MADRID 13 Oct. (EUROPA PRESS) -
El Gobierno de Estados Unidos ha expresado este miércoles su preocupación por el "impacto potencial" de la decisión de Etiopía de declarar el estado de emergencia durante seis meses en respuesta a las protestas de la comunidad oromo.
El portavoz del Departamento de Estado estadounidense, John Kirby, ha recordado que esta decisión implica una mayor limitación de la libertad de expresión, la prohibición de las reuniones públicas y la imposición de toques de queda.
"Esta declaración, si es aplicada de esa manera, consagraría el tipo de respuesta que ha fracasado a la hora de mejorar la crisis política actual", ha advertido.
Así, ha destacado que "el pluralismo político y el respeto por las libertades fundamentales son esenciales para dar respuesta a las reclamaciones legítimas de los manifestantes y de otros etíopes".
Por ello, Kirby ha pedido al Gobierno que respete la libertad de expresión y asociación y que libere a los detenidos "por ejercer pacíficamente estos derechos".
"Arrestar y silenciar a las voces críticas e independientes es una derrota y llevará a una mayor polarización, lo que hará más difícil encontrar una solución aceptable para todos los etíopes", ha argumentado.
Kirby ha hecho también un llamamiento al fin de la violencia en el país, al tiempo que ha resaltado que "el diálogo pacífico es el camino para la resolución de las reformas que necesita Etiopía".
Más de 1.000 integrantes de la comunidad Oromo han muerto en las regiones de Oromia y Amhara en los últimos 11 meses, durante los que han sido objeto del acoso sistemático de las fuerzas de seguridad, según denuncian ONG como Human Rights Watch.
Las protestas comenzaron tras la publicación de un informe de HRW sobre la situación en el país, lo que a su vez provocó una respuesta violenta de la Policía.
La semana pasada, al menos 55 personas murieron en una estampida en la región de Oromiya provocada por el lanzamiento de gas lacrimógeno y tiros al aire por parte de la Policía para reprimir una manifestación crítica con el Gobierno durante una ceremonia religiosa multitudinaria de la tribu Oromo. Tras la matanza, grupos de manifestantes violentos destruyeron decenas de vehículos.