MADRID, 4 Sep. (EDIZIONES) -
Casi 350.000 inmigrantes y solicitantes de asilo han llegado en lo que va de año a las costas europeas, con Italia y Grecia como principales destinos de un flujo que nada hace presagiar que vaya a remitir en las próximas semanas, salvo que las condiciones meteorológicas lo impidan.
Italia, que ha recibido este año más de 115.000 inmigrantes y solicitantes de asilo, espera que hasta finales de septiembre se produzcan otras 20.000 llegadas, mientras que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ya ha prevenido de que hasta noviembre, cuando las condiciones climáticas empiezan a ser adversas para la travesía, quedan muchas semanas en las que estas personas podrían echarse a la mar en busca de un futuro mejor.
Los más de 2.750 muertos que han dejado en lo que va de año las anticuadas y sobrecargadas embarcaciones en las que inmigrantes y refugiados tratan de llegar a las costas europeas no parecen disuadir a los que se plantean el peligroso camino de miles de kilómetros que la mayoría de ellos recorren huyendo de los conflictos y de la falta de libertades en sus países.
Estos son diez de los muchos motivos por los que la llegada de inmigrantes y refugiados a Europa no cesará:
1. La guerra civil en Siria no tiene visos de terminar tras haber dejado ya unos 250.000 muertos a sus espaldas. El conflicto, lejos de encaminarse hacia su resolución, parece complicarse cada día más por la emergencia de nuevos actores y por las posiciones enfrentadas que mantienen las dos grandes potencias, Estados Unidos y Siria.
La campaña de bombardeos aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos contra el grupo terrorista Estado Islámico no parece estar dando los frutos esperados y aunque los milicianos de negro han perdido terreno en algunas partes, principalmente frente a las milicias kurdas que recuperaron Kobani, también se han apuntado algunas victorias como la conquista de Palmira.
2. El conflicto en Siria ha dejado hasta el momento más de cuatro millones de refugiados en los países vecinos y 7,6 millones de desplazados internos. Además, en el país hay 12,2 millones de personas que necesitan asistencia humanitaria, según los últimos datos de la ONU.
Pese a estas necesidades, del total de fondos solicitados por la ONU este año para atender la crisis de Siria solo se han recibido el 31,4 por ciento (908,82 millones de dólares) mientras que el 68,6 por ciento restante (1.984,6 millones de dólares) aún no ha sido cubierto a falta de cuatro meses para que termine el año.
Esta falta de fondos tiene consecuencias en la ayuda que reciben tanto refugiados como desplazados sirios. Las agencias de la ONU y las ONG se ven obligadas a recortar sus programas de asistencia, lo que deja a muchas de estas personas sin una vía de sustento y por tanto les empuja a buscar una salida tratando de llegar hasta Europa.
3. Líbano es el país más afectado por la guerra en la vecina Siria, tanto en el plano político como también social y de seguridad. El país ha dado cobijo a más de 1,11 millones de sirios que representan ya uno de cada cuatro de sus habitantes.
Dado que en este país no hay campos de refugiados como tales, los sirios buscan cobijo con familiares y amigos o tratando de alquilar viviendas, además de estableciendo campamentos improvisados, lo que supone una carga adicional para las comunidades locales en las que no existen de antemano buenos servicios.
Dos tercios de los refugiados sirios en Líbano y Jordania viven en la pobreza absoluta
La complicada situación política en el país, con un Gobierno interino y sin presidente desde mayo ante la dificultad para encontrar un equilibrio entre chiíes, suníes y cristianos, tampoco ayuda a mejorar el panorama. Así las cosas, algunos expertos advierten de que podría producirse un estallido social y enfrentamientos entre los libaneses y los refugiados.
También en Jordania la carga que representan los refugiados, que aquí si viven en muchos casos en campos específicos gestionados por ACNUR, empieza a pasar factura. En este país residen unos 750.000 refugiados sirios. Según las estimaciones de ACNUR, dos tercios de los refugiados sirios en Líbano y Jordania viven en la pobreza absoluta.
4. Turquía es el país que más refugiados sirios alberga, 1,9 millones. Inicialmente, el Gobierno turco se mostró muy permisivo con la entrada de refugiados que huían del conflicto en Siria pero en los últimos tiempos, especialmente tras el auge del grupo Estado Islámico, que llevó su ofensiva hasta la frontera, se han endurecido las medidas y se ha procedido a cerrar la frontera.
La situación de los refugiados sirios en Turquía es algo mejor que en los otros países de la región, puesto que a algunos de ellos se les permite trabajar, ir a la escuela o recibir tratamiento médico, lo que no quita que sean muchos los que vivan en unas condiciones precarias.
La presión que ejercen estos casi dos millones sobre Turquía hace que en cierta medida las autoridades del país estén relajando el control y facilitando la salida de muchos de ellos por mar. En lo que va de año, unas 205.000 personas han llegado a Grecia en embarcaciones de todo tipo procedentes de Turquía, de las que el 63 por ciento son sirios.
5. Libia vive sumida en una situación de caos prácticamente generalizado con dos gobiernos enfrentados y con los grupos islamistas ganando terreno, especialmente Estado Islámico, que se ha hecho con el control de algunas zonas.
Esta circunstancia ha hecho que las mafias que trafican con personas y controlan la ruta del Mediterráneo Central hayan incrementado las travesías, sobrecargando los barcos para ahorrar en gastos y ocasionando con ello numerosos naufragios que han dejado en lo que va de año unos 2.500 muertos.
Libia es un paso obligado para los inmigrantes que llegan de otros países africanos, especialmente Eritrea y Somalia, y han sido numerosas las ONG que han denunciado las condiciones de abusos a las que son sometidos dentro del país.
Así, aquellos que son detenidos viven en condiciones infrahumanas en los centros de detención mientras que los que están en manos de las mafias son explotados y retenidos contra su voluntad, mediante palizas y torturas, hasta que pagan su billete hacia Europa.
6. Eritrea es un país del Cuerno de África del que se suele hablar poco en los medios pero donde el respeto por los Derechos Humanos ha sido duramente criticado por organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch.
Así, no están permitidos los partidos políticos y la libertad de expresión está fuertemente restringida. Además, el servicio militar obligatorio puede llegar a convertirse en indefinido en muchos casos, por lo que son muchos los jóvenes que huyen buscando una vida mejor. En este sentido, según los datos de ACNUR, del total de llegadas de este año el 10 por ciento son eritreos, mientras que estos son el mayor grupo de los que llegan a Italia.
7. El segundo grupo más numeroso en llegar a Europa lo constituyen los afganos (un 12 por ciento), en cuyo país la violencia sigue estando a la orden del día pese a los intentos por parte del presidente, Ashraf Ghani, de dialogar con los talibán. La salida de las tropas de combate aliadas también ha contribuido a que la situación de inseguridad se mantenga.
Igualmente son muchos los que llegan hasta Europa desde Irak, donde la ofensiva lanzada el año pasado por Estado Islámico ha dejado una parte del país en manos del grupo terrorista, mientras que la inestabilidad política y la tradicional división entre chiíes (mayoritarios) y suníes genera de forma recurrente disputas y actos de violencia.
También constituyen un grupo importante los procedentes de países en conflicto en África, como Somalia, donde la lucha contra el grupo terrorista Al Shabaab no ha conseguido erradicarle y donde el Gobierno se esfuerza por controlar el territorio; o Nigeria, donde el nuevo presidente, Mohamadu Buhari, se ha comprometido a acabar con Boko Haram, un grupo terrorista cuya violencia ha ocasionado 1,5 millones de desplazados y más de 230.000 refugiados en la región
8. La decisión de Hungría de construir una valla en su frontera con Serbia con el fin de evitar el paso de inmigrantes y refugiados también está siendo un detonante del actual aumento en las llegadas, según las organizaciones humanitarias.
Hungría se ha convertido en la puerta de acceso al espacio Schengen, y por añadidura la vía para llegar a Alemania y otros países del norte de Europa, para los refugiados que cruzan desde Turquía hasta Grecia y desde ahí continúan su viaje atravesando Macedonia y Serbia hasta llegar a territorio húngaro.
Hungría se ha convertido en la puerta de acceso al espacio Schengen
La valla aún no ha sido completada y en las últimas semanas se han visto imágenes de refugiados desesperados saltando las alambradas con sus hijos en brazos. Desde las organizaciones humanitarias estiman que muchos se han lanzado a hacer el trayecto cuanto antes por temor a que cuando ésta esté construida no sea posible el paso por Hungría y haya que buscar otras rutas.
La semana pasada el portavoz de la OIM, Joel Millman, acusó incluso a las autoridades húngaras de estar financiando a las mafias que trafican con personas con su medida. "Nuestro punto de vista sobre la construcción de la valla es que es un subsidio indirecto a los traficantes. Si se crea una barrera, simplemente cobrarán a las personas a las que transportan más dinero para evitar esa barrera", subrayó.
9. El tráfico de personas hacia Europa y dentro de sus fronteras no cesará mientras siga siendo un negocio lucrativo. No existen datos concretos sobre los ingresos que genera este negocio al año, pero estamos hablando de decenas de millones o incluso cientos de millones de euros al año.
En función del punto de partida, las costas de Libia o las de Turquía esencialmente, el precio del pasaje varía. En general, los inmigrantes y refugiados pagan del orden de 1.000 a 2.500 euros, aunque algunos de ellos hablan incluso de más dinero.
El precio varía en función de cómo se vaya a realizar la travesía. En el caso de los barcos que parten de Turquía suelen ser de menor tamaño (fundamentalmente botes hinchables) y no hay tantas diferencias respecto a los precios, pero los que parten desde Libia pagan precios distintos en función de si viajan en cubierta --pasajes VIP-- o si lo hacen en la bodega.
Estos últimos, como han demostrado tragedias recientes, tienen más posibilidades de morir en caso de naufragio o incluso por los gases que emanan del motor y el hacinamiento en el que van.
En el caso de Libia, un país en caos, el tráfico de personas se ha convertido en una salida para sobrevivir para algunos de sus habitantes, aunque generalmente se trata de mafias bien organizadas que se aprovechan además del hecho de que, generalmente, los barcos rescatados en alta mar son abandonados y pueden ser recuperados para nuevas travesías.
Pero el negocio no está solo en las travesías por mar, también hay un negocio previo para salir de los respectivos países del que se lucran en muchos casos funcionarios y miembros de las fuerzas de seguridad corruptos, que hacen la vista gorda para sacar tajada del negocio. E igualmente, existen mafias dentro del continente europeo que ayudan a los que consiguen pisar tierra firme a alcanzar su destino final, generalmente los países del norte de Europa.
10. Tanto la ONU como las principales organizaciones de defensa de los Derechos Humanos llevan tiempo reclamando a la UE que se incrementen las vías de entrada legal para los refugiados, subrayando que si estas personas pudieran venir sin necesidad de recurrir a traficantes y arriesgar sus vidas, el flujo sería mucho más ordenado.
El último en hacer un llamamiento en este sentido ha sido este viernes el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Antonio Guterres, pero ésta es una petición que han formulado igualmente desde Amnistía Internacional, Human Rights Watch o Médicos Sin Fronteras.
Por el momento, la UE ha hecho oídos sordos y, aunque en los últimos días numerosos líderes europeos han llamado a formular una nueva política de asilo europea, lo cierto es que no se han adoptado aún medidas concretas.
Los líderes europeos están enzarzados igualmente en el debate sobre el reparto solidario de la carga que los cientos de miles de personas que están llegando suponen para los países más afectados, principalmente Italia y Grecia, y ahora también Hungría. La Comisión Europea propuso que los Veintiocho se repartieran en función de una serie de criterios a 40.000 de estos refugiados, pero a fecha de julio solo había compromisos para acoger a 32.000.
La imagen esta semana de Aylan Kurdi, el niño sirio de 3 años muerto en el naufragio del barco en el que trataba de llegar a Grecia con su familia y cuyo cuerpo llegó a una playa turca, ha generado una oleada de reacciones y la Comisión Europea ha dicho que va a proponer ahora que sean 120.000 los refugiados a acoger de forma justa entre los países miembro.