opinión, con esta derrota, "la dinastía Clinton está acabada" y las que podrían ser las "alternativas obvias" a Hillary, su rival en las primarias Bernie Sanders y el vicepresidente Joe Biden "son demasiado mayores".
Así las cosas, Silver subraya que "la energía en el partido procede de la izquierda" y se atreve a apuntar a que el candidato demócrata en 2020 podría ser alguien procedente del ala que representa Sanders.
Para Alez Seitz-Wald, de la cadena NBC --considerada la más progresista de Estados Unidos--, la magnitud de la derrota y sus consecuencias para el partido son difíciles de medir. "Si rompe el partido o provoca que se junte como una oposición unida frente a Trump dependerá de cómo los actores clave reacciones a la noticia que ninguno de ellos anticipaba", ha escrito en la web de la cadena.
En su opinión, las miradas se depositarán ahora en Sanders y también en la senadora Elizabeth Warren, "líderes del ala progresista" del partido y que podrían verse "alentados por la victoria de Trump", y también hacia Obama, "la principal figura unificadora del partido, cuyo pleno legado está ahora en el punto de mira". Por el momento ni Sanders ni Warren han hecho declaraciones públicas sobre la victoria de Trump.
MOTIVOS DE LA DERROTA
En cuanto a los motivos de la derrota, son muchos los que apuntan a que Clinton no generaba el entusiasmo necesario entre los votantes para frenar al huracán Trump con su verborrea incontrolable y su presencia constante en los medios.
Asimismo, la antigua secretaria de Estado no ha sido capaz de movilizar a los votantes que movilizó Obama --los jóvenes, los afroamericanos y los hispanos--, o al menos no al mismo nivel que este lo consiguió, lo que explica que no haya ganado algunos estados que le apoyaron a éste en 2012. Así, ha perdido Florida, Misuri, Wisconsin, Ohio y Maryland.
No obstante, y paradójicamente, la antigua primera dama se dispone a alzarse con una victoria simbólica: ha sido la candidata más votada. Sin embargo, el sistema electoral de Estados Unidos, por el que los ciudadanos eligen de forma indirecta al presidente y es un Colegio Electoral compuesto por 538 delegados divididos entre los estados quien vota al inquilino de la Casa Blanca, le privará de alcanzar su objetivo.
Como ella, otros cuatro candidatos en la historia de Estados Unidos vieron truncado su camino a la Casa Blanca por no conseguir los votos necesarios en el Colegio Electoral, pese a haber sido el candidato más votado por los ciudadanos. El último de ellos fue también un demócrata, Al Gore, quien acabó perdiendo la Presidencia por 537 votos, las papeletas de más que obtuvo George W. Bush en Florida y que le dieron los 29 delegados de este estado para el Colegio Electoral.
En su intervención de este miércoles para reconocer su derrota, Clinton no ha entonado ningún 'mea culpa' en particular por el resultado y se ha limitado a asegurar que ha sido una derrota dolorosa y que el de ayer no es el "resultado que esperábamos". En todo caso, ha invitado a su partidarios a aceptar que Trump será el nuevo presidente y a "mirar al futuro".
Por otra parte, algunos dirigentes demócratas han buscado ya un responsable del resultado: el director del FBI, James Comey, quien anunció el pasado 28 de octubre que se abría una investigación sobre nuevos correos electrónicos de Clinton cuando era secretaria de Estado para aclarar este domingo que no había nuevas pruebas que sustentaran su imputación, como ya había dicho en julio.
Muchos demócratas han visto en el anuncio de Comey un intento de incidir en la campaña electoral a favor de Trump. A raíz del anuncio, Clinton cedió terreno en las encuestas y llegó a este fin de semana prácticamente empatada con su rival republicano, si bien este lunes, después de la nueva intervención de Comey el domingo, los sondeos le daban entre tres y seis puntos de ventaja.
Para la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la carta remitida por Comey al Congreso informando de la investigación fue "como un cóctel molotov" en medio de una campaña ya turbulenta. En su opinión, al publicarla "se convirtió en el principal operativo político republicano en el país, a sabiendas o de forma inconsciente".