TOMBUCTÚ 6 Mar. (Reuters/EP) -
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha viajado este sábado a Malí para dar impulso a la puesta en marcha del frágil acuerdo de paz acordado el año pasado en el país con el objetivo de poner fin a un ciclo de revueltas internas y permitir al Gobierno combatir la amenaza de la insurgencia islamista.
Los rebeldes tuareg, que exigen mayor autonomía para sus territorios en el norte del país, el Gobierno y las milicias leales a Bamako sellaron el pasado año, con el respaldo de Naciones Unidas, un acuerdo para poner fin a décadas de hostilidades.
Sin embargo, los analistas políticos sostienen que la confianza se ha ido erosionando de manera constante, ralentizando las iniciativas de paz en el país. El Gobierno y la alianza rebelde tuareg --la Coordinadora de Movimientos del Azawad (CMA)-- se han acusado mutuamente de atascar la implementación del acuerdo.
"Con la aplicación del acuerdo de paz, el pueblo será capaz de notar los dividendos de la paz", ha asegurado François Delattre, embajador francés ante la ONU, durante un viaje a las localidades del norte del país de Tombuctú y Mopti.
Las fuerzas francesas intervinieron en el país en 2013 para hacer retroceder a los combatientes islamistas que se hicieron con el control del norte de Malí tras arrebatárselo a los tuareg, un movimiento que preocupaba ante la posibilidad de que se convirtiera en una plataforma de lanzamiento de ataques contra objetivos en Europa.
Entonces, se desplegó una misión de mantenimiento de paz de la ONU, pero los combatientes desde entonces se han reorganizado para lanzar nuevas oleadas de ataques contra las fuerzas de seguridad, los 'cascos azules' e incluso contra objetivos civiles, ataques que se han extendido más allá del norte del país, hasta los países vecinos.
Los dos ataques de alto perfil contra hoteles de lujo en la capital, Bamako, y en Uagadugú, la capital de Burkina Faso, que tuvieron lugar desde al año pasado han puesto de manifiesto la cada vez mayor capacidad de grupos en el terreno como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), la filial de Al Qaeda en la región.
En este contexto, poner fin al ciclo de las rebeliones tuareg se ve como algo vital para permitir al Ejército maliense y a sus socios internacionales avanzar en la lucha contra los grupos islamistas.
"Hay que tener una presencia eficaz del Estado en todas las partes de Malí. Sabemos que es un territorio muy extenso (...) y es por eso que necesitamos que se ponga en marcha el acuerdo de paz", ha asegurado Ismael Abraão Gaspar Martins, embajador de Angola ante la ONU, que lidera la presidencia rotacional del consejo este mes.
Los miembros del Consejo de Seguridad se han reunido con altos cargos del Gobierno, así como con líderes religiosos y de la sociedad civil en Mopti y Tombuctú, y tienen previsto sentarse con los representantes de los grupos armados en la capital este domingo.