MADRID, 24 Jul. (EUROPA PRESS) -
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha declarado en su discurso anual sobre el Estado de la Nación este lunes que a los rebeldes maoístas del Nuevo Ejército del Pueblo (NPA, por sus siglas en inglés), brazo armado del Partido Comunista de Filipinas (CPP), son enemigos del Estado, y ha advertido que "la lucha será incansable e implacable", según ha informado la prensa local.
El Gobierno de Filipinas canceló el miércoles las conversaciones de paz con los rebeldes maoístas, cuya celebración estaba prevista para el pasado fin de semana en Países Bajos, después del ataque perpetrado contra la Guardia Presidencial de Filipinas en un puesto de control en la localidad de Arakan, situada en la isla de Mindanao (sur), en el que murió un miembro del cuerpo y resultaron heridos otros seis.
"Hay una selva ahí afuera, hay bestias por ahí atacando a los inocentes, a los indefensos", ha dicho Duterte, quien ha criticado a los rebeldes por recaudar "impuestos revolucionarios" en empresas y a los ciudadanos.
Según el jefe del Estado Mayor de Filipinas, Eduardo Ano, unos documentos obtenidos por el Ejército muestran que los líderes rebeldes maoístas ordenaron intensificar los ataques tras imponerse la ley marcial en Mindanao el 23 de mayo, después de que miembros del Grupo Maute --vinculado a Estado Islámico-- se hicieran con el control de parte de la localidad de Marawi. Duterte ha prorrogado hasta final de año la ley marcial, lo que ha provocado que la tensión se intensifique.
"Si hay anarquía voy a ordenar a la Policía que dispare, incluso si tengo que enterrar a miles de filipinos", ha dicho Duterte. "O tenemos leyes en este país o no las tenemos", ha explicado el presidente, quien ha asegurado que reforzaría la legislación contra la anarquía.
"UN EJÉRCITO FUERTE"
Duterte ha declarado que durante los próximos dos años construirá un Ejército con el que podrá luchar en todo los frentes. La intención del presidente es reclutar entre 35.000 y 40.000 nuevos soldados así como comprar aviones de combate y 'drones' con la intención de combatir a los rebeldes comunistas e islámicos.
Duterte ha sostenido que las amenazas con respecto a la seguridad han aumentado en Filipinas y ha dicho que los militares necesitan más tropas y equipos más modernos para enfrentar esos desafíos. "La situación de hoy requiere un Ejército fuerte", ha dicho. "Construiré una fuerza armada que pueda luchar en todos los frentes y en todas partes", ha prometido.
El presidente, que ha admitido que se han cometido fallos por parte de los servicios de Inteligencia en Marawi, ha asegurado que está preparado para retomar el control de la ciudad y ha recordado la importancia de asegurar la protección de los civiles.
"OJO POR OJO, DIENTE POR DIENTE"
Por otra parte, Duterte ha prometido continuar la guerra contra las drogas en el país y ha pedido al Congreso que apruebe la pena de muerte en delitos relacionados con las drogas, insistiendo en que un criminal que quita una vida debe pagar con la suya propia.
El presidente, que ha dicho que ninguna crítica o presión internacional lo van a disuadir, ha dicho que "en Filipinas, ojo por ojo, diente por diente". "Si quitas una vida, pagas con la vida", ha explicado Duterte, quien ha dicho que no cree en la reinserción de los criminales.
La guerra contra las drogas de Duterte está marcada por las graves discrepancias entre el Gobierno y las asociaciones civiles sobre la eficacia de la iniciativa emprendida por el polémico mandatario, que se ha cobrado hasta el momento en torno 9.000 muertos, según datos las ONG, muchos bajo circunstancias sospechosas.