MADRID, 13 Ene. (EUROPA PRESS) -
El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, William Burns, se ha reunido con dos de las más altas personalidades del panorama político y de seguridad de Libia, el primer ministro del Gobierno de unidad de Trípoli, Abdulhamid Dbeibé, y el mariscal Jalifa Haftar, rival de las autoridades de la capital, en su primera visita oficial al país africano.
Los encuentros se producen en medio de una enorme crisis interna en Libia, que vuelve a enfrentar a dos administraciones paralelas, la de Trípoli y la del este del país, con Fazi Bashaga como "primer ministro. La hoja de ruta a las elecciones, previstas inicialmente para finales de 2021, está completamente paralizada y la seguridad de la población se ve constantemente amenazada por enfrentamientos esporádicos entre grupos armados, particularmente en zonas próximas a yacimientos de petróleo.
Durante el encuentro con Dbeibé, Burns subrayó la "necesidad de desarrollar las relaciones económicas y de cooperación de seguridad entre ambos países" y destacó "el crecimiento experimentado por Libia" desde la guerra civil que se desató desde la muerte del líder Muamar Gadafi durante la revolución de 2011.
Al encuentro asistieron la ministra de Exteriores, Najla Mangush, el jefe de los servicios de Inteligencia libio, Husein al Aeb.
No han trascendido detalles de la reunión con Haftar, confirmada por múltiples fuentes al periódico Asharq al Awsat y al portal Libya Update, y una demostración de la importancia que todavía ostenta el mariscal, alineado con las autoridades asentadas en el este de Libia, y que ordenó en 2019 una ofensiva contra Trípoli tras meses de tensiones entre dos administraciones enfrentadas.
La operación militar fue finalmente repelida gracias al apoyo de Turquía al gobierno reconocido internacionalmente, tras lo que se puso en marcha un proceso de unificación que recibió un duro varapalo tras el aplazamiento de las presidenciales.
La visita de Burns a Libia también tiene lugar después de la extradición por sorpresa a Estados Unidos el presunto fabricante de la bomba que destruyó en 1988 un avión de Pan Am con 270 personas a bordo sobre la localidad escocesa de Lockerbie, una maniobra que despertó las críticas de la oposición al gobierno de Dbeibé al que consideran, dado el aplazamiento electoral, incapacitado para tomar tal clase de decisiones.