MSF pide una respuesta rápida y coordinada ante la expansión de la enfermedad en medio del colapso de los sistemas sanitarios
MADRID, 26 Nov. (EUROPA PRESS) -
El brote de cólera registrado en septiembre en Siria y la posterior confirmación de los primeros casos de esta enfermedad en Líbano en los últimos 30 años suponen una nueva amenaza para la población de ambos países, sumidos en una grave crisis humanitaria desde hace años, además de incluir un riesgo de expansión en una región ya muy debilitada por los conflictos y la débil situación de sus sistemas sanitarios.
Las autoridades sirias han confirmado hasta la fecha 1.492 casos de cólera, incluidas 49 muertes, según el último balance publicado por el Ministerio de Sanidad sirio en Facebook. Sin embargo, se teme que la cifra sea mucho mayor, debido a la rápida propagación de la enfermedad y a que varias zonas del país se encuentran fuera del control de las autoridades.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge en su último informe de situación, datado el 14 de noviembre, que hasta el momento se han registrado 35.569 supuestos casos de cólera, con 1.491 contagios confirmados y 92 fallecidos.
El cólera había sido eliminado en Siria hace catorce años, si bien el nuevo brote deriva de la contaminación del río Éufrates y el uso de este agua para regar campos y para consumo humano. El primer caso fue registrado en Jarabulus, en la provincia de Alepo (norte), con un 33 por ciento de los casos sospechosos en campamentos de desplazados internos, según recoge la organización Médicos del Mundo Turquía.
"La población en Siria está pagando el precio de una infraestructura sanitaria prácticamente colapsada, además de hacer frente a las graves consecuencias de la sangrienta guerra y la crisis económica", ha dicho el coordinador de la ONG en Siria, Mohamad Sahin.
La guerra, desatada en 2011 a raíz de la represión de las manifestaciones prodemocráticas en el marco de la 'Primavera Árabe', ha provocado una enorme devastación en el país, dividido en diversas zonas de influencia --algunas controladas por rebeldes, yihadistas o fuerzas kurdas--, y han dejado a la población en una situación de vulnerabilidad.
En este sentido, Sebastien Gay, coordinador general de MSF para Siria, ha indicado en declaraciones concedidas a Europa Press que "la mayoría de los casos" se han detectado en el noreste de Siria, si bien ha matizado que "no todas las provincias están igualmente afectadas".
"MSF ha atendido más de 3.000 casos sospechosos de cólera en el noreste, pero el número de pacientes ingresados está ahora descendiendo y la mayoría de los que se encuentran en la Unidad de Tratamiento de Cólera (CTU) tienen síntomas leves", ha detallado, al tiempo que ha apuntado a la "respuesta coordinada" ante el brote en el norte.
Así, Gay ha resaltado que un equipo especial que implica a organizaciones internacionales médicas y humanitarias que "están respondiendo a tres niveles: supervisar la propagación de la epidemia y atender a pacientes (...); fortalecer las actividades de suministro de agua e higiene, particularmente en los campamentos de desplazados (...); y actividades de prevención".
"En el noroeste de Siria, las autoridades sanitarias locales han garantizado el acceso necesario a MSF para iniciar su intervención contra el cólera, han dado el espacio necesaria para la instalación de las instalaciones de tratamiento y han ayudado a identificar trabajadores médicos clave para apoyar la respuesta", ha explicado. En el caso del noreste, parte bajo control kurdo, ha señalado que la ONG "trabaja en asociación con autoridades sanitarias locales". "Específicamente en Raqqa, MSF trabaja con organizaciones locales para apoyar actividades sobre agua e higiene", ha manifestado.
Por ello, ha alertado de que Siria hace frente a un "caso complejo" por el desplazamiento de población, la destrucción de infraestructura y la ausencia de servicios públicos, por lo que ha hecho hincapié en que "para contener el brote es necesario un esfuerzo coordinado por parte de acciones humanitarios a nivel de sanidad, alimento, agua y higiene". "Una respuesta rápida es vital para contener la propagación", ha dicho.
LA SITUACIÓN EN LÍBANO
Apenas unas semanas después del estallido del brote en Siria, las autoridades de Líbano confirmaron su primer caso de cólera, tras lo que el ministro de Sanidad libanés, Firas Abiad, criticó abiertamente el "retroceso en los servicios básicos" en materia de sanidad a causa de la grave crisis multifacética que sufre el país.
Así, manifestó que "la mayoría de los pacientes son sirios desplazados" y resaltó que "la ausencia de servicios básicos, como agua potable y redes de aguas residuales, en lugares en los que se concentran los refugiados supone un terreno fértil para que la epidemia se propague".
El Ministerio de Sanidad libanés recoge en su último informe, fechado el 24 de noviembre, que hasta ahora se han registrado 588 casos, con 20 fallecidos, si bien la cifra, contando casos sospechosos aumenta hasta los 4.303. Save the Children señala que "los niños suponen más del 50 por ciento de los casos y los niños menores de cuatro años, cerca del 33 por ciento".
De hecho, Save the Children apunta que más de 78 por ciento de los pozos están contaminados en las provincias Norte, Akkar, Bekaa, Baalmek-Hermel, Beirut, Monte Líbano y Sur, mientras que esta cifra lleva al 83,3 por ciento en los asentamientos informales.
En este contexto, Marcelo Fernández, coordinador general de MSF en Líbano, ha indicado a Europa Press que "la falta de acceso a agua potable, servicios sanitarios genera un alto riesgo de mayor propagación de la enfermedad". "Si bien la mayoría de los casos confirmados han sido registrados en el norte y el noreste (...) hay casos en las ocho provincias y en 18 de los 26 distritos", ha explicado.
Fernández ha destacado que "desde el inicio del brote, MSF contacta y se coordina de forma regular con el Ministerio de Sanidad y el resto de actores sanitarios en el país para analizar la evolución de la propagación de la enfermedad, la capacidad de las autoridades sanitarias para responder al brote y ver qué hace cada actor y dónde" para "garantizar respuestas sostenibles y optimizar los recursos".
"Una emergencia de salud pública es lo último que necesita el pueblo libanés. El brote de cólera tiene lugar en un momento en el que la gente sufre un colapso económico que ha exacerbado un acceso limitado al agua potable, los servicios higiénicos y la atención hospitalaria", ha explicado, antes de agregar que "las redes de gestión de residuos son viejas y tienen fugas debido a la falta de mantenimiento, con una inadecuada infraestructura de tratamiento de agua como resultado".
"Debido a los cada vez más frecuentes cortes eléctricos, las bombas de agua que dependen de la electricidad han dejado de funcionar durante periodos extensos, provocando el vaciado de los tanques de almacenamiento. Como resultado, la gente depende de entregas de agua no regulada", ha advertido.
En esta misma línea, Fernández ha hecho hincapié en que, ante las restricciones causadas por la crisis financiera, "otras personas, principalmente en zonas remotas y abandonadas, son incapaces de permitirse un suministro privado de agua y dependen de aguas y estanques contaminados para cubrir sus necesidades".
"Todos estos factores dañan la capacidad de hacer frente al brote de cólera de forma efectiva", ha dicho, al tiempo que ha incidido en que "las medidas de prevención, incluida la vacunación contra el cólera y la atención a pacientes, son cruciales, pero no suficientes".
Por ello, Fernández ha argumentado que "si no se adoptan acciones significativas para garantizar que la gente tiene un acceso adecuado a agua potable y servicios higiénicos, puede esperarse que el cólera y otras enfermedades transmitidas por el agua resurjan de forma regular en Líbano".