MANILA 28 Sep. (Reuters/EP) -
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha suavizado su discurso respecto a Estados Unidos y se ha referido este jueves al país como un aliado importante, considerando "agua pasada" su actitud crítica con la potencia.
Duterte ha realizado los comentarios en un discurso durante el 116º aniversario de la batalla librada en Balangiga, una de las más sangrientas del conflicto entre Filipinas y Estados Unidos, donde los estadounidenses mataron a 39 filipinos como represalia por la ejecución de 48 soldados a manos de los rebeldes.
La cautela en las palabras del presidente ha llegado después de que el Ministerio de Exteriores estadounidense le notificase que debía moderar su lenguaje y evitar los insultos, una propuesta que Duterte ha prometido cumplir "si se pone sensible".
El presidente filipino ha asegurado que tiene palabras positivas para el Ejército de Estados Unidos, al que ha amenazado constantemente con romper vínculos, por considerar que es poco efectivo y lo ha acusado de convertir a Filipinas en un objetivo potencial de conflicto.
"No diré que son nuestros salvadores, pero sí reconozco que son nuestros aliados y nos han ayudado. Incluso hoy han provisto de equipos esenciales a nuestros soldados desplegados en Marawi para combatir el terrorismo", ha añadido, haciendo referencia a la ciudad donde milicianos islamistas se refugian desde hace cuatro meses.
Desde que Donald Trump ha reemplazado a Barack Obama en la Presidencia estadounidense, los ataques de Duterte contra Estados Unidos han disminuido, aunque el filipino ha asegurado que nunca va a pisar el país y así la semana pasada no acudió a la Asamblea General de Naciones Unidas convocada en Nueva York.
Duterte ya mostró tintes de cambio en agosto cuando recibió de una forma cercana al secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, y se refirió a él como un "humilde amigo" de Estados Unidos.
Algunos críticos han defendido que el cambio de discurso de Duterte responde a un intento del presidente por evitar las críticas por la guerra contra las drogas que ha desencadenado en el país y ya contabiliza miles de muertos.
El ministro de Exteriores filipino, Alan Peter Cayetano, que se reunió con Tillerson en Washington el miércoles, aseguró que Filipinas estaba listo para recibir observadores externos con el fin de revisar el tratamiento de los Derechos Humanos en la guerra contra las drogas. "Queremos dejar claro que no tenemos nada que esconder y que estamos preparados para trabajar con expertos u observadores independientes y justos", manifestó Cayetano.