Biden y Sanders destacan en los primeros compases de una precampaña que suma ya una veintena de nombres
MADRID, 12 May. (EUROPA PRESS) -
El Partido Demócrata de Estados Unidos comienza a mover ficha para las elecciones presidenciales de 2020 sin tener clara todavía cuál debe ser la fórmula o el nombre del candidato para tumbar las aspiraciones de Donald Trump de seguir cuatro años más en el Despacho Oval. Veinte candidatos están ya inmersos en esta carrera en ciernes.
El excongresista Rahm Emmanuel, que también fue jefe de Gabinete con Barack Obama, plantea en un reciente artículo en 'The Atlantic' los tres requisitos que, en su opinión, debe cumplir el próximo candidato demóctrata: "autenticidad, credibilidad y viabilidad".
Con la inesperada derrota de Hillary Clinton en 2016 aún reciente y con Trump ya despojado de su imagen de anécdota, la precampaña de las primarias ha arrancado con una cascada de anuncios entre los que destacan los del exvicepresidente Joe Biden y el senador Bernie Sanders, los dos favoritos en una primera batería de sondeos que premian básicamente la popularidad de ambos políticos.
Según una encuesta de la Universidad de Monmouth, un 56 por ciento de quienes de declaran demócratas o que se inclinan por posiciones de este partido abogan por un candidato capaz de batir a Trump, aunque puedan discrepar de él en cuestiones concretas. Solo uno de cada tres prefieren un nominado con el que compartan posiciones ideológicas.
"Los bajos niveles de aprobación del presidente sugieren que, si gana un segundo mandato, los demócratas no podrán culpar a nadie más que a sí mismos", advierte Emmanuel, que insta a no repetir los errores de 2016, cuando "se rechazó de forma demasiado rápida la posibilidad de que los votantes pudiesen tomarse en serio a Trump".
"RECUPERAR" EL VOTO PERDIDO
El director del CIDOB, Pol Morillas, apunta que uno de los retos de los demócratas para los próximos comicios pasa por "recuperar" el voto de quienes optaron por Trump solo "por enfado", por ejemplo en antiguas zonas industriales que en los últimos años han perdido calidad de vida, y elegir un candidato capaz de cerrar viejas heridas.
Morillas advierte en declaraciones a Europa Press de que "hay muchas posibilidades de que (Trump) sea reelegido", entre otras razones porque el Partido Republicano, "a pesar de todo", ha cerrado filas en torno al mandatario, por lo que reconoce la necesidad de que los demócratas elijan a un candidato solvente si quieren tener algo que decir.
La investigadora del Real Instituto Elcano Carlota García Encina, experta en Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas, señala que las elecciones parlamentarias de noviembre, en la que los demócratas se hicieron con la Cámara de Representantes y los republicanos conservaron el Senado, demuestran que "no se ha dado la fórmula de cómo ganar a Trump". El presidente, añade la investigadora, va "fuerte" a la cita de 2020.
Para García Encina, el debate sobre el próximo candidato no se debería tratar tanto sobre el perfil más viable, sino sobre la estrategia que se debe seguir para, por lo menos mantener los votos que ganó Clinton en 2016. La exsecretaria de Estado se impuso entonces en número total de sufragios, pero el reparto por estados dio a Trump la victoria final en el Colegio Electoral.
La experta plantea la posibilidad de que se opte por un enfoque territorial, de tal forma que los demócratas se centren en estados del norte como Michigan, Wisconsin o Pensilvania o en otros del sur como Florida, Georgia, Texas y Arizona, en busca de unos representantes que podrían ser clave para obtener la mayoría del Colegio Electoral.
El Partido Demócrata se divide también entre visiones más moderadas y otras que, como Sanders o al también senadora Elizabeth Warren, se inclinan hacia posiciones más progresistas. Sin embargo, ni Morillas ni García Encina creen que esta última vía, más cercana a ideas propias de la socialdemocracia europea, pueda suscitar grandes mayorías.
Morillas asegura que la profundización en ideas más progresistas de lo acostumbrado para un candidato demócrata pueden contribuir a "polarizar" las posiciones ideológicas y a dar argumentos a Trump para acusar de "socialistas" a sus rivales políticos.
Rahm Emmanuel advierte previsamente de que "Trump va a usar los próximos dos años su púlpito para convencer de que los demócratas creen firmemente en la coacción, la dominación y el control por parte del Gobierno". "Está apostando a que si tacha a menudo a los demócratas de socialistas, podrá abrir una brecha que asuste a los votantes que oscilan" entre los dos grandes partidos, asevera.
ENTRE LA SOLVENCIA Y LA MODERACIÓN
Biden es 'a priori' el candidato moderado por antonomasia. A su favor juega su experiencia de ocho años como 'número dos' de la Administración de Barack Obama, que como recuerda García Encina "sigue siendo muy popular para los demócratas", pero en su contra tiene que representa el "'establishment'" del que muchos votante de base buscan ahora desmarcarse.
La investigadora del Real Instituto Elcano apunta también la idea de que se apueste por "una cara para una nueva generación", en la medida de que tanto Biden como Sanders llegarían a la Casa Blanca --en caso de victoria-- con edades cercanas a los 80 años. Aquí podría entrar la "renovación" que representan otros candidatos menos conocidos y más jóvenes, como el alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg, tercero en algunos sondeos.
Por sexos, la carrera vuelve a estar dominada por los hombres --catorce aspirantes frente a seis--, aunque hay perfiles de mujeres que podrían encajar con lo que los demócratas esperan de una candidata solvente. La mayoría tienen experiencia en el Capitolio, si bien los datos de 2016 dejaron en evidencia que Clinton no arrastró en masa el voto femenino solo por el hecho de ser mujer.
Morillas reconoce que la elección de una mujer o un representante de las comunidades afroamericana o latina --o la combinación entre varias de estas premisas, como puede ser el caso de Kamala Harris-- podría "sumar" a las opciones de la candidatura demócrata. Julián Castro, exsecretario de Vivienda con Obama, es en esta ocasión el estandarte hispano.
En cualquier caso, la irrupción de Trump ha obligado a analistas y políticos a replantearse lo que debe tener un buen candidato para hacerse con la victoria. No en vano, pocos previeron en 2016 en los primeros compases de la precampaña que un magnate de los negocios, estrella de la televisión, ofensivo con mujeres y extranjeros y con dos matrimonios fallidos a sus espaldas pudiese ser presidenciable.