La capital cubana vive un simbólico hito en la 'hoja de ruta' que los dos países iniciaron en diciembre
MADRID, 14 Ago. (Ediziones) -
La Embajada de Estados Unidos en La Habana abrirá este viernes sus puertas por primera vez en 54 años, culminando así el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, el primer hito del esperado proceso de reconciliación entre dos polos regionales.
Otrora un muerto viviente de la Guerra Fría en América Latina, ahora el edificio de siete pisos que se levanta frente al malecón de La Habana luce engalanado para celebrar su primera fiesta en más de medio siglo: la del fin del deshielo.
El secretario de Estado, John Kerry, hará una fugaz visita a la isla caribeña para izar la bandera estadounidense y con la intención de "hablar muy directamente" con su par cubano "sobre una especie de plan general para una normalización verdadera y plena.
De esta forma, Kerry pondrá fin a un proceso que comenzó en abril, en vísperas de la histórica Cumbre de las Américas de Panamá, cuando el presidente estadounidense, Barack Obama, anunció su intención de sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Su exclusión de esta 'lista negra' --donde fue incluida en 1962 por su apoyo a ETA y a las guerrillera latinoamericanas-- era una de las principales exigencias del régimen de Raúl Castro para abrir de nuevo las embajadas.
El 29 de mayo Cuba abandonaba esta odiosa denominación y se daba así un impulso definitivo al restablecimiento de los vínculos bilaterales cuyo primer resultado tangible llegaría el 20 de julio con la apertura de la Embajada en Washington.
"Culmina una primera etapa del diálogo bilateral y se abre paso al complejo y seguramente largo proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales", proclamó entonces el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez.
EL FIN DE UNA ERA
La Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana ha sido durante décadas el símbolo del enfrentamiento político entre dos formas radicalmente opuestas de entender el hemisferio sur del continente americano.
La Embajada se erigió en 1953 para trabajar estrechamente con el Gobierno de Fulgencio Bastista y tras el triunfo de la Revolución Cubana consiguió sobrevivir unos años hasta que echó el cierre en 1961, poco antes del fracaso de Bahía Cochinos.
En 1977 reanudó su actividad como Sección de Intereses en un eufemismo que el 'castrismo' ha señalado como auténtica filial de la CIA en suelo cubano, afirmando que entre sus paredes se han urdido hasta 600 planes para acabar con Fidel Castro.
Durante todos estos años la mole de piedra ha sido escenario de intrigas al más puro estilo 'hollywoodiense'. "No éramos un nido de espías, de ninguna manera, pero algunas personas trabajaban para Inteligencia", confesó Wayne Smith, un ex diplomático estadounidense.
El último incidente tuvo lugar durante la Presidencia de George W. Bush, cuando Estados Unidos decidió emitir continuamente mensajes de contenido político a través de unos carteles luminosos instalados en la fachada de las plantas superiores.
En su réplica, el régimen comunista ordenó instalar hileras e hileras de mástiles con la bandera de Cuba con la altura suficiente para tapar los SMS de la Casa Blanca y movilizó a sus bases para que protagonizaran manifestaciones continuas a sus puertas.
HACIA LA NORMALIZACIÓN
Este viernes, Washington y La Habana esperan poner fin a los juegos de espías del último medio siglo e iniciar una senda inexplorada para ellos que va más allá del izado de banderas y de las ceremonias solemnes y que consiste en mantener las embajadas abiertas.
Estados Unidos ya ha adelantado que su intención es que su sede en La Habana funcione al mismo nivel que las embajadas que tiene repartidas con todo el mundo, lo que incluye mantener contactos regulares con todos los actores políticos del país.
Esta agenda inquieta a Cuba que, sin embargo, ha accedido a tolerar este tipo de reuniones, siempre y cuando no supongan "una injerencia en asuntos que solo corresponden a la exclusiva soberanía de los cubanos", según dijo Rodríguez.
Lo cierto es que el 'castrismo' ya soporta los habituales encuentros entre miembros de la oposición y diplomáticos de todo el mundo, sobre todo de países europeos que prestan sus embajadas para que los cubanos puedan conectarse al exterior.
CAMINO POR RECORRER
La apertura de las embajadas es, no obstante, la primera zancada en la 'hoja de ruta' que ambos países se han fijado para encarrilar el histórico diálogo que comenzaron el 17 de diciembre.
La principal exigencia de Estados Unidos es que haya una mejora sustancial en la situación de los Derechos Humanos en Cuba, para lo cual las delegaciones técnicas ya han iniciado los contactos, aunque sin ningún resultado concreto.
La oposición cubana --ya rendida ante la evidencia del acercamiento bilateral-- reclama a Washington que no haga más concesiones a los Castro hasta que haya avances claros en materia de libertades y derechos fundamentales.
Éste ha sido siempre uno de los temas más espinosos. Kerry no tenía previsto reunirse con opositores cubanos en su breve visita a La Habana, pero finalmente lo hará, entre otras cosas, por la presión ejercida por el Congreso donde el republicano Marco Rubio ha amenazado con bloquear el nombramiento del nuevo embajador.
La otra 'bestia negra' de este diálogo es el fin del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto a Cuba en 1960, que Obama se ha mostrado dispuesto a derogar pero para lo cual necesitará la connivencia de un Congreso dominado por los republicanos.
Por delante quedan también otras reivindicaciones históricas de Cuba como la devolución de la base militar que Estados Unidos tiene en la bahía de Guantánamo, si bien la Casa Blanca ya ha adelantado que no está en sus planes.
La política migratoria de 'pies mojados-pies secos' con la que Estados Unidos ha alentado a los cubanos a abandonar la perla del Caribe en estos años es igualmente otra de las cuestiones a debatir en los próximos meses.
Así, Estados Unidos y Cuba tienen por delante un largo recorrido que apenas comienza con la inauguración de las embajadas y que se prevé espinoso por lo arraigado del conflicto y la multitud de temas a dirimir para garantizar una amistad duradera.