Los milicianos libios recomiendan extraer lecciones del modélico sistema defensivo usado por los yihadistas en Sirte
SIRTE, 23 Oct. (Reuters/EP) -
Estado Islámico se encuentra atrincherado en un kilómetro cuadrado de terreno de la localidad libia de Sirte, donde está a punto de culminar más de un año de ofensiva combinada de las fuerzas libias y estadounidenses. El último reducto yihadista es un laberinto de túneles, barricadas de frigoríficos repletos de arena, coches bomba y francotiradores, una estrategia defensiva merecedora de estudio de cara a la batalla final que ha comenzado en su bastión de Irak, Mosul.
Sirte cayó en manos de Estado Islámico conforme los yihadistas comenzaron a beneficiarse de las guerras intestinas entre las facciones de Libia, un país sumido en el caos absoluto desde la muerte de Gadafi precisamente en esta ciudad. Los esfuerzos de Naciones Unidas para reconciliar a las facciones que una vez colaboraron para acabar con el sátrapa han resultado ineficaces.
Finalmente, hace seis meses, las brigadas de la cercana ciudad de Misrata comenzaron su campaña contra Estado Islámico en el momento en el que se dieron cuenta de la amenaza directa que representaban para la ciudad. Las brigadas pagaron cara su ofensiva unilateral: más de 500 de sus combatientes han muerto desde entonces, la mayoría por fuego de francotirador.
Sin embargo, paulatinamente consiguieron su objetivo, el de rodear puntos estratégicos de la periferia de la ciudad, limitando el margen de maniobra de Estado Islámico, que según perdía terreno comenzó a variar sus tácticas, pasando de las operaciones de barrido territorial a acciones esporádicas tan rápidas como violentas, con una especial predilección por los atentados con bomba.
La incorporación el pasado mes de agosto de Estados Unidos al combate supuso un aliciente esencial para estas brigadas, que empezaron a acompañar sus ataques con apoyo de aviones no tripulados norteamericanos y equipos de Fuerzas Especiales occidentales desplegados en las zonas periféricas.
"Cada fase del combate es hija de sus propias circunstancias", explica el portavoz de las fuerzas progubernamentales, Mohammad Ghasri, quien se ha mostrado convencido sin embargo de que la caída de Estado Islámico en Libia es inminente.
BAJO TIERRA
El ejercicio de trincheras de los yihadistas, sin embargo, ha sido impecable. Según los guerrilleros libios, Estado Islámico ha desarrollado un complejo sistema de túneles con epicentro en el salón de conferencias Uagadugú, unas instalaciones empleadas en su día para acoger cumbres de líderes africanos.
Estado Islámico ha ido desarrollando estos túneles conforme los ataques aéreos de Estados Unidos fueron obligándoles a retroceder al centro de la ciudad, con barrios residenciales más densamente poblados, y uno de los puntos más difíciles de conquistar. A finales de agosto, sin ir más lejos, 35 miembros de las brigadas de Misrata habían muerto intentando tomar unos pocos cientos metros de terreno en el barrio Número Uno, cerca de la costa.
Ahora, Estado Islámico está atrapado. Los yihadistas están de espaldas al mar mientras las fuerzas de Misrata les rodean desde posiciones elevadas en el Barrio 600 y la zona de Ghiza Bahriya, según los testigos.
PAREDES REFORZADAS
En su huída, los milicianos yihadistas dejan pisos francos modificados específicamente para aguantar en la medida de lo posible los bombardeos norteamericanos. Los pisos están repletos de frigoríficos, lavadoras y hornos rellenos de arena colocados estratégicamente detrás de los muros más débiles, mientras reservan los cimientos del edificio para la construcción de búnkeres.
Los yihadistas han levantado incluso hospitales improvisados y su propio sistema de señales con grafitis que indican la ruta de huída más rápida desde casi todas las posiciones defensivas que se pueden adoptar en cada piso. Pisos repletos de trampas: granadas de fragmentación, cinturones explosivos activados o coches bomba en garajes.
Se desconoce todavía cuántos yihadistas quedan en la ciudad. Al principio de la campaña había al menos 600, pero su número se ha reducido sustancialmente -- de hecho se sospecha que la mayor parte de sus comandantes consiguieron escapar antes de que terminara la operación para rodear la ciudad --. En comparación, entre 3.500 y 5.000 esperan a las fuerzas iraquíes en Mosul.
El hecho de que sean pocos no les hace menos peligrosos, concluyen los milicianos libios. La flexibilidad estratégica de Estado Islámico les permite reconvertirse en una guerrilla a tiempo completo, capacitada para perpetrar ataques múltiples con coches bomba o artefactos explosivos en carreteras como el sucedido esta semana a las afueras de la ciudad, prueba de que la batalla solo terminará cuando ese kilómetro cuadrado acabe bajo control definiivo de las milicias libias.