COX BAZAR, 30 Ago. (Reuters/EP) -
La ola de violencia que se ha desatado en el estado de Rajine, en Birmania, ha provocado un éxodo de rohingya que afecta ya a Bangladesh, principal destino de los refugiados, y Tailandia, otro país receptor, así como a Malasia, donde la crisis empieza a tener eco interno.
La Policía de Kuala Lumpur ha informado este miércoles de que ha detenido a un total de 155 rohingya durante una manifestación en la que han participado unos 1.200 para protestar por la violencia contra esta minoría birmana.
Malasia es uno de los países de acogida de los rohingya. Sin embargo, el grueso de los refugiados se encuentra en Bangladesh, a donde en apenas una semana han huido 18.000, que se suman a los 400.000 que están en suelo bangladeshí desde la década de 1990.
Por su parte, el líder de la junta militar de Tailandia, Prayuth Chan Ocha, ha anunciado que "el Ministerio de Defensa y las fuerzas de seguridad se están preparando para recibir a los desplazados". "Les daremos cobijo como en el pasado (...) y les enviaremos de vuelta cuando estén preparados", dijo el martes.
La ola de violencia se desencadenó el pasado viernes, cuando milicianos del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA), un grupo armado conocido anteriormente como Aharak al Yaqin que fue creado por los rohingya exiliados tras la crisis de 2012, atacaron varios puestos policiales y una base militar en Rajine con un saldo de 109 muertos.
En respuesta, el Ejército birmano ha puesto en marcha "operaciones de limpieza" para dar con los insurgentes rohingya. Ha evacuado a la población no musulmana de Rajine y registra casa por casa en busca de supuestos milicianos entre esta minoría étnica y religiosa.
La situación había permanecido en relativa calma desde el pasado mes de octubre. Entonces, un ataque rohingya contra guardias fronterizos que se cobró nueve vidas entre los uniformados desató nuevos operativos militares que provocaron un éxodo de 87.000 personas hacia Bangladesh.
Naciones Unidas ha condenado la violencia rohingya y ha pedido a las fuerzas de seguridad que den una respuesta equilibrada a dichos ataques. Además, ha subrayado que esta situación podría haberse evitado si el Gobierno de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi hubiera abandonado la "retórica inflamatoria".
Este es el mayor estallido de violencia desde hace cinco años, cuando los enfrentamientos entre rohingya y budistas --que son mayoría en el resto de Birmania-- arrojaron un balance de más 200 muertos y 140.000 desplazados en la capital de Rajine.
Los rohingya son una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en Rajine. Son más de un millón de personas, pero el Gobierno birmano no les reconoce como ciudadanos porque considera que son descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh.