MADRID, 20 May. (Por María Herranz, técnica de Proyectos para África Oriental de World Vision) -
Los derechos de los refugiados en Uganda están entre los más inclusivos del mundo: tienen libertad de movimiento, derecho a documentación y acceso a los servicios sociales. El Gobierno invierte en su protección, gestión e integración social. Ha destinado tierras para que los refugiados se asienten y cultiven y están incluidos en los planes nacionales de desarrollo.
En sus fronteras, República Democrática del Congo y Sudán del Sur, países incluidos entre los diez más pobres del mundo que soportan prolongados conflictos. Como resultado, Uganda acoge hoy a más de 1,1 millones de refugiados y más de 1,5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria.
Bidibidi, el campamento que visito junto con mis compañeros de World Vision Uganda, está situado junto a la frontera de Sudán del Sur. Comenzó a formarse en 2016 con población sudanesa que huía de la guerra civil que comenzó en su país a finales de 2013. Hoy en día la población del asentamiento sobrepasa los 260.000 habitantes.
La violencia contra los niños y el abuso sexual de mujeres y niñas son un reto para estas comunidades. Durante las fases de evaluación previas a la intervención humanitaria, destacó el alarmante índice de embarazos en adolescentes debido a violaciones y los matrimonios precoces. Se detectaron 270 niñas ya madres o embarazadas. El 91% de los casos son fruto de violaciones. La razón de los matrimonios precoces deriva de las normas tradicionales y sociales, los desequilibrios de poder, la pobreza y los prejuicios contra la educación de las niñas.
Además, la pandemia de COVID-19 y los consecuentes cierres de colegios y Centros de Cuidado Infantil, han empeorado significativamente el contexto en el que viven los menores. Han aparecido también nuevos factores de estrés para los padres y cuidadores, que han tenido que buscar nuevas opciones de cuidado infantil o renunciar a su trabajo para atenderlos. Los niños y adolescentes se han visto expuestos a un mayor riesgo de violencia, se ha adelantado la iniciación sexual, el embarazo adolescente y el matrimonio infantil.
El objetivo principal del proyecto que visitamos es mejorar la protección y asistencia a niños y adolescentes víctimas de violencia en el asentamiento de refugiados, destacando la situación de niñas y mujeres. Se ha trabajado en la búsqueda de dos resultados claves:
- Mejorar los conocimientos sobre la prevención de la violencia y la respuesta a los abusos sexuales, haciéndolo el entorno más seguro para los niños y adolescentes.
- Mayor capacidad de autosuficiencia y empoderamiento económico de los niños vulnerables.
La implantación del proyecto que visitamos ha sido posible gracias a la cofinanciación de la Comunidad de Madrid y las oficinas de World Vision España y Uganda.
Se han creado grupos de apoyo, sensibilización y denuncia contra la violencia. Se han formado 260 agentes de cambio y sensibilización, que actúan en sus comunidades para frenar el embarazo adolescente y la violencia sexual y preparado a 360 miembros del Comité de Protección de la Infancia y trabajadores sociales en técnicas de prevención y respuesta a la violencia sexual y otras formas de violencia infantil.
Como instrumento fundamental para la desaparición de la violencia se trata de empoderar a las posibles víctimas, mujeres y adolescentes. Para ello se ha impartido formación profesional a 200 jóvenes, en su mayoría madres adolescentes. Todos ellos han recibido una Certificación de Formación Profesional por parte del Ministerio de Educación de Uganda y los materiales necesarios para iniciar sus propios negocios.
Favour, de 17 años, terminó su Formación en Costura e inmediatamente después empezó su actividad profesional. Compra telas y materiales nuevos habitualmente con los beneficios de su propio trabajo y es capaz de hacer frente a los pedidos de sus clientes con sus propios recursos. Mientras nos muestra su trabajo tiene a su bebé de 14 meses junto a ella. La niña, que está acurrucada en su espalda, está muy quieta y lloriquea. Su madre nos cuenta que tiene malaria y necesita más atención que de costumbre. Favour llegó con su familia al asentamiento cuando era muy pequeña y antes de participar en el programa de formación no tenía ninguna perspectiva provisional accesible. Hoy en día se mantiene ella misma y a su bebé con los ingresos de su taller.
Conocemos a Kennedy, de 17 años, que asistió a la formación de barbería en la fase inicial del proyecto. En el momento de nuestra visita está atendiendo a un cliente y una mamá con su hijo esperan para ser atendidos. Nos explica que con los beneficios obtenidos ha podido comprar más material (maquinilla eléctrica, panel solar, espejos, toallas...) para abrir otra barbería en otra zona del asentamiento y la atienden otros dos jóvenes a los que él mismo ha formado. También él llegó como refugiado siendo un niño y hasta hacía un año no tenía formación de ningún tipo.
Encontramos a Henry en una de las calles principales de la Zona 3 acompañado de otros mecánicos. Recibió formación hace un año. Nos explica que en esa calle se agrupan los talleres de reparación de motos y es donde más trabajo hay.
Inicialmente se había instalado en otra área donde no tenía éxito y decidió trasladarse. Desde entonces, trabaja a diario y los ingresos que genera con su profesión son suficientes para mantenerse. Henry ha formado un Grupo de Ahorro con otros compañeros mecánicos donde unen sus esfuerzos económicos para hacerse préstamos entre ellos, que les permitan seguir trabajando.
Mis compañeros me llevan a conocer a Harriet y Christofer. Harriet es una de las jóvenes que ha participado en los grupos de sensibilización y desde el inicio ha podido prestar su ayuda a niños con necesidad de orientación frente a situaciones de violencia. Otros jóvenes como ella que han recibido la formación se agrupan bajo la figura de un mentor. El mentor se elige de manera espontánea entre los miembros de la comunidad que suscitan mayor respeto y reconocimiento.
Christofer es uno de ellos. Ambos son muy jóvenes. Aunque se muestran tímidos durante nuestra visita, son un referente de apoyo y asistencia para muchos otros.
Durante mi última jornada tuvo lugar la fiesta de la graduación de los jóvenes del último año del proyecto donde se les hizo entrega del material necesario para el inicio de sus negocios. Los estudiantes recogieron su diploma y las familias y amigos lo celebraron con orgullo y sobre todo con esperanza.
En todo momento, la llegada del coche de World Vision es motivo de entusiasmo y congrega a gente a nuestro alrededor. Familias, jóvenes madres, niños dejan sus actividades para saludar a mis compañeros por su nombre. Es imposible para un visitante no apreciar el valor de esa relación de complicidad basada en la entrega y el afecto mutuos. Las personas que encontramos son extremadamente tímidas y pocas consiguen transmitir con palabras su agradecimiento, pero todos quieren estrechar manos e intercambiar miradas. Todos ofrecen un asiento, una sombra, para simplemente estar y agradecer. La necesidad de mostrar la alegría a pesar de la timidez, nos regalaron momentos con mucha carga emotiva.