SAN LUIS TALPA (EL SALVADOR), 28 (Reuters/EP)
Las autoridades estadounidenses han deportado a un total de 439 salvadoreños en la primera semana desde que tomó posesión Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Han sido cinco vuelos federales los que han llegado a El Salvador.
Muchas de las personas obligadas a tomar estos aviones están decididas a volver a intentar entrar en Estados Unidos, pero otras temen un endurecimiento de las medidas contra los inmigrantes.
La cifra es similar al promedio semanal de 2016, cuando fueron deportadas un total de 21,340 personas vía aérea, casi un 10 por ciento más que el año previo, según cifras oficiales de migración del país centroamericano.
José Soto llegó el viernes a El Salvador en un vuelo con otros 110 deportados de Estados Unidos pero piensa volver de inmediato para reunirse con su familia, sin que le importen el muro fronterizo o la mano dura contra la inmigración que promete Trump.
Soto, un técnico de aire acondicionado de 33 años, ha relatado a Reuters que es la segunda vez que lo expulsan de Estados Unidos, país al que llegó siendo un niño cuando se fue con sus padres dejando atrás el departamento de Morazán, en el noreste de El Salvador.
El muro "no nos va a parar de seguir tratando de pasar la frontera. Mientras tenga vida y fuerza lo voy a seguir intentando hasta que entre otra vez", ha argumentado Soto, quien ya no tiene familia en El Salvador y teme ser víctima de las pandillas por sus tatuajes.
El expresidente Barack Obama alcanzó un récord de deportaciones en sus dos mandatos consecutivos (2009-2016) con la expulsión de casi tres millones de indocumentados del país, lo que le valió el apodo de "el Deportador en Jefe". Pero ahora muchos temen que la nueva administración de Trump endurezca aún más las condiciones para los irregulares, tras firmar esta semana decretos para ampliar el muro de la frontera y presionar a las llamadas "ciudades santuario" que no permiten redadas contra los inmigrantes.
EMIGRAR A PESAR DEL MURO
Actualmente, Estados Unidos deporta en varios vuelos semanales a cientos de centroamericanos como Soto que huyen de la violencia y la pobreza tras ser detenidos por agentes de inmigración.
"Donald Trump va a hacer su muro, pero igual es inevitable la inmigración. Toda la vida va a emigrar gente, es un país de inmigrantes", ha apuntado Milton Campos, un conductor de 28 años que emigró hace seis años a Estados Unidos por las amenazas de las maras.
Se estima que en Estados Unidos residen y trabajan unos 2,8 millones de salvadoreños que se han convertido en un pilar de la economía de sus familias y de la nación. Los envíos de sus remesas marcaron un récord en el 2016: casi 4,576 millones de dólares, un 17 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país centroamericano.
Sin embargo, no todos están convencidos de embarcarse de nuevo en la travesía al norte, ahora que Trump ostenta la presidencia. Germán Cuéllar, de 27 años, fue capturado por agentes migratorios estadounidenses tras cruzar el río Bravo y asegura que la mala experiencia en los centros de detención lo convenció de no querer regresar a Estados Unidos ilegalmente.
"Lo pensaría dos veces para irme. No está fácil cruzar al otro lado, más con las leyes que ha puesto el nuevo presidente, se va a poner más difícil", ha advertido Cuéllar, quien intentará retomar su empleo como agente de seguridad en uno de los países con más homicidios en el mundo.