YAUNDÉ, 22 Jul. (Reuters/EP) -
La experiencia de la lucha contra el grupo islamista Boko Haram ha permitido comprobar la eficacia de las comunidades locales y la tolerancia religiosa para combatir eficazmente el radicalismo. Como ejemplo ponen dos ciudades nigerianas similares en población pero que afrontaron de forma muy distinta la llegada de Boko Haram.
En concreto, el Centro para la Tecnología de la Información y el Desarrollo de Nigeria (CITAD), un grupo que fomenta el activismo de la sociedad civil, ha publicado un libro comparando las reacciones de las ciudades de Mubi y Gombi.
El director del CITAD, Yunusa Zakari Ya'u, ha destacado que Mubi sucumbió y se convirtió por algún tiempo en la ciudad más grande controlada por Boko Haram. Allí la polarización religiosa, las desigualdades económicas y el desempleo juvenil hicieron relativamente fácil la radicalización de los jóvenes, ha explicado Musa Shalangwa, economista político y profesor de la Escuela Politécnica del Estado de Adamawa.
Tal y como dice Shalangwa en el libro, "varios meses antes de que Mubi fuera atacada y tomada por insurgentes en octubre de 2014, algunos forasteros, que resultaron ser insurgentes, fueron vistos predicando abiertamente puntos de vista extremistas y llamando a todos los musulmanes a unirse a su yihad".
En la ciudad de Gombi, sin embargo, muchos jóvenes --tanto cristianos como musulmanes-- se unieron a grupos de patrullas callejeras, con reuniones periódicas para promover la paz entre los grupos religiosos, al mismo tiempo que se celebraban reuniones de seguridad con los líderes de las comunidades. Además, los residentes más ricos aportaron fondos para proteger lugares públicos.
LA POLICÍA ERA EL ENEMIGO
"El liderazgo local es primordial para movilizar a personas de distintos orígenes, para unirse y encarnar un frente unido contra los insurgentes", ha subrayado Ya'u, quien también resalta la importancia de la confianza en las fuerzas de seguridad y las autoridades.
Al comienzo de la insurgencia, cuando Boko Haram atacaba a la Policía y a las fuerzas de seguridad, algunas comunidades incluso les apoyaban "porque vieron a la policía como un enemigo", ha señalado Ya'u, que aboga por la creación de una "policía comunitaria, donde la Policía y la comunidad trabajen juntas".
Gombi finalmente resistió los atentados y las milicias de Boko Haram fueron expulsadas por las fuerzas de seguridad con el apoyo de las patrullas civiles. "En Gombi, a pesar de las diversidades religiosas --entre cristianos y musulmanes, o entre gente de distintas etnias--, la sociedad civil se unió y presentó una de las respuestas más eficaces a Boko Haram", ha asegurado Ya'u.
"Claramente, se necesita un alto grado de desigualdad para llevar a una comunidad a la violencia, como en Mubi, que tiene su vasta riqueza comercial concentrada en manos de unos pocos", ha concluido Ya'u.
Boko Haram ha matado a más de 20.000 personas y ha provocado más de 2,7 millones de desplazados desde 2009 en su intento de conseguir un Estado islamista. En este tiempo ha perpetrado multitud de asesinatos indiscriminados, ha empleado a mujeres y niños como atacantes suicidas y ha incendiado edificios religiosos, sobre todo iglesias y mezquitas.