LONDRES, 12 Sep. (Reuters/EP) -
El nuevo líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, era un desconocido hace apenas unos meses, pero ha demostrado que se podía acceder al más alto cargo del partido apelando al espíritu socialista de la formación, pero ahora deberá asumir un reto aún más difícil: que un admirador de Karl Marx puede ser primer ministro.
Cuando comenzó el proceso de designación del líder laborista nadie apostaba por este vegetariano de 66 años, pero poco a poco fue sintonizando con las bases laboristas y tejiendo un discurso contra la Tercera Vía que representa Tony Blair hasta lograr una aplastante victoria y el apoyo del 59,5 por ciento de los votos.
Las señas de su candidatura son: nuevos impuestos para los ricos, el desarme nuclear y ambigüedad sobre la permanencia de Reino Unido en la UE, todo ello consecuencia de una vuelta a las raíces socialistas de un partido con 115 años de historia.
"Desafiamos la narrativa de que solo importa lo individual y de que lo colectivo es irrelevante", proclamaba en el acto de cierre de la campaña de las elecciones laboristas en una antigua iglesia del norte de Londres, atestada para la ocasión. "Por el contrario, decimos que el bien común es nuestra aspiración", argumentó.
En su haber, una radical oposición a la guerra, su admiración por el difunto presidente venezolano Hugo Chávez o sus citas del 'Manifiesto Comunista' de Marx y Friederich Engels y su aspecto difiere poco del de un profesor universitario, siempre con bolígrafos asomando en su camisa.
SE MUEVE EN BICICLETA
Corbyn se desplaza por Londres en bicicleta y autobús y da una imagen de normalidad. "Parece auténtico. Quiere plantarse ante as grandes empresas y cuidar a las personas normales", ha argumentado un carpintero londinense, Joe Reynolds, quien asegura que no estaba interesado en las elecciones internas laboristas hasta que le escuchó.
En su discurso apenas utiliza el "yo" y critica el estricto control del partido ejercido durante la época de Blair (1994-2007). "Las cosas pueden cambiar, y lo harán", ha asegurado tras conocerse su elección como líder laborista.
Inmediatamente después, Corbyn ha participado en un primer acto como líder laborista: ha asistido a la manifestación en apoyo a los refugiados celebrada en la londinense plaza de Trafalgar.
Corbyn aúna a los veteranos que vivieron la condena al ostracismo durante los mandatos de Margaret Thatcher y a una nueva generación de jóvenes desilusionados que no votaban a los laboristas por su alejamiento de las idead de izquierda. "La clave para mí está en su oposición a la austeridad. Es el único que ha dicho abiertamente lo que lo que está pasando con el gobierno conservador es una decisión ideológica", argumenta un joven de 22 años, Sam Peach, que participó en un acto de Corbyn en Edimburgo.
LARGA TRAYECTORIA POLÍTICA
La carrera política de Corbyn se remonta a 1983, cuando fue elegido diputado por la circunscripción del Norte de Londres. En junio un pequeño grupo de diputados del ala izquierda laborista le convencieron para postularse para dirigir el partido tras la dimisión de Ed Miliband después de los desastrosos resultados de los últimos comicios.
"Dijo 'de acuerdo, de acuerdo, vamos adelante'", ha recordado el jefe de campaña de Corbyn, John McDonnell. Les costó conseguir el apoyo de los 35 diputados necesarios para participar en el proceso, y el apoyo del último se confirmó apenas diez segundos antes del cierre del plazo. Algunos de estos apoyos le llegaron de diputados no afines que simplemente querían ensanchar el debate político.
"No puedo decir que lo sienta. Hubiera sido perjudicial impedirle presentarse", ha argumentado el diputado Neil Coyle, representante número 33 que le dio su apoyo pese a considerarse afín a otro candidato.
ADVERTENCIAS DESDE LA TERCERA VÍA
Sin embargo, la perspectiva de un regreso a las raíces socialistas ha agitado los temores entre quienes consideran que los laboristas perderán el voto moderado y, por tanto, cualquier posibilidad de superar a los 'tories' en las elecciones de 2020.
Poco después de confirmarse la victoria de Corbyn, el responsable de Sanidad del partido, Jamie Reed, ha anunciado su dimisión. Varios dirigentes ya habían advertido de que no acatarían las directrices del veterano diputado, al que históricos como Tony Blair o Gordond Brown consideran demasiado radical.
"El partido está caminando a ciegas, con los brazos sobre el borde del precipicio y abajo las afiladas rocas", ha advertido Blair en uno de sus últimos intentos de evitar la elección de Corbyn.
Este tipo de declaraciones no han hecho más que alimentar a Corbyn. "En realidad lo que ha ocurrido es que las bases de la campaña se han hecho más resistentes y más entusiastas con cada ataque", ha señalado el responsable de la campaña de Corbyn para Escocia, Neil Findlay. "Ha sido contraproducente", ha apostillado.
Apenas unos minutos después de confirmarse la victoria de Corbyn, varios diputados anunciaron su intención de quedarse al margen de cualquier cargo directivo del partido por sus diferencias. "Siempre seré amigo y crítico con Jeremy porque no estoy enteramente convencido de que ese mensaje de 'izquierda' sea suficiente para conseguir el gobierno de este país", ha señalado el diputado laborista David Lammy. "El principal interrogante es si esta oferta de izquierda es suficiente para ganar en Inglaterra", ha añadido.
Desde el Partido Conservador, el ministro de Finanzas, George Osborne, probable candidato en 2020, también ha dudado de los beneficios de la elección de Corbyn para el Partido Laborista.
"Durante la mayor parte de mi infancia y mi vida de adulto una serie de dirigentes del Partido Laborista han reformado sus estatutos. Lo hizo Neil Kinnock, también John Smith y Tony Blair con el fin de que el partido estuviera más cerca de lo que querían los británicos. Si quieren volver a los 80, que lo hagan. El Partido Conservador no lo hará", ha apostillado.