NUEVA YORK, 6 Nov. (Reuters/EP) -
El Consejo de Seguridad de la ONU ha instado al Gobierno de Birmania a "garantizar que no haya un mayor uso excesivo de la fuerza militar en el estado de Rajine", de donde han huido más de 600.000 miembros de la minoría musulmana rohingya.
La ONU ha puesto la violencia de las últimas diez semanas como ejemplo de limpieza étnica. El Gobierno birmano, sin embargo, niega estas acusaciones y defiende su legítima respuesta militar a la actividad de grupos armados rohingyas.
Para evitar el veto de Rusia y China, la propuesta británico-francesa ha sido planteada como una declaración en la que expresan su "grave preocupación sobre las informaciones de violaciones y abusos contra los Derechos Humanos en el estado de Rajine, también por parte de las fuerzas de seguridad de Birmania y en particular en contra de las personas pertenecientes a la comunidad rohingya".
"El Consejo de Seguridad pide al Gobierno de Birmania que garantice que no haya un mayor uso excesivo de la fuerza militar en el estado de Rajine, restaurar la administración civil y aplicar el Estado de Derecho y dar pasos inmediatos acordes con sus obligaciones y compromisos de respeto de los Derechos Humanos", especifica.
Además, el Consejo de Seguridad ha apuntado a la "responsabilidad primaria" del Gobierno birmano para "proteger a su población" tienendo en cuenta los Derechos Humanos y ha panteado la necesidad de investigar de forma transparente las denuncias de crímenes y pide en ese sentido al Gobierno colaboración con los organismos de la ONU. Birmania ha rechazado permitir la entrada en el país de una comisión de investigación de la ONU.
El documento del Consejo de Seguridad denuncia además el rápido deterioro de la situación humanitaria y alerta de que el creciente número de desplazados "tiene un impacto desestabilizador en la región". Así, pide que Birmania autorice el acceso seguro de ayuda humanitaria.
Más de 600.000 rohingyas han huido de Birmania hacia Bangladesh por la violencia desatada desde el pasado agosto a raíz de un ataque contra militares y policías por parte del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA), grupo armado que fue creado por los rohingyas exiliados tras la crisis de 2012.
La situación había permanecido en relativa calma desde octubre de 2016. Entonces, un ataque rohingya contra guardias fronterizos que se cobró nueve vidas entre los uniformados provocó nuevos operativos militares que suscitaron la huida de 87.000 personas hacia Bangladesh.
Naciones Unidas ha condenado la violencia rohingya y ha pedido a las fuerzas de seguridad que den una respuesta equilibrada a dichos ataques. Además, ha subrayado que esta situación podría haberse evitado si el Gobierno de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi hubiera abandonado la "retórica inflamatoria".
Este es el mayor estallido de violencia desde hace cinco años, cuando los enfrentamientos entre rohingyas y budistas --que son mayoría en el resto de Birmania-- arrojaron un balance de más 200 muertos y 140.000 desplazados en la capital de Rajine.
Los rohingya son una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en Rajine. Son más de un millón de personas, pero el Gobierno birmano no les reconoce como ciudadanos porque considera que son descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh.