WASHINGTON, 6 May. (EUROPA PRESS) -
Estados Unidos suspendió una operación contra el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, que se iba a desarrollar en 2007 en la región afgana de Tora Bora, cerca de la frontera con Pakistán, por miedo a que hubiera un elevado número de bajas civiles. El saudí pensaba reunirse allí con otros terroristas para planear una ola de atentados suicidas contra Estados Unidos y Europa.
A principios de 2007, la Inteligencia estadounidense había conseguido recabar la información suficiente --obtenida en interrogatorios a más de un centenar de insurgentes y miembros de Al Qaeda-- como para dar por segura la celebración de una especie de congreso de terroristas, que iba a contar con la presencia de Bin Laden.
Al parecer, el objetivo de esta reunión en Tora Bora era planear la comisión de una cadena de atentados suicidas contra Estados Unidos y Europa, en un intento por reproducir el terror generado con los ataques del 11-S contra el World Trade Center de Nueva York.
"La amenaza era viable. El área era un refugio de líderes, mandos medios y meros soldados. Era un centro de control. Ellos iban allí a continuar con la lucha en Afganistán, pero también a planear un ataque espectacular fuera", ha dicho un militar estadounidense.
"Pensábamos que teníamos al 'número uno' al otro lado de la frontera. Era la mejor información de Inteligencia que teníamos sobre él en mucho tiempo", ha dicho otro militar estadounidense, que participó en esta misión.
La información parecía tan fiable que hasta el presidente afgano, Hamid Karzai, invitó a su palacio de Kabul a varios funcionarios estadounidenses para proponerles una acción militar conjunta de gran envergadura.
A partir de este momento, los altos mandos norteamericanos comenzaron a preparar esta misión. Estaba previsto un importante despliegue de medios con media docena de bombarderos B-2, decenas de aviones de combate preparados para disparar misiles dirigidos y un amplio sistema de artillería sobre el terreno.
En julio de ese mismo año, cuando iba a celebrarse dicha reunión, el último estudio de la información recabada planteaba dudas sobre la asistencia de Bin Laden, así como dificultades a la hora de individualizar los objetivos y separarlos de la población. A pesar de ello, Estados Unidos dio luz verde al operativo.
El mismo día de la intervención, cuando los B-2 se dirigían ya hacia las montañas de Tora Bora, el almirante William J. Fallon ordenó su repliegue a una base secreta del océano Índico, preocupado por las bajas civiles. "Se dio carpetazo al asunto, así de simple. No había precisión en los objetivos, no había forma de separar a los líderes de Al Qaeda de la población", ha dicho otro uniformado.
Sin embargo, sí se llevó a cabo un pequeño bombardeo sobre esta región, en una zona mucho más acotada, que acabó con la vida de algunos insurgentes. Tras esta incursión se confirmó que Bin Laden no estaba en el lugar. "Lo que pensábamos que estaba pasando, no había pasado y nadie sabe por qué", ha reconocido un ex funcionario norteamericano.
El relato de esta misión aparece recogido en el libro 'Contraataque: la historia no contada de la campaña secreta contra Al Qaeda', que se publicará el próximo mes de agosto. El texto, al que ha tenido acceso 'The New York Times', se basa en las entrevistas realizadas a ex funcionarios de la administración de George W. Bush, bajo condición de anonimato.