Una de cada tres mujeres sufre en algún momento de su vida violencia física o sexual
La violencia contra las mujeres cuesta cada año 1,5 billones de dólares, un 2 por ciento del PIB mundial
MADRID, 25 Nov. (EUROPA PRESS) -
Sobrevivir a la violencia machista es solo el principio del viaje. Por este motivo, la ONU quiere aprovechar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre) para llamar a combatir el "estigma" que va asociado a las víctimas y que no suele acompañar en la misma medida al agresor, como queda de manifiesto en distintos casos y circunstancias.
Un tercio de las mujeres sufre alguna forma de violencia física o sexual a lo largo de su vida, si bien no todas ellas pueden romper la barrera del silencio y, cuando lo hacen, no siempre tienen al otro lado a alguien que las escuche, las comprenda y no las juzgue por situaciones de las que ellas no tienen ninguna culpa.
"El miedo a represalias, los efectos de que los demás no les crean y el estigma que soporta la superviviente --pero no el agresor-- han silenciado las voces de millones de supervivientes de la violencia y han desvirtuado la dimensión real del horror continuo que sufren las mujeres", ha advertido la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka.
La responsable de dicha agencia, que ha centrado su mensaje de este año en amplificar las voces de las mujeres, ha celebrado que los últimos movimientos sociales hayan transformado el "aislamiento" en "sororidad". "Gracias a esta acción, se exigen responsabilidades a los agresores y se expone la prevalencia de la violencia ejercida en un espectro que incluye desde la alta dirección hasta la planta de producción", ha explicado Mlambo-Ngcuka.
La directora de ONU Mujeres también ha suscrito un comunicado conjunto con la directora ejecutiva del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), Henrietta Fore, el administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Achim Steiner, y la directora ejecutiva del Fondo de la Población (UNFPA), Natalia Kanem, para apelar a la "solidaridad" con las supervivientes.
Así, aunque han admitido que el año pasado fue "extraordinario" en términos de concienciación mundial, con campañas virales y manifestaciones masivas como la del #MeToo o #YoTambién, han recordado que es necesario "intensificar los esfuerzos y encontrar soluciones y medidas para frenar esta lacra prevenible". Alcanzar resultados, han señalado, "es el mejor tributo a las supervivientes".
Para ello, han recordado que combatir la violencia contra las mujeres no es sólo una obligación moral, sino también el enfoque más rentable en términos económicos. Así, han apuntado que hay estudios que cifran el coste de la violencia en 1,5 billones de dólares, equivalente al 2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.
CUANDO LA PAREJA ES EL ENEMIGO
La violencia más extrema deriva en feminicidio, un asesinato en el que la víctima pierde la vida por su condición de mujer. Un grupo de relatores de Naciones Unidas especializados en Derechos Humanos ha denunciado esta semana que se trata de una "pandemia" global y han llamado a tomar medidas a nