La sequía se suma a otros problemas en la región, como los conflictos, la pandemia o las plagas de langostas
MADRID, 20 Feb. (EUROPA PRESS) -
La región del Cuerno de África está sufriendo una de las sequías más graves en su historia reciente. Entre 12 y 14 millones de personas se enfrentan a inseguridad alimentaria y escasez severa de agua en Etiopía, Kenia y Somalia, una situación que está llevando a miles de familias a tomar medidas "desesperadas" para sobrevivir.
La sequía ha dañado las cosechas y millones de cabezas de ganado, de las que dependen las familias de los pastores, están esqueléticas o muertas. En algunas partes de Kenia y Somalia, las cosechas de cereales serán entre un 60 y un 70 por ciento menores de media, mientras que en Kenia han muerto más de 1,4 millones de animales, revela la Agencia de Gestión de la Sequía del Gobierno del país.
En este contexto, el precio de los alimentos se incrementa en las áreas afectadas por la sequía, debido a una serie de circunstancias, entre las que por supuesto figuran las mermadas cosechas, pero también asuntos macroeconómicos y el incremento de los precios en mercados internacionales. Las familias, así, son incapaces de permitirse incluso artículos básicos y se ven forzadas a vender sus propiedades para comprar alimentos y otros artículos básicos para sobrevivir.
También, abandonan sus hogares en busca de alimentos, agua y pastos para el ganado, una circunstancia que incrementa el riesgo de violencia intercomunitaria y añade presión a los servicios básicos, ya limitados.
En Kenia y Somalia, los pastores recorren largas distancias para encontrar agua y pastos que les permitan sobrevivir, pero esta circunstancia genera tensiones y conflictos por los recursos y entre comunidades, lo que expone a mujeres, niños y ancianos a diversos riesgos y escasez de artículos básicos, como los alimentos, según informa la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
En Somalia, las personas migran a localidades cercanas y se unen a los campos para desplazados internos. También recorren largas distancias, controladas por grupos armados y contaminadas con explosivos, para buscar trabajo o asistencia humanitaria. En 2021, aproximadamente 169.000 personas estuvieron obligadas a desplazarse para buscar agua, alimentos y pastos, mientras que casi medio millón fueron desplazados forzosos a causa del conflicto, de acuerdo con los datos que maneja el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
A este contexto tenso hay que añadir también el aumento de los precios del ganado, que también alimenta el conflicto. El Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés) avisa de que los enfrentamientos entre pastores nómadas en las áreas afectadas por la sequía generan un círculo vicioso de incremento de la violencia y la inseguridad alimentaria.
Elamy, una madre de Etiopía que tiene siete hijos y recibe ayuda económica del Programa Mundial de Alimentos (PMA) para contrarrestar las actuales carencias, relata que su ganado está "en peligro" y el sustento familiar depende de él, por lo que hace todo lo que pude para que estos animales sigan vivos.
"Todas las mañanas los llevamos en busca de pastos lejanos, pero hasta esta zona se está secando", lamenta, lo que da a entender que la situación aún podría empeorar.
En esta situación, los más afectados son los niños y las mujeres. Se espera que unos 5,5 millones de niños estén gravemente desnutridos en Etiopía, Kenia y Somalia en 2022. De ellos, más de 1,6 millones experimentarán desnutrición aguda grave. La migración de los rebaños ha reducido la disponibilidad de leche, afectando negativamente a la nutrición, sobre todo de los niños menores de cinco años. La sequía también limita el acceso de los niños a la educación.
MATRIMONIO INFANTIL, ENFERMEDADES Y ACUMULACIÓN DE PROBLEMAS
En cuanto a las mujeres, la sequía incrementa el riesgo de que sufran violencia de género, explotación sexual y abusos. La OCHA advierte de que, en algunas comunidades, el matrimonio infantil ha aumentado, ya que las familias casan a sus hijas para aliviar la presión sobre los recursos de la propia familia o, eventualmente, conseguir dinero que les permita comprar alimentos y cubrir otras necesidades. Además, en algunos lugares, las familias deciden no enviar a las niñas a la escuela por los gastos, pero priorizan la educación de los niños.
Por otra parte, el hecho de que muchos puntos de recogida de agua se hayan secado o hayan perdido calidad incrementa el riesgo de que estas personas sufran enfermedades relacionadas con el agua o infecciones de la piel y los ojos, ya que las familias se ven obligadas a racionar el uso del agua y anteponen beber y cocinar sobre la higiene. Mujeres y niñas tienen que caminar largas distancias para conseguir agua lo que exacerba, de nuevo, su potencial exposición a violencia de género.
Al mismo tiempo, muchas de las comunidades afectadas por la sequía ya luchaban para enfrentarse a las consecuencias de otros problemas acumulados, como los conflictos --En Somalia y Etiopía--, las inundaciones, la pandemia de COVID-19 o las langostas del desierto. En 2019, muchas de estas comunidades fueron golpeadas por lluvias extremas, uno de los desencadenantes de la gigantesca plaga de langostas que comenzó a finales de 2019. En referencia a los conflictos, pueden limitar la libertad de movimiento de las personas que buscan aliviar las condiciones vitales a las que les ha empujado la sequía.
CADA VEZ MÁS FRECUENTE
Pero las sequías son un fenómeno cada vez más frecuente y grave en el Cuerno de África. Sólo en la última década ha habido tres: en 2010-2011, 2016-2017 y 2020-2021. La primera, combinada con el conflicto y con la complejidad que implicaba el acceso humanitario, causó una hambruna en Somalia. La segunda casi lleva a la hambruna a millones de personas en la región, pero pudo evitarse gracias a la rápida respuesta humanitaria. No obstante, la frecuencia creciente de este fenómeno hace que los más vulnerables no tengan oportunidad de reponerse y, una vez más, comienza el círculo vicioso.
"Los ciclos de sequía se están intensificando y ocurren cada vez con más frecuencia", señala la directora general adjunta de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Beth Bechdol, que ha puesto el foco en que es necesaria ayuda humanitaria "inmediata" para apoyar a las comunidades tras una visita a Kenia.
El plan de respuesta a la sequía en el Cuerno de África de la FAO requiere urgentemente de 130 millones de dólares (más de 114,4 millones de euros) para proporcionar asistencia crítica a las comunidades más vulnerables de las zonas más afectadas de los tres países. El dinero se destinará, por ejemplo, a la producción de más de 90 millones de litros de leche o 40.000 toneladas de cultivos alimentarios básicos en la primera parte de 2022.
"Se necesita actuar ya", asevera el coordinador subregional para África oriental de la FAO, David Phiri, que insiste en que la crisis causada por la sequía se está profundizando: "Las alarmas ya han sonado".