Entre 500 y 600 mujeres, en su mayoría niñas, todavía son víctimas de esta práctica centenaria
MADRID, 1 Feb. (Por Plan Internacional) -
El término kamalari se asocia con las mujeres del pueblo Tharu, perteneciente a la población indígena de Nepal, cuyo trabajo es servir como amas de casa en condiciones similares a la esclavitud. Los padres de las kamalaris venden a sus hijas a familias ricas, a menudo propietarios de tierras o miembros de una casta superior, para paliar sus dificultades económicas.
Las kamalaris son víctimas de un antiguo sistema cuya raíz es el trabajo como pago de deudas, una lacra que ha impactado las vidas de los Tharus, que habitan las llanuras de Terai (en el suroeste de Nepal) desde el siglo XVII.
Los trabajadores agrícolas recibían un préstamo del terrateniente con el fin de asegurar sus ingresos, pues su situación era muy precaria. Para compensarlo, tenían que trabajar en sus tierras y entregarle la mayor parte de sus ingresos. Como sus salarios eran demasiado bajos, se veían obligados a menudo a pedir al propietario del terreno más dinero prestado para sobrevivir. La deuda pasaba de generación en generación.
Las viejas estructuras se sistematizaron entre los años 50 y 70, cuando la malaria fue erradicada de Terai y otros grupos étnicos más allá de los Tharus comenzaron a poblar la región. Dado que estos no tenían documentos oficiales que les acreditaran como propietarios de la tierra, otros grupos aprovecharon para adjudicársela como propia.
La mayoría de los Tharus terminó con deudas derivadas de la mano de obra (se les conoce como kamaiya). Como parte del sistema, las hijas de las familias kamaiya tuvieron que empezar a trabajar como amas de casa en las casas de los terratenientes, lo que dio origen a las kamalaris.
Foto: PLAN INTERNACIONAL/ MEERI KOUTANIEMI
EVOLUCIÓN DEL PROBLEMA
El Gobierno de Nepal declaró ilegal la esclavitud derivada de las deudas personales en 2000, y dos años más tarde anuló las deudas de los trabajadores kamaiya con una ley independiente (Prohibición del Trabajo Kamaiya, Ley de 2002). Los afectados recibieron pequeñas parcelas de tierras de cultivo en compensación, y se les ofrecieron nuevos hogares.
El sistema kamaiya ha desaparecido en su mayor parte, aunque la actuación del Gobierno ha sido criticada como insuficiente. Para muchos, el problema kamalaris se mantiene en un punto muerto, y muchas mujeres continúan aún trabajando en pésimas condiciones. La mayoría de ellas termina desempeñando su labor durante varios años, y las más demandadas son las niñas de entre 8 y 12 años.
Las familias de kamalaris suelen recibir el equivalente a unas pocas decenas de euros anuales por este servicio, mientras que las chicas no reciben nada. Su cometido es realizar las tareas del hogar: limpieza, lavar los platos y lavar la ropa, cocinar, ir de compras, cuidar a los niños de la familia, a los animales en el hogar y trabajar en la granja.
OBJETO DE VIOLENCIA Y PRIVADAS DE SUS DERECHOS
En muchos casos son sometidas a violencia psicológica, física y sexual. Además, se les despoja de sus derechos básicos como el derecho a la educación, la protección y una infancia segura. La mayoría de ellas sufren de soledad y falta de seguridad.
Plan Nepal y muchas otras organizaciones han luchado mucho para erradicar esta práctica. En 2006, más de 12.000 kamalaris trabajaban en Nepal. Los esfuerzos de estas organizaciones ha tenido éxito, ya que se ha conseguido reducir el número actual de kamalaris a una cifra de entre 500 y 600.
Para prevenirlo, Plan Nepal se ha centrado en evitar que las familias envíen a sus hijas a realizar este servicio y liberar a las kamalaris que actualmente lo siguen desarrollando. En cooperación con organizaciones locales, ha creado grupos de jóvenes y comités de protección de menores.
Se ha informado a las comunidades y familias acerca de los derechos fundamentales de los niños, la protección infantil, la ilegalidad de este sistema y las consecuencias que tiene el trabajo kamalari en el bienestar y desarrollo de una niña.
