QAYARA 11 Abr. (Reuters/EP) -
Cientos de niños, muchos de ellos menores de un año, se mueren de hambre en el norte de Irak y muestran síntomas de desnutrición severa grave, en una región donde la guerra contra el Estado Islámico en Mosul ha dejado los servicios sanitarios y humanitarios totalmente colapsados.
Los equipos sanitarios que operan en la región se ven obligados a presenciar sin remedio cómo cientos de bebés lloran en las salas de espera debido a los retortijones que les produce el hambre. Sin embargo, la mayor parte de ellos sufren tal grado de desnutrición que alimentarles de manera corriente sólo haría que su situación empeorase, según han explicado los médicos que tratan a estos menores en Qayara, al sur de Mosul.
En las últimas semanas ha abierto un nuevo pabellón sanitario en la región, especializado en pediatría para hacer frente al creciente número de niños de Mosul que muestran síntomas de desnutrición severa grave. La inmensa mayoría de ellos no alcanzan los seis meses de edad.
Su corta edad implica que nacieron mientras el Ejército iraquí, con el apoyo aéreo de Estados Unidos, lanzaba su campaña militar para recuperar Mosul, cortando todas las vías de acceso a la ciudad. Las fuerzas iraquíes lograron así asediar a los milicianos yihadistas dentro de Mosul pero también a los miles de civiles que todavía viven en la urbe.
"Por lo general, las crisis nutricionales son mucho más comunes en África y no en este tipo de país", ha señalado la pediatra Rosanna Meneghetti desde el hospital, que está gestionado por Médicos Sin Fronteras (MSF) en la localidad de Qayara, unos 60 kilómetros al sur de Mosul. "No contábamos con esto", ha añadido.
Hasta la fecha, el número de casos de desnutrición registrados está por debajo de los niveles considerados críticos. Sin embargo, pone de relieve la gravedad de la situación de los civiles desplazados por el conflicto en los alrededores de Mosul.
Las fuerzas iraquíes han recuperado la mayor parte de la ciudad, pero están encontrando grandes dificultades a la hora de expulsar a los milicianos del oeste de la ciudad, donde se encuentra el casco histórico.
Los habitantes que han logrado escapar de la ciudad alegan que apenas hay comida ni medicamentos dentro de Mosul, donde la mayoría de la población tiene que sobrevivir a base de masa de harina y agua. Los pocos alimentos que quedan son demasiado caros para los civiles y los utilizan los yihadistas para alimentar a sus tropas.
"LO NUNCA VISTO"
En Qayara, un equipo de médicos monitoriza el progreso de los bebés gramo a gramo, a los que alimenta con una pasta a base de cacahuetes que les acostumbrará de forma gradual a los alimentos sólidos, con el objetivo de que ganen peso gradualmente y no de golpe, lo que podría resultar fatal.
En una de las camas duerme un bebé de seis meses que pesa 2,4 kilos, menos de la mitad de lo que de media pesa un niño de su edad. Los pequeños también son tratados por otro tipo de enfermedades asociadas a la desnutrición, que afecta al sistema inmunológico y los hace más vulnerables a otro tipo de infecciones.
"Es algo nuevo en Irak", ha contado la coordinadora de proyectos de MSF en el país, Isabelle Legall. "La mayor parte de los doctores iraquíes nunca antes habían visto síntomas de desnutrición", ha apuntado.
Gran parte del problema radica en la falta de tradición que hay entre la población iraquí de dar el pecho, ya que por lo general suele preferir alimentar a los bebés con leche en polvo. Incluso aquellas que quieren dar el pecho encuentran grandes dificultades, debido al estrés y al continuo cansancio físico que implica vivir en una zona de guerra. "Las madres están muy estresadas y apenas encuentran qué comer, por lo que no producen casi leche", ha explicado Meneghetti.
Una de las madres en el hospital ha explicado cómo no le quedó otra opción que alimentar a su recién nacido con azúcar disuelto en agua, yogur o una mezcla de harina con agua. "Todo esto es por culpa del Estado Islámico", ha dicho, entre lágrimas.
DOS PACIENTES POR CAMA
Pero en Qayara no sólo atienden a niños con problemas de desnutrición. De media, más de la mitad de los pacientes de la sala de emergencias en el hospital que gestiona MSF tienen menos de 15 años. Los servicios sanitarios están tan desbordados que tienen que colocar a dos pacientes en cada cama.
El área destinada a las mujeres está llena de niños recuperándose de heridas provocadas por las explosiones y los bombardeos, como piernas rotas, quemaduras y heridas causadas por la metralla. Decenas de pequeños sufren infecciones respiratorias, como la neumonía. La mayor parte de estos niños proceden de campos para desplazados, donde las duras condiciones de vida permiten que los virus se propaguen con mayor facilidad.
En una esquina, la pequeña Dua Nawaf, de ocho años, tiene una expresión sobrecogedora. Cuenta con enormes quemaduras en la cabeza y en las manos, consecuencia de un ataque aéreo lanzado la semana pasada por la coalición que lidera Estados Unidos, que causó la muerte de 100 personas en el distrito de Jadida, en Mosul. Sus padres perdieron la vida en el ataque.
"La familia me ha dicho esta mañana que la pequeña está teniendo problemas, especialmente por la noche, así que estamos intentando hacerle un examen psicológico", ha contado Meneghetti, mientras sacaba un globo de su bolsillo y lo inflaba delante de la niña. Dua apenas ha sonreído al recibirlo.