WASHINGTON, 11 Nov. (EDIZIONES) -
Estados Unidos honra cada 11 de noviembre a sus veteranos. Cerca de 20 millones de personas que se han convertido en una categoría social propia no solo por los servicios prestados sino, sobre todo, por las secuelas que les han dejado y que deben afrontar ya desde la vida civil.
Woodrow Wilson fue quien señaló en el calendario estadounidense el 11 de noviembre, pero para conmemorar el final de la Primera Guerra Mundial. No fue hasta 1954, con Dwight Eisenhower en la Casa Blanca, cuando se convirtió en el Día del Veterano.
Actualmente, Estados Unidos cuenta con cerca de 20 millones de veteranos, una cifra que ha ido descendiendo en el último lustro desde el pico de casi 22 millones de ex militares que había al principio de la década en curso.
Del total, la gran mayoría (unos 6,4 millones) combatieron en la Guerra de Vietnam, la que ha requerido un mayor esfuerzo bélico por parte de Estados Unidos en su historia reciente y cuyo fracaso ha marcado las porteriores intervenciones militares de la gran potencia.
Del resto, unos 2,2 millones de veteranos sirvieron en la Guerra del Golfo; 1,8 en la llamada 'guerra contra el terror' iniciada por George W. Bush a raíz del 11-S y aún en marcha, 1,7 millones en Corea y un millón en la Segunda Guerra Mundial.
Entre todos destaca un pequeño grupo de supervivientes, alrededor de 36.400 veteranos, que lucharon en las filas norteamericanas en las grandes batallas del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam y la Guerra de Corea.
Si bien la mayoría de los veterenos son varones mayores de 65 años (9,4 millones), el perfil ha ido cambiando en los últimos tiempos conforme a la evolución social. Así, también hay 1,6 millones de mujeres y 1,7 millones menores de 35 años.
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VUELTA A LA VIDA CIVIL
Los veteranos representan un 13 por ciento de la población estadounidense, una cifra modesta que no refleja el fuerte arraigo de los ex combatientes en una sociedad donde uno de cada cuatro ciudadanos ha servido alguna vez en las Fuerzas Armadas.
Tras abandonar la vida castrense, la mayoría consigue recuperar su rutina civil con trabajos que les proporcionan unos ingresos medios anuales de 37.000 dólares, principalmente como gestores o en la producción, según el portal Statista.
Sin embargo, en un 60 por ciento de los casos lidian con el síndrome de estrés postraumático, mientras que solo el cinco por ciento se enfrenta a lesiones mayores, como amputaciones. En el caso de la Guerra de Irak, el 30 por ciento de los veteranos necesita ciudados constantes.
Los cuidados proceden sobre todo del núcleo familiar, principalmente de las esposas (70 por ciento), aunque el Gobierno, a través de un Departamento específico --el segundo con mayor presupuesto después del Pentágono-- colabora con numerosos subsidios.