BANDA ACEH (INDONESIA), 26 Dic. (UNICEF) -
Imagina esto: es uno domingo de finales de diciembre. Te despierta un fuerte terremoto a primera hora de la mañana y sabes que algo va mal.
Pronto, corres de las aguas de un tsunami que está allanando todo a su camino. Has perdido de vista a los miembros de tu familia y tu único pensamiento es intentar salvar tu vida llegando a tierras altas. Llegas a lo alto de una colina, junto con otros, algunos de los cuales han resultado heridos en la desbandada para escapar del agua.
Mirando atrás a la localidad de Banda Aceh más abajo, ves una imagen de devastación. Árboles, casas y carreteras han sido arrasados. Los escombros se amontonan por todas partes: láminas de metal, basura, ramas * y cuerpos. Has perdido todo y no tienes ni idea de si los miembros de tu familia han sobrevivido o cómo lo han hecho. Toda la infraestructura ha desaparecido. Y a medida que tu mente intenta asimilar lo que acaba de suceder, repentinamente se te pasa por la cabeza, he sobrevivido a este desastre, pero ¿qué voy a beber y comer? ¿Dónde voy a domir?
El tsunami del océano Índico que golpeó Banda Aceh hace diez años, el 26 de diciembre de 2004, dejó unos 170.000 muertos en este extremo norte de la isla indonesia de Sumatra. También dejó decenas de miles de personas más sin alimentos, ropa o cobijo. Inmediatamente después, UNICEF acudió para ayudar a prestar algunas de las necesidades básicas, como agua potable, uno de los compromisos centrales de la organización para los niños en las emergencias, para reducir el riesgo de enfermedades transmisibles por el agua que a menudo causas muchas muertes.
AGUA SEGURA PARA 100.000 DESPLAZADOS
Foto: UNICEF
Pronto, la organización había identificado una planta de tratamiento de agua en Lambaro, un suburbio de Banda Aceh que no se había visto afectado por el tsunami, que había quedado en desuso. UNICEF ayudó a ingenieros y técnicos indonesios a reconstruir la planta y ponerla en funcionamiento de nuevo.
"Trabajamos día y noche contrarreloj", relata Teuku Novizal Ayub, antiguo director de la planta. Esta suministró agua para unos 100.000 desplazados internos que estaban viviendo en campamentos en Banda Aceh y sus alrededores.
Pero, de forma crucial, el trabajo se hizo con un objetivo a largo plazo en mente. "Intentamos asegurarnos de que el trabajo que hicimos creara un recurso sostenible para que siguiera proveyendo agua limpia durante todo el tiempo posible", añade Ayub.
Hoy en día, diez años después de aquella desastrosa mañana, la planta en Lambaro sigue sirviendo a los habitantes de Banda Aceh. El agua que procesa alimenta el sistema de cañerías de la ciudad, dando suministro de agua potable segura a unas 50.000 personas.
El trabajo de UNCEF en la planta de tratamiento de agua es solo un ejemplo del enfoque de la organización de 'Building Back Better' (Volver a construir mejor) tras el tsunami del océano Índico.
CONSTRUYENDO MEJORES ESCUELAS
Foto: UNICEF
Los niños en la escuela primaria Muhammadiyad en Banda Aceh también se están beneficiando de este enfoque. Los edificios de la escuela original fueron destruidos por el tsunami. Solo 17 de sus 300 alumnos sobrevivieron ese día.
Los edificios de la escuela eran estructuras semipermanentes hechas de hormigón y madera que a menudo permitían que entrara la lluvia. Los pupitres y las sillas habían sido fabricados de madera de contrachapado.
UNICEF prometió 'Build Back Better' para garantizar que la nueva escuela Muhammadiyah sería capaz de suportar futuros desastres naturales.
Tras el tsunami, los ingenieros diseñaron nuevos edificios escolares a prueba de terremotos, con cimientos más profundos y sistemas de soporte más firmes. Los pupitres ahora están hechos de delgadas superficies de madera unidos a patas metálicas.
"Nos sentimos muy a gusto ahora sabiendo que los niños están más seguros", explica Ibu Zahariah, directora del centro.
La escuela primaria Muhammadiyah se convirtió en el modelo para más de 300 escuelas que UNICEF reconstruyó en la provincia de Aceh tras el tsunami.
SIMULACRO DE TERREMOTO
Foto: UNICEF
Los estudiantes también practican con frecuencia el simulacro de terremoto. Cuando suena la alarma, se tumban en el suelo y se refugian debajo de sus pupitres, alejados del peligro de los cristales de las ventanas. Saben que cuando el temblor ha cesado deben salir fuera.
Durante el simulacro, salen de sus clases al patio central, donde hacen filas en grupos y sus profesores les recuentan. También tienen nociones básicas de primeros auxilios y dónde encontrar camillas para ayudar a amigos que pudieran haber resultado heridos.
Nasywa Zulkarmain, una genio de las matemáticas de 11 años, sabe todo sobre el tsunami de lo que le han contado sus padres y sus hermanos mayores. La familia sobrevivió subiéndose a su coche y conduciendo hacia tierras altas.
"Me dan miedo los terremotos", asegura esta alumna de sexto grado que solo tenía un año cuando golpeó el tsunami. "Pero también sé qué hacer", añade.
La directora quedó destrozada en 2004 cuando tantos de sus alumnos fallecieron en el tsunami. Ahora sabe que niños como Nasywa tendrán muchas más opciones de sobrevivir si otro tsunami golpea Banda Aceh.
"No creo que los niños entrarían en pánico", afirma. "Es un alivio saber que están preparados y que serían capaces de protegerse a sí mismos", agrega.
UNICEF trabajó duro no solo para reconstruir infraestructura sino para construir de nuevo esa infraestructura mejor. Diez años después, proyectos que UNICEF comenzó durante su respuesta humanitaria al tsunami siguen beneficiando a la comunidad.