MADRID, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -
El grupo terrorista Estado Islámico ha reivindicado este martes el ataque registrado el jueves pasado contra una base militar en el oeste de Níger próxima a la frontera con Malí en el que murieron 89 soldados del país africano.
En un comunicado, Estado Islámico en África Occidental (ISWA), la filial que opera en el lago Chad y que en los últimos tiempos ha venido reivindicando los ataques en el área de actuación de Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), ha asegurado que los "soldados del califato" mataron a 100 militares.
El grupo terrorista ha confirmado que tras el asalto inicial sobre la base de Chinagoder, en la región de Tillaberi, estallaron enfrentamientos que duraron "horas" y durante los que sus milicianos emplearon "armas ligeras, medianas y pesadas".
Según Estado Islámico, sus combatientes no solo mataron e hirieron a soldados nigerinos, sino que también destruyeron vehículos y se incautaron de armamento y munición.
El atentado es ya el más mortífero hasta la fecha registrado en Níger, superando los 71 militares fallecidos el pasado diciembre en otro asalto contra una base en Inates, en la misma región. En ambos ataques se empleó el mismo modus operandi, cortando las comunicaciones para evitar el envío de refuerzos, si bien en este último caso se consiguió dar la alerta por radio y rápidamente intervinieron la aviación nigerina, la francesa y drones estadounidenses.
Níger ha sido escenario de un repunte de la violencia yihadista, especialmente en la zona del lago Chad --la región de Diffa-- y en la frontera con Burkina Faso y Malí --Tillaberi y Tahoua--, donde están activos varios grupos yihadistas, entre ellos las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico.
Naciones Unidas alertó la semana pasada de un incremento "sin precedentes" de la violencia terrorista en África Occidental en el Sahel y detalló que al menos 4.000 personas murieron en 2019 en ataques en Burkina Faso, Malí y Níger.
La cifra supone un "aumento devastador" respecto a los 770 muertos de 2016 y los 1.800 registrados en 2018, tal y como destacó el enviado de Naciones Unidas a África Occidental, Mohamed Ibn Chambas, en una comparecencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU.