MADRID, 20 Jul. (EUROPA PRESS) -
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado este miércoles el estado de emergencia en todo el territorio nacional, tras el intento de golpe de Estado lanzado el pasado viernes.
"Hemos decidido declarar el estado de emergencia durante tres meses", ha dicho en una comparecencia pública, después la reunión de casi cinco horas que ha mantenido con el Gabinete de Seguridad y Defensa, según informa la prensa turca.
El objetivo de esta declaratoria --ha explicado-- "es dar de la forma más eficaz y rápida los pasos necesarios para eliminar la amenaza a la democracia y el Estado de Derecho y a los derechos y las libertades fundamentales" en Turquía.
En alusión a las posibles "amenazas", el líder turco ha explicado que, aunque el mando de las Fuerzas Armadas ya responde plenamente al Gobierno, todavía es necesario erradicar "el virus" golpista del estamento militar.
Horas antes, en una entrevista concedida a Al Yazira, Erdogan ha alertado de que podría producirse otra intentona golpista y, en consecuencia, ha avanzado que la purga en las instituciones --donde ya han sido detenidos y suspendidos miles de trabajadores-- continuará.
El estado de emergencia, que entrará en vigor una vez publicado en la gaceta oficial, permitirá a Erdogan y el Gobierno sortear el filtro parlamentario para la elaboración de leyes y limitar o suspender derechos y libertades.
La competencia del Poder Ejecutivo para ignorar al Parlamento cobra especial relevancia en este contexto, cuando Erdogan ha propuesto restaurar la pena de muerte para aplicarla incluso con carácter retroactivo a los golpistas.
El mismo Erdogan ha explicado a Al Yazira que, dado que Turquía es un sistema parlamentario, en circunstancias normales la decisión de recuperar la pena capital es exclusiva de la sede legislativa y sus poderes presidenciales se limitan a ratificar lo que ésta envíe.
Erdogan ha hecho hincapié que el estado de emergencia es una de las medidas previstas por la Constitución turca para situaciones extraordinarias como la que vive la nación euroasiática, por lo que --se ha adelantado-- los países europeos "no pueden criticarla".