MANILA 31 Ago. (Reuters/EP) -
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha declarado este miércoles que está dispuesto a discutir todo tipo de asuntos con el presidente norteamericano, Barack Obama, cuando se reúnan en Laos la semana que viene, pero ha apuntado que Obama debe escucharle a él primero antes de criticar a Filipinas por violaciones de los Derechos Humanos.
Washington ha expresado en varias ocasiones su preocupación por la escalada de ejecuciones por narcotráfico que se han producido desde que Duterte llegó al poder hace dos meses, gracias a que una de sus promesas electorales fue eliminar el tráfico de drogas en el país.
Cuando los periodistas le han preguntado este miércoles que si estaría dispuesto a hablar de Derechos Humanos con el presidente estadounidense en la cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), que se celebrará el 6 de septiembre en Laos, Duterte ha contestado: "depende de a qué nivel".
"Deben entender el problema antes de que comencemos a hablar de Derechos Humanos. Voy a insistir, escúcheme a mí antes: este es el problema. Ahora podemos hablar", ha declarado el líder filipino.
En un comunicado, el ministro de Asuntos Exteriores filipino ha dicho que la reunión será una gran oportunidad para el presidente de "comunicar su lucha para mejorar la paz y el orden en el país, especialmente para erradicar la plaga de drogas ilegales".
De acuerdo con un informe policial publicado este martes, el número de muertes a causa de la guerra contra el narcotráfico es de unas 2.000 personas, en su mayoría a manos de agentes de Policía durante redadas de las fuerzas de seguridad.
Duterte se ha mostrado firme ante las críticas internacionales sobre sus políticas de represión para luchar contra las drogas. Hace pocas semanas, tuvo un enfrentamiento sobre este asunto con el embajador estadounidense en Filipinas, al que expulsó de una reunión y llamó "hijo de puta gay".
La Casa Blanca ha anunciado a través de un comunicado que durante su encuentro con Duterte, Obama planea expresarle su preocupación por los recientes abusos a los Derechos Humanos que ha autorizado el Gobierno filipino.
No obstante, desde Washington han apuntado que hay muchos más temas que ambos líderes políticos deben abordar, como la tensión existente entre varios países del sureste asiático por el Mar de China Meridional.