MADRID, 14 Oct. (Por Médicos Sin Fronteras) -
Hassan Sugal Takoy nació en Kismayo, Somalia, en 1987. Con tan solo cinco años, él y su familia se vieron obligados a huir de la guerra y encontrar refugio en el campo de Dagahaley en Dadaab, Kenia. Hassan comenzó a trabajar como traductor para MSF en 2011. Hoy es trabajador social.
Aquí cuenta la historia de su huida de la guerra de Somalia y su reacción ante el anuncio del Gobierno de Kenia del cierre de los campos de Dadaab en noviembre de este año:
"Tuvimos que huir de Somalia en 1992, cuando yo tenía cinco años. No recuerdo muy bien qué estaba pasando, pero recuerdo claramente los combates ocasionados por la guerra civil.
Había rumores de que las mujeres estaban siendo violadas. Debido a las amenazas de los hombres, mi madre se escondía entre los arbustos. Una vez, unos hombres la encontraron y la golpearon hasta dejarla inconsciente.
Mi padre fue asesinado cuando tratábamos de huir. Unos desconocidos que iban armados le atacaron. También asesinaron a algunos de nuestros vecinos y se llevaron todo el ganado.
Mi madre nos llevó hasta otro pueblo mucho más tranquilo. En este pueblo, oyó que alguna gente estaba huyendo hasta Liboi, ciudad fronteriza situada en Kenia, así que también fuimos hacia allá. Pasamos en Liboi diez días hasta que fuimos trasladados al campo de Dagahaley, en Dadaab.
NUEVA VIDA COMO REFUGIADOS
Recuerdo el día que recibimos la tienda de campaña y los utensilios. En ese momento empezó nuestra vida como refugiados. Fue un viaje agotador y nos dio mucho miedo. Todos tenían hambre y mi madre estaba triste.
Era muy duro verla llorar cada vez que hablaba de su experiencia de huir de la guerra de Somalia. En esos momentos quería salir de la tienda para llorar, pero sabía que tenía que demostrarle mi entereza. Me gustaría volver al pasado y sostener su mano para consolarla.
Tom Maruko/MSF
Nuestros vecinos venían con nosotros y nos consolaban, pero mi madre no se fiaba de nadie después de la muerte de mi padre. Tenía miedo y pensaba que el que había matado a su marido estaba entre los que habían huido. Esto dificultaba que mi familia y yo encontráramos apoyo.
NINGÚN SER HUMANO DEBERÍA VIVIR ASÍ
Fue un periodo doloroso para mi familia y para mí. Ningún ser humano debería vivir así: huir de la guerra, el hambre y el odio. Es una mala vida.
En 2003, mi madre falleció. Al principio se quejaba de dolores en el pecho, y unos meses más tarde ya tenía dolores de cabeza muy fuertes. Su salud se deterioraba día a día hasta el punto de llegar a vomitar sangre.
Tras pasar más de tres meses postrada en la cama, murió. Yo solo era un adolecente. Ella no debería haber muerto, solo tenía 50 años. Su muerte nos dejó totalmente solos.
Ante el anuncio del cierre solo pude reaccionar con frustración, asombro y miedo. Estoy asustado. Regresar significa volver a estar en peligro. Temo ser reclutado por alguna fuerza armada. Estoy muy asustado.
Tom Maruko/MSF
No quiero morir. Solo tengo 29 años.
El cierre afectará a todos y a cada uno de los refugiados y especialmente a ancianos y mujeres. Algunos padecen presión arterial alta, por lo que volver a Somalia significaría un empeoramiento de sus condiciones médicas. Probablemente morirían.
El sistema sanitario no es lo suficientemente estable como para atender a las mujeres embarazadas y prevenir la mortalidad materna. Me pregunto si los niños podrán conseguir sus vacunas ¿Está el sistema sanitario lo suficientemente equipado para poder atender a brotes como el sarampión? Se están realizando devoluciones de muchos refugiados y esto es sin duda un potencial caldo de cultivo para las enfermedades contagiosas.
Me gustaría decirles a los gobiernos de Kenia y Somalia, al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y a la comunidad internacional que respeten los derechos de las personas y los refugiados. Verse obligado a regresar es inhumano.
Dagahaley es el lugar al que yo llamo hogar".
8 DE CADA DIEZ NO QUIEREN REGRESAR
MSF ha publicado el informe 'De Dadaab a Somalia: empujados hacia el peligro' en el que se muestra que más de 8 de cada 10 de los refugiados encuestados afirman no querer volver a Somalia desde Dadaab, el campo de refugiados más grande del mundo.
Sus principales preocupaciones son el temor al reclutamiento forzado por parte de grupos armados, la violencia sexual y la falta de asistencia sanitaria.
Para el director general de MSF, Bruno Jochum, "está claro que los campos de refugiados no son la mejor manera de gestionar una crisis que se prolonga ya 25 años, pero cerrarlos ahora sin ofrecer otras soluciones duraderas empuja a los refugiados a volver de nuevo a una zona de conflicto, donde la atención médica se encuentra peligrosamente ausente".