Parte de las chicas de Chibok liberadas, en una imagen de archivo
STRINGER . / REUTERS
Actualizado: jueves, 17 agosto 2017 12:36

ABUYA (NIGERIA), 17 (Thomson Reuters Foundation/EP)

Naomi Adamu y Sarah Samuel, dos de las más de 200 estudiantes nigerianas que fueron secuestradas en 2014 por el grupo yihadista Boko Haram en un colegio de Chibok, escribieron diarios secretos durante su cautiverio en los que revelaron que el rapto no estaba planeado, según Thomson Reuters Foundation, que ha tenido acceso a una copia de estos documentos.

Naomi Adamu escribió en uno de los cuadernos que cuando Boko Haram fue a la escuela, su objetivo no era secuestrarlas, sino robar maquinaria para la construcción de viviendas. Al no encontrar lo que querían, en un primer momento los milicianos no sabían qué hacer con las chicas.

"Uno de los hombres dijo que deberían quemarnos a todas y otros milicianos dijeron: 'No, llevémoslas a Sambisa (una base alejada del grupo terrorista)... si las llevamos a Shekau (cabecilla del grupo), él sabrá qué hacer con ellas'", escribió Adamu.

En los diarios las chicas documentaron desde la noche de su detención hasta los horrores a los que las sometió el grupo terrorista, pasando por sus actos de resistencia o su falta de esperanza de volver a casa algún día.

La estudiante ha manifestado que comenzaron los relatos en secreto unos meses después del secuestro, cuando Boko Haram les dio unos cuadernos de ejercicio para sus clases de Corán.

En la redacción de los cuadernos, las escolares recibieron la ayuda de otras tres chicas. "Lo escribimos juntas, cuando una estaba cansada se lo dábamos a otra para que continuara", ha dicho Adamu, una de las 82 estudiantes a las que Boko Haram dejó salir del cautiverio en mayo, en una segunda ola de liberaciones tras la vuelta a casa de 21 de las secuestradas en octubre de 2016.

EL DÍA A DÍA CON BOKO HARAM

Según los escritos, la rutina de las chicas en cautiverio se basaba en recibir palizas, asistir a clases coránicas, realizar trabajos forzosos y recibir presión para que se casaran y se convirtieran. La crueldad y la brutalidad estaban siempre presentes.

El documento describe que cinco de las chicas intentaron escapar, los yihadistas las cogieron, escarbaron un agujero en el suelo, le dieron un cuchillo a una de sus compañeras de clase y le dijeron que "o les cortaba las cabezas a sus amigas o le cortaban la suya".

"Les suplicamos, lloramos, y nos dijeron que la próxima vez que intentemos escapar nos cortarán el cuello", escribió Adamu.

En otra ocasión, los milicianos les quitaron la ropa a las chicas que se habían negado a convertirse al islam y les dijeron que las iban a rociar con gasolina y a quemarlas vivas. "Dijeron: vais a morir, si no queréis ser musulmanas os vamos a quemar", escribieron en uno de los diarios.

En ese momento en que pensaban que iban a morir, los milicianos empezaron a reírse, las latas contenían agua, no gasolina, según los escritos de las estudiantes.

CONTINÚA EL CAUTIVERIO

Algunas chicas más han conseguido escapar o han sido rescatadas, pero se tienen pruebas de que al menos 133 de las chicas siguen en manos del grupo terrorista.

Varias estudiantes que huyeron con éxito en la base del grupo en el bosque de Sambisa acabaron en una tienda cercana donde pidieron ayuda, agua y comida a los propietarios.

"Las chicas les dijeron: somos las chicas que Boko Haram raptó en Chibok. Uno de los propietarios dijo: ¿no son estas las hijas de Shekau?", escribió Adamu.

Los dueños de la tienda dejaron que las chicas pasaran la noche allí, pero al día siguiente las devolvieron a la base de Boko Haram, donde recibieron fuertes palizas y las amenazaron con ser decapitadas.

A pesar de haber sido liberada, Adamu ha mostrado mucha preocupación por su mejor amiga y coautora de los diarios, Sarah Samuel, que se encuentra todavía con el grupo terrorista, habiendo tenido que casarse con uno de sus milicianos.

"Ella se ha casado con uno de ellos porque no le daban comida ni bebida", ha manifestado Adamu. "No todo el mundo puede sobrevivir a una cosa así", ha añadido. "Sufrí mucho... No puedo dejar de pensar en ella", ha concluido la estudiante.

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