Más de un millar de estos grupos operan en el país, diez veces más que antes de la llegada del presidente a la Casa Blanca
MADRID, 3 Ene. (EDIZIONES) -
Más de 150 hombres armados han tomado esta pasada noche la sede de la reserva natural Malheur de Oregon, en el noroeste de Estados Unidos. Lo han hecho para reivindicar la situación de una conocida familia de granjeros del condado de Harney que llevan enfrentados en litigio desde hace años con el Gobierno federal de EEUU. Los dos hermanos que lideran a los atrincherados, Ammon y Ryan Bundy, no son ajenos a esta tensión: su padre, Cliven, ordenó en 2014 a decenas de hombres armados que impidieran, bajo la amenaza de la fuerza, la entrada en su propiedad a un grupo de agentes federales.
Este suceso pasó a la memoria de sus participantes como la 'Batalla de Bunkerville' y fue el incidente que puso de relieve el aumento de grupos paramilitares armados de extrema derecha en EEUU bajo el mandato de Barack Obama desde 2009. Cuando Obama fue elegido en 2008, el número de estas organizaciones -- autoproclamadas "milicias", una descripción que no se ajusta a lo estipulado por la Constitución --, existían 150 de esos grupos. En 2013, eran más de un millar (1.096).
Según un estudio del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos, estas milicias se han convertido en el tercer problema de seguridad más temido por las fuerzas de la ley en Estados Unidos, solo por detrás de la amenaza yihadista y de los llamados "ciudadanos soberanos", individuos con los que simpatizan profundamente estos grupos paramilitares al compartir ambos un intenso odio por el Gobierno federal, al que ven como una amenaza constante para sus intereses particulares.
"El incidente en el rancho de Bundy", avisa el analista del Southern Poverty Law Center (SPLC) Mark Potok, "no fue una respuesta espontánea a los problemas de un individuo, sino una acción bien organizada y militar, que refleja el potencial de violencia que ofrece un movimiento mucho más grande y peligroso. Y si el Gobierno no presta atención, puede que un día le pillen con la guardia baja".
CONSTITUCIÓN Y TERRORISMO
El asalto a la reserva natural de este sábado tuvo lugar tras una manifestación en la que sus participantes, los hermanos Bundy entre ellos, se ampararon en el espíritu de la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense. El texto es citado como el máximo precepto regulatorio sobre la posesión de armas, pero va mucho más allá, sobre todo en su primera parte, escasamente citada: "Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido".
El objetivo de la protesta era liberar al granjero Dwight Hammond Jr., de 73 años, y de su hijo Daryl, de 46, condenados a cuatro y cinco años de cárcel por provocar un incendio en 2001 que se extendió a tierras controladas por el Gobierno. Los simpatizantes de los Hammond están convencidos de que el Gobierno estadounidense les está juzgando por terrorismo doméstico -- de hecho, su caso está presidido por un juez federal --.
Los fiscales han rechazado tal acusación pero sobre ellos pesa la sombra de la histórica enmienda antiterrorista de 1996 aprobada por Bill Clinton y que convierte en objetivo a ciudadanos y grupos caracterizados por recurrir a la amenaza de la violencia o directamente al uso de la fuerza armada contra propiedades del Gobierno o conciudadanos; una ley que se aprobó precisamente tras la masacre perpetrada por Timothy McVeigh contra el edificio federal Alfred P. Murrah en Oklahoma, que costó la vida a 168 personas.
"El Gobierno nos ha golpeado, nos ha oprimido y nos lo ha quitado todo", aseguró uno de los participantes en la manifestación de ayer en Oregon. "Y no se va a detener hasta que les digamos que no". Declaraciones que para la América liberal de hoy en día son, simple y llanamente, una apología del terrorismo doméstico.
BREVE HISTORIA
Lo que se entiende hoy en día por "milicias" en EEUU surgieron a mediados de los años 90 a partir del descontento por el trato de la relativamente liberal administración Clinton y es un movimiento que ha crecido a base de dos factores: incidentes violentos y administraciones demócratas.
En el primer caso hay que destacar dos sucesos. El primero tuvo lugar en 1992, en Ruby Ridge, Idaho, cuando la mujer e hijo de un supremacista blanco murieron en un enfrentamiento con agentes federales durante una compraventa ilegal de armas. El segundo, definitivo, tuvo lugar en 1994, en Waco (Texas), donde el asedio del FBI a la granja de la Secta Davidiana de David Koresh -- que comenzó con una inspección a las armas del grupo -- se saldó con la muerte de 80 personas.
El aumento de las milicias también va sistemáticamente unido a la presencia de un Gobierno demócrata. Su número, que declinó significativamente durante los años de la Administración Bush, resurge siempre cuando "las elecciones favorecen a la izquierda política y aumenta la percepción de que la sociedad avanza hacia una mayor igualdad social, alejada de la tradicional jerarquía, lo que facilita que los demagogos de la derecha demonicen con éxito a los liberales", según explica el analista de movimientos de extrema derecha de Political Research Associates, Chip Berlet.
Estos movimientos cuentan con apoyo institucional y mediático procedente de organismos como la Asociación Nacional del Rifle o presentadores como Glenn Beck -- quien califica ocasionalmente a Obama de "nazi" y "fascista" -- y se cimentan sobre una amalgama de conspiraciones derivadas del incremento de la inmigración que va a arrebatar supuestamente sus trabajos, a la existencia de un supuesto "Nuevo Orden Mundial" liberal-ortodoxo y a la exagerada, a su entender, protección generalizada de las minorías. "El Gobierno está haciendo que el hombre blanco", aseguró el comentarista ultraconservador Pat Buchanan, "se sienta como los negros se sintieron en su día".
El propio Cliven Bundy se refirió a la intervención de los federales --realizado por impago de tarifas federales de pastoreo -- como un ataque "al Estado Soberano de Nevada" y fue por ello aplaudido por grandes figuras de los medios de comunicación política de derechas como el presentador Sean Hannity, quien a juicio de Potok se comportó de manera "despreciable". "Le trataron como si fuera un héroe. No es un héroe. Es un ladrón que nos ha robado un millón de dólares", aseveró al magacín digital 'Salon'.
Here it is. Please know these men will speak to people civilly. Do not go up there guns blazing. Stay safe and smart.
Posted by Sarah Dee Spurlock on Sábado, 2 de enero de 2016
Y Bundy habría recabado aún más apoyos si no se hubiera cavado su propia tumba en unas declaraciones realizadas poco después del incidente. "Le voy a contar una cosa de los negracos: son unos vagos que viven de subsidios. Y ahora, como no tienen nada que hacer, abortan a sus niños y meten a sus hijos en la cárcel. Todo porque nunca aprendieron a recoger algodón", según recogió el 'NY Times'. Ahí terminó todo, durante unos meses.
Ahora, Ammon y Ryan Bundy prosiguen la guerra que inició su padre. "Estamos haciendo esto para que la gente pueda disfrutar de su tierra y de sus recursos donde corresponde. Os pedimos que vengáis y plantéis cara, que traigáis vuestras armas a la reserva con nosotros", declaró en un vídeo previo al asalto. Ya en faena, explicó al diario 'The Oregonian' su voluntad "como los Padres Fundadores (de la Constitución), de matar y morir, de ser necesario".