MANILA 14 Nov. (Reuters/EP) -
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha sugerido este lunes de que no tendrá contemplaciones en materia de Derechos Humanos si se instalan en su páis milicianos de Estado Islámico que ahora se encuentran Siria y en Irak.
El presidente filipino ha señalado que en la provincia meridional de Mindanao, la cual ha descrito como un "hervidero de rebeldes", ya hay varios grupos armados que podrían radicalizarse con la influencia de yihadistas extranjeros pertenecientes a Estado Islámico, lo que aumentaría en gran medida la situación de inseguridad del país.
"Una vez que los terroristas de Oriente Próximo se queden sin territorio, sin un área donde dormir...comenzarán a deambular por otros países y vendrán aquí y necesitamos prepararnos para eso", ha dicho este lunes el presidente filipino durante un discurso ante las fuerzas de seguridad filipinas.
"Recordad, estos tíos no tienen ni una pizca de lo que son Derechos Humanos, creedme. No pienso permitir que mi pueblo sea masacrada por el bien de los Derechos Humanos, eso es una gilipollez", ha apuntado el mandatario. La comunidad internacional lleva meses criticando a Duterte por las violaciones y abusos de los Derechos Humanos cometidos en el marco de la guerra contra las drogas, que ha acabado con la vida de miles de personas, entre supuestos traficantes y consumidores de estupefacientes.
Duterte, que fue alcalde de la ciudad de Dávao durante más de 22 años, ha señalado que la disidencia armada en la región de Mindanao es "muy potente" y que los milicianos de Abú Sayyaf, que ha jurado lealtad a Estado Islámico, llevan meses capturando a personas para exigir un rescate a cambio de no ejecutarlas.
Abú Sayyaf retiene a día de hoy a 21 rehenes, en su inmensa mayoría extranjeros. A pesar de que el Gobierno filipino ha lanzado una importante ofensiva militar para acabar con el grupo terrorista, los milicianos continúan perpetrando ataques y secuestros. Duterte ha asegurado que su Gobierno está trabajando codo con codo con los de Indonesia y Malasia para mantener a los milicianos extranjeros fuera de sus territorios.