NUEVA YORK, 18 Sep. (EUROPA PRESS) -
Los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Australia han instado a la líder de Birmania, Aung San Suu Kyi, a detener la ofensiva de las fuerzas de seguridad en la región Rajine, que ha obligado a huir a cientos de miles de rohingyas hacia Bangladesh.
"La gente sigue en peligro y puede ser atacada o morir. La ayuda humanitaria no llega a quienes la necesita y hay civiles inocentes que siguen huyendo a través de la frontera de Bangladesh", ha denunciado la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley.
Parecida postura ha mostrado el ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Yves le Drian. "Esperamos que la señora Aung Sang Suu Kyi dé mañana un discurso potente en esta dirección", ha afirmado en declaraciones a la prensa.
También el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, se ha implicado y ha presidido una reunión ministerial para abordar la crisis de los rohingyas aprovechando la sesión anual de la Asamblea General de la ONU. En el encuentro han participado Canadá, Dinamarca, Turquía, Australia, Indonesia, Suecia, Estados Unidos y la UE.
"Estamos intentando ponernos de acuerdo en que, número uno, las muertes tienen que cesar y la violencia tiene que cesar. Y esperamos que que no solo el Ejército, sino también Daw Suu lo cumplan", ha afirmado Johnson en declaraciones a Reuters antes del encuentro, en referencia a Aung San Suu Kyi.
Tras la cita, Johnson ha reconocido los "importantes avances" hacia la democratización de los últimos años en Birmania, pero ha denunciado "terribles abusos contra los Derechos Humanos en Rajine" que "han mancillado la reputación del país". "Es vital que Aung San Suu Kyi y el Gobierno civil dejen claro que estos abusos deben cesar", ha apostillado.
Más de 410.000 refugiados rohingyas han cruzado la frontera hacia Bangladesh desde el 25 de agosto por la ola de violencia que comenzó con una serie de ataques de milicianos rohingyas contra las fuerzas de seguridad birmanas y una contraofensiva militar que ha dejado al menos 400 muertos. Esta operación ha sido denunciada por la ONU como "limpieza étnica".
Los rohingya son una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en Rajine. Son más de un millón de personas, pero el Gobierno birmano no les reconoce como ciudadanos porque considera que son descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh.