La desnutrición y las complicaciones médicas amenazan la vida de millones de pequeños, pero los centros apoyados por UNICEF representan un salvavidas para mucho de ellos
MADRID, 16 Oct. (Por Zerihun Sewunet y Victor Chinyama, del equipo de Comunicación de UNICEF Somalia) -
En Somalilandia (Cuerno de África, noreste del continente) desde este verano el ganado se está muriendo, puesto que no hay nada para que las cabras y los camellos se alimenten, y la gente está sufriendo porque los pozos se secan. Los expertos no dudan al afirmar que esta es la peor sequía de los últimos 40 años. Y las lluvias han dejado de caer por quinta temporada consecutiva.
Somalilandia, como otros países de la zona, está afectada por una grave sequía. La escasez crónica de agua y pastos ha obligado a miles de personas a huir lejos de sus aldeas. A medida que las vacas, las ovejas, las cabras, los camellos y los burros empiezan a perecer, las comunidades de pastores luchan por encontrar comida.
La sequía no solo significa falta de agua, también que los niños y niñas tienen hambre y sed todos los días. Se ven obligados a caminar muchos kilómetros en busca de estos elementos para sobrevivir, lo que en muchos casos les enferma. Sufren desnutrición y se vuelven aún más vulnerables a enfermedades mortales como el sarampión y el cólera.
Con tan solo un año, la pequeña Mersinale es una de las afortunadas. Se encuentra en un centro de nutrición en el Hospital Hargeisa, que apoya UNICEF. Aquí ingresan los niños y niñas con desnutrición aguda, junto a otras complicaciones médicas y falta de apetito, para mejorar su estado de salud y, en algunos casos, salvar su vida.
Mersinale llegó muy desnutrida junto a su hermana gemela. "Tenía miedo de perderlas a las dos. Aunque Mersinale era la que estaba más gravemente enferma y débil, Obsinale tampoco estaba del todo fuerte", nos cuenta la madre, Fatuma.
"Me emociona verlas jugar y reír", dice su tía, que las visita a las dos en el hospital. Hoy el médico les ha dicho que estaban listas para recibir el alta y marchar a casa. Continuarán recibiendo alimentación complementaria de forma ambulatoria, lo que sin duda les ayudará a mantener su recuperación y evitar una recaída.
Los niveles persistentes de desnutrición aguda alcanzan de manera desproporcionada a la población más pobre de las zonas urbanas y a los pastores afectados por la sequía. Sus hijos e hijas son especialmente vulnerables porque estas familias no pueden permitirse mejorar su dieta para prevenir o recuperarse de la desnutrición. El centro de estabilización es el único sitio donde las familias desatendidas de la ciudad y los campamentos de pastores cercanos pueden acceder a la atención que tanto necesitan sus hijos de forma gratuita.
El centro está lleno, ya no le quedan más camas para los niños y niñas enfermos, y los nuevos tienen que ser recibidos con colchones en el suelo. "Si las lluvias no llegan rápidamente, la situación empeorará a diario y la cantidad de pacientes aumentará incluso hora tras hora. No podemos manejar esta situación y no podremos salvarlos", explica el director del centro de estabilización, el doctor Abdul Rahman Abdulahi.
Desde UNICEF, junto a otras muchas organizaciones y las autoridades locales, ofrecemos tratamiento urgente a cientos de miles de niños y niñas en Somalia con desnutrición aguda grave, y apoyamos la detección temprana y el tratamiento de la desnutrición crónica infantil. Aun así, necesitamos intensificar la respuesta, o los niños y niñas morirán.
Zakaria Ayanle, de dos años, ha pasado doce días en otro centro de estabilización de Somalilandia, el del Hospital Ainabo, recibiendo tratamiento contra la desnutrición aguda grave. Su madre, Nimo Seleban, de 30 años, nos relata que el pequeño había tenido diarrea y había estado vomitando durante dos días enteros antes de llevarlo al hospital.
Zakaria dejó a sus otros dos hijos al cuidado de su abuela en Hayra, un pueblo a 70 kilómetros de distancia. Dice que la comida escasea y que la familia ha perdido 40 de sus 70 cabras debido a la sequía. "Nunca antes había visto una sequía tan severa como esta. Estoy preocupada por los niños y niñas que he tenido que dejar", añade.
El doctor Ismail Khalif está tratando a Zakaria. Afirma que su estado ha mejorado y que le darán el alta en las próximas 48 horas. "Los ingresos de niños con desnutrición aguda grave han aumentado durante los últimos cinco meses a causa de la sequía (...) La pérdida de ganado está privando a los niños y niñas de carne y leche, y rompiendo la columna vertebral económica de esta región. Hay muchas más personas luchando por encontrar comida", sostiene.
Las cifras hablan por sí solas. Este hospital está admitiendo unos 70 niños al mes, frente a la media habitual de 20. La complicación más común es la diarrea, que está directamente relacionada con agua potable inadecuada y un saneamiento deficiente. Los niños y niñas permanecen en el hospital un promedio de dos semanas y quienes requieren cuidados intensivos son derivados al hospital de Hargeisa, a 400 kilómetros de distancia, el mismo donde se han curado las gemelas Mersinale y Obsinale.
En UNICEF ayudamos a este centro proporcionándole suministros para ofrecer tratamientos nutricionales, como leche terapéutica, alimentos terapéuticos listos para su consumo y galletas con alto contenido energético. El doctor Khalif explica que la mayor necesidad en estos momentos es la de comida para los cuidadores. "Vienen de muy lejos. Se quedan junto a la cama hasta que el niño o la niña se cura. Todo este tiempo, no tenemos comida para darles, y se ven obligados a pedir limosna a la comunidad local".