La ONU insiste en la necesidad de poner fin a las pruebas nucleares para alcanzar un mundo libre de este tipo de armas
MADRID, 29 Ago. (EDIZIONES) -
El 6 de enero de 2016, hace algo menos de ocho meses, tuvo lugar el ensayo nuclear conocido más reciente, a pesar de que durante casi dos décadas no se había registrado ninguno. Corea del Norte, en constante tensión con su vecina Corea del Sur y con Estados Unidos, más alejado pero no por ello visto como menos enemigo, anunciaba entonces la primera prueba de una bomba de hidrógeno en el país.
Desarrollada "con éxito", Pyongyang defendió esta medida, que contraviene claramente las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas --y que, junto al continuo lanzamiento de misiles balísticos, provoca nuevas sanciones contra el aislado país--, como una medida de "autodefensa" para proteger su soberanía frente a las "amenazas y el chantaje" de las "fuerzas hostiles". Se trató entonces del cuarto ensayo nuclear llevado a cabo por el régimen norcoreano, y el cuarto que tiene lugar en el siglo XXI.
Desde el 16 de julio de 1945, al menos ocho países han realizado más de 2.000 ensayos nucleares en todo el mundo. Si bien el foco está ahora centrado en Pyongyang, detrás de más de la mitad de todos ellos ha estado Estados Unidos.
A través de este tipo de pruebas --que se realizan en áreas alejadas de los centros importantes de cada nación y, en su mayor parte, en territorios indígenas--, los países buscan determinar el rendimiento de nuevos diseños de ojivas o crear armas cada vez más sofisticadas. Sin embargo, los ensayos fallidos y diferentes han generado a lo largo de la historia un vivo debate sobre la necesidad de acabar con los programas nucleares.
Desde hace dos décadas, cuando se firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés), este tipo de actividades se han reducido considerablemente. Firmado por más de 183 países y ratificado por 164, el documento no entrará en vigor hasta 180 días después de que una lista de 44 estados en concreto lo hayan ratificado.
China, Estados Unidos, Irán o Israel son algunos de estos países imprescindibles para que tenga efecto la prohibición de "cualquier ensayo nuclear o de cualquier otro tipo de explosión nuclear": los cuatro lo han firmado, pero ninguno aún lo ha ratificado. India, Pakistán y Corea del Norte ni siquiera lo han firmado y son, precisamente estos tres, los que han llevado a cabo los últimos ensayos nucleares.
ISRAEL, LA ETERNA DUDA
En unas tres décadas, el número de arsenales nucleares ha crecido considerablemente, especialmente durante la Guerra Fría, desde las 3.000 armas registradas en 1955 a las más de 60.000 existentes a finales de la década de los ochenta, principalmente en manos de los dos líderes de cada lado del Telón de Acero, Estados Unidos y la URSS, según los datos que maneja la comisión preparatoria del CTBT.
De los países que continúan bloqueando la puesta en marcha del tratado, Israel es el que ha levantado más dudas: según la Iniciativa para la Amenaza Nuclear, Tel Aviv inició su programa nuclear en la década de los cincuenta y en 1966, habría culminado la fase de investigación y desarrollo de su programa de armamento nuclear.
No obstante, no se sabe si Israel ha llevado alguna vez a cabo algún ensayo nuclear, ya que públicamente no se ha reconocido ninguno, y desde entonces, ha adoptado una política de "ambigüedad nuclear" en virtud de la cual ni niega ni confirma su situación.
SUDÁFRICA, UN EJEMPLO
Diferente es el caso de Sudáfrica, que se ha convertido en un ejemplo a seguir tras decidir en 1993 la destrucción de su arsenal atómico: el entonces presidente, Frederik de Klerk, lo anunció reconociendo así que Pretoria disponía de capacidad de disuasión nuclear.
La fecha de culminación del programa y de la adquisición de armamento nuclear no se sabe con exactitud: el Centro James Martin del Instituto de Estudios de No Proliferación, ubicado en Monterrey (California, Estados Unidos), fecha en 1982 cuando Pretoria obtuvo armamento nuclear; ocho años antes, el entonces primer ministro, John Vorster, aprobó el desarrollo de capacidad de detonación nuclear, si bien lo hizo con fines no militares.
La decisión de Sudáfrica de adquirir armamento nuclear se enmarca en un contexto regional de cierta hostilidad, en el que Pretoria se enfrentaba a la presión internacional por su política del Apartheid, pero también es necesario enmarcar el momento de la decisión que llevó al país a convertirse en un ejemplo a seguir: en plena transición política hacia el fin de la discriminación racial.
Sudáfrica es hoy el único ejemplo a nivel global de un país que haya decidido, de forma voluntaria, abandonar su programa nuclear.
DÍA CONTRA LOS ENSAYOS NUCLEARES
Naciones Unidas sitúa la importancia de la creación de este Día Internacional contra los Ensayos Nucleares --aprobado en una resolución adoptada de forma unánime--, que se celebra cada 29 de agosto desde 2010, en la necesidad de poner de manifiesto los "devastadores efectos" que las pruebas nucleares han tenido sobre la vida humana.
A pesar de la inexistencia de un balance oficial y real de la mortalidad que generó el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón --en Nagasaki e Hiroshima, en agosto de 1945-- se estima que el número de muertos, siendo conservador, oscila en torno a las 225.000 personas.
Nueve años después, el 1 de marzo de 1954, Estados Unidos llevó a cabo el mayor ensayo de armamento nuclear de su historia. Bajo el nombre de 'Castle Bravo', Washington buscaba realizar una serie de pruebas en el atolón Bikini, de Islas Marshall, para desarrollar un arma termonuclear pero, por un error de diseño, la explosión alcanzó un rendimiento de 15 megatones, un radio dos veces y medio mayor de lo que se esperaba y unas mil veces más potencia que la bomba de Hiroshima.
Una lluvia radiactiva se extendió a través de más de 11.000 kilómetros cuadrados, llegando a detectarse material radiactivo en Australia, India, Japón, Estados Unidos y hasta Europa. Según el Instituto Nacional de Sanidad de Maryland (Estados Unidos) y el Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Nueva York, las enfermedades de tiroides registradas en Islas Marshall, donde Washington ejecutó parte de sus ensayos nucleares, fueron el mayor efecto retardado de la actividad nuclear en esta área.
Si bien antes de 'Castle Bravo' todos los residentes en isla Bikini habían sido reubicados en diferentes atolones, en 1972 un centenar de personas volvieron a sus hogares para que, seis años después, las pruebas de laboratorio mostraran que los niveles de radiación en la isla eran "inaceptablemente altos". La isla tuvo que ser evacuada de nuevo.
Veinte años después, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) declaró que la isla, hoy deshabitada, no podría ser reasentada "de forma permanente" debido a las condiciones radiológicas.
La ONU considera que la historia ha demostrado "los trágicos y terribles efectos" de los ensayos nucleares, y que los generados "han dado razones de peso" para celebrar una necesaria jornada que busca atraer la atención internacional hacia la importancia de impedir nuevos ensayos cuyo fin es "uno de los medios para alcanzar el objetivo final de un mundo libre" de este tipo de armas de destrucción masiva.