MADRID, 17 Mar. (EUROPA PRESS) -
Cuando la primera ministra de Francia, Elisabeth Borne, se subió el jueves al atril de la Asamblea Nacional gala lo hizo consciente de que iba a añadir un nuevo factor de tensión política, al forzar la aprobación de la controvertida reforma de las pensiones. Su imagen ha quedado asociada indisolublemente en estas últimas semanas a uno de los grandes proyectos del presidente, Emmanuel Macron, a costa de su propia popularidad.
Borne, una antigua socialista integrada ahora en el partido de Macron, alcanzó la jefatura de Gobierno en mayo de 2022, después de pasar por ministerios como Trabajo, Transición Ecológica y Transportes. Sólo una mujer había sido primera ministra antes que ella durante la V República y fue hace más de tres décadas: Édith Cresson, que ocupó el cargo entre 1991 y 1992.
Macron premiaba a "una mujer de convicción, acción y realización" y le encomendaba la compleja tarea de pilotar un gabinete que, en el Parlamento, carece de una mayoría solvente. Esta falta de apoyos se ha traducido en los últimos meses en un pulso constante para sacar adelante todo tipo de leyes por las que Borne ha tenido que dar la cara.
El Gobierno ha recurrido en varias ocasiones al artículo 49.3 de la Constitución, gracias al cual puede sacar adelante un proyecto sin necesidad del visto bueno de la Asamblea, aunque a costa de poner a prueba la confianza de los legisladores en el propio Gobierno.
Recurrir a esta vía constitucional permite a los grupos de oposición presentar automáticamente una moción de censura, como ha ocurrido en varias ocasiones. Dichas mociones, sin embargo, requieren de una amplia mayoría y, hasta ahora, no ha sido suficiente que incluso se uniesen los grupos de izquierdas de Jean-Luc Mélenchon con la ultraderecha de Marine Le Pen en algún momento.
RECHAZO SOCIAL A LA REFORMA
El caso de la reforma de las pensiones, sin embargo, supone un golpe para la línea de flotación del Gobierno, habida cuenta de que el proyecto no sólo ha sido contestado de manera clara en el Parlamento sino también en la calle. Los sindicatos han organizado ya ocho jornadas de protestas y preparan para el próximo jueves la número nueve.
Los sondeos estiman que ocho de cada diez ciudadanos se oponen a una reforma que retrasa de 62 a 64 años la edad de jubilación, amplía el periodo de cotización necesario para cobrar la pensión máxima y elimina los regímenes especiales para ciertos gremios. Según Borne, es una reforma "necesaria", como volvió a argumentar el jueves en una tensa sesión parlamentaria en la escuchó gritos de "dimisión" y 'La Marsellesa', entonada por diputados de izquierdas.
En esa misma sesión, Borne hizo público lo que previamente había acordado el Consejo de Ministros: que el Ejecutivo volvía a recurrir al 49.3 y evitaba así una previsible derrota. Antes de este paso, ya había un 82 por ciento de franceses que consideraban "algo malo" que el Gobierno volviese a tensar la cuerda, según una encuesta divulgada por RTL.
La sucesión de polémicas se ha traducido en un desgaste para la imagen de Borne, que se mueve en unos niveles de popularidad cercanos al 31 por ciento, como muestra una encuesta reciente de Ifop-Fiducial para Sud Radio y 'Paris Match'. Macron, en cambio, remonta ligeramente y oscila en torno al 37 por ciento.
LA "CONFIANZA" DE MACRON
Pese al desgaste de la primera ministra, sus propios compañeros se han esforzado en las últimas horas por hacer ver que su continuidad no peligra, al menos de momento. Las formaciones opositoras siguen sin sumar como alternativa en la Asamblea Nacional y, según varios ministros, Macron mantiene su confianza en Borne.
Tiene "el apoyo de la mayoría y la confianza del presidente", según el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, que ha hablado este viernes con la cadena BFMTV. El portavoz del Ejecutivo, Olivier Véran, también ha apelado a esta misma "confianza" en otra entrevista en France Inter.
"Es una mujer de Estado valiente", ha dicho por su parte el ministro responsable de las relaciones con el Parlamento, Franck Riester, que ha querido alabar los esfuerzos de consenso realizados por Borne y que sí "han dado su fruto en otros textos".