BRASILIA 13 Abr. (EUROPA PRESS) -
La corrupción ha sido la principal motivación de los miles de manifestantes que acudieron el domingo a la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, para protestar contra el Gobierno de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, según una encuesta publicada por el periódico 'Folha de Sao Paulo'.
En concreto, el 33 por ciento de los 1.320 entrevistados durante la manifestación en la avenida Paulista, el 33 por ciento de ellos dijeron estar indignados por la corrupción. Un 10 por ciento afirman protestar contra el Partido de los Trabajadores de Rousseff.
El estudio del Instituto Datafolha revela además que el 77 por ciento de los manifestantes estarían a favor de la destitución de la presidenta Rousseff y el 96 por ciento considera que su gobierno es "pésimo".
Datafolha considera que a la marcha acudieron unas 100.000 personas, mientras que los organizadores sostienen que fueron 275.000. En cuanto a su perfil sociológico, el 41 por ciento de los asistentes tenía más de 51 años, el 80 por ciento tenía estudios de enseñanza superior y el 41 por ciento ganaba más de diez veces el salario mínimo.
Además, el 86 por ciento prefiere una democracia a una dictadura, régimen que defendieron apenas el 9 por ciento de los entrevistados. Al 3 por ciento les es indiferente.
En cuanto a adscripción política, el 26 por ciento se dice de derecha o centro-derecha, el 34 por ciento se dice de centro y apenas el 7 por ciento, de izquierda.
CLASE MEDIA Y ALTA
"No sirve de nada tener millones en tus cuentas bancarias si luego no hay seguridad en las calles para poder llevar tus relojes". La frase, pronunciada desde lo alto de un camión de sonido por uno de los que jaleaban a los presentes, daba una idea del perfil del manifestante: blanco, de edad avanzada y con un poder adquisitivo por encima de la media.
La corrupción, el escándalo de Petrobras, el mal estado de la economía y las injerencias del Partido de los Trabajadores en la Justicia eran los principales objetivos de las críticas de los manifestantes, que en su mayoría pedían el 'impeachment' de la presidenta, a la que consideran incapacitada para gobernar.
Las pancartas llevaban consignas de todo tipo; desde los felicitan y confían en el juez Sérgio Moro --que instruye el caso de corrupción en Petrobras-- para que "haga limpieza" en el país, hasta los que acusan al magistrado del Tribunal Supremo Dias Toffoli de estar alineado con el PT.
Entre todos los carteles, uno apuntaba directamente al 'quid' de la cuestión, pidiendo al Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), que se posicione claramente: "¿Estarás con el pueblo o con los 'petralhas'? (manera despectiva de referirse a los seguidores del PT)". El PMDB es el principal partido de la base aliada de Rousseff, y podría quitarle definitivamente su apoyo si viera que la presión de la calle le hará perder capital político.
LA INTERVENCIÓN MILITAR
La protesta ha estado dominada por la personas de un nivel social acomodado, pero también ha habido algunos toques de color; como un grupo de estudiantes y profesionales de la educación física, que pedían que el Gobierno no elimine esta asignatura del currículo escolar, o los que pedían la intervención de los militares.
Como ya ocurrió en las manifestaciones del 15 de marzo, la presencia de personas defendiendo el regreso a la dictadura como solución a los problemas de Brasil despertó el recelo de los organizadores: colectivos como Vem Pra Rua, Revoltados On Line o Movimento Brasil Livre se han manifestado rotundamente en contra de un posible golpe militar.
Sin embargo, personas como Jorge Antunes, no tenía reparos en asegurar que lo ideal sería "un régimen transitorio que arreglara las cosas", porque en su opinión durante la dictadura militar de Brasil había corruptos, pero ahora la corrupción está institucionalizada: "Para corregir esas irregularidades no veo otra manera que no sea la mano de hierro", decía.