Además, Plan ofrece apoyo a los ingresos, microcréditos y educación complementaria para las familias para que se comprometan a no enviar a sus hijas a las casas de los terratenientes. Estos esfuerzos han contribuido a un cambio de mentalidad y ahora la mayoría de Tharus están en contra de esta tradición.
Foto: PLAN INTERNACIONAL/ MEERI KOUTANIEMI
4.000 NIÑAS LIBERADAS
Plan Nepal ha liberado a casi 4.000 niñas kamalari de su esclavizante trabajo. La gran mayoría han podido regresar a sus hogares con el apoyo de las organizaciones de ayuda. Algunas han necesitado un nuevo hogar, ya sea porque no tienen familiares o parientes que las acojan o porque volver a casa les haría toparse con la pobreza o problemas psicosociales.
Para estas jóvenes, Plan ha habilitado lugares de acogida donde las antiguas kamalaris reciben atención y apoyo, y se les facilita acudir a la escuela con seguridad, con el fin de ayudarlas a formarse y lograr un futuro empleo. Estas instalaciones reciben el nombre de Lawa Juni (Vida Nueva).
Plan las apoya con trabajo social, educación, microcréditos, asistencia jurídica y estipendios. La educación juega un papel clave en el futuro de estas niñas. Por lo tanto, el objetivo Plan es proporcionar al menos una educación primaria para las kamalaris liberadas.
CONSECUENCIAS DEL SERVICIO
Las exkamalaris no se desempeñan generalmente tan bien en la escuela como sus compañeros. La experiencia traumática sufrida provoca que tengan una larga brecha en sus estudios. Sus condiciones de vida suelen ser muy pobres y sus comunidades no reconocen necesariamente la importancia de la escolarización.
Además, en algunas familias hay problemas psicosociales añadidos como la violencia y el abuso de sustancias. Afortunadamente, la odisea de las kamalaris también ha deparado finales felices y sorprendentes. Algunas jóvenes se han centrado en su educación y han logrado resultados brillantes. Por otra parte, gracias a la información, hoy es más habitual que las familias Tharu opten por educar a sus niñas.
Las antiguas kamalaris han impulsado una entidad a la que han llamado "Foro para la libertad de las niñas kamalaris", que es apoyada por Plan y que hace campaña por su liberación, trabaja para dar difusión a este problema, ejerce presión sobre aquellos que aún utilizan a las kamalaris para que cumplan la ley y proporciona soporte para las kamalaris liberadas. Su líder es Urmila Chaudhary, que trabajó como kamalari durante 12 años desde que contaba seis años de edad.
Foto: PLAN INTERNACIONAL/ MEERI KOUTANIEMI
TESTIMONIOS
Anita Chaudhary tenía 14 años cuando se convirtió en kamalari, algo que también le ocurrió a sus dos hermanas. "Lloré y me sentí abandonada", recuerda. "No pasó mucho tiempo hasta que el abuso verbal comenzó", añade, ya que, según explica, para el hombre para el que trabajaba "no era suficiente" todo lo que hacía.
"No me estaba permitido salir ni hacer amigos (...) estaba deprimida porque no tenía libertad. Así es la esclavitud", recuerda. Después de que su hermana mayor, enviada a Katmandú como kamalari huyera, "mi padre entendió lo que sus hijas estaban sufriendo y decidió sacarnos a todas de la servidumbre costase lo que costase". Habían pasado tres años.
Su historia es parecida a la de Subas Rani Chaudhary, quien se convirtió en kalamari con 16 años y a la que no le daban ni siquiera zapatos ni ropa de abrigo. "Trabajaba en el campo descalza y tiritando de frío", explica. "Cuando Plan me liberó de la esclavitud, fue el mejor momento de mi vida", confiesa, entre otras cosas porque después de ello "pude volver a la escuela".
Subas participa en un taller de fotografía de Plan y asegura que su objetivo es "usar mis habilidades como fotógrafa para rescatar a otras kamalaris yendo a lugares donde todavía trabajan, fotografiarlas en su trabajo y publicar los nombres de sus amos. Exponerlos a la opinión pública forzará a las familias de acogida a devolver a las kamalaris a sus hogares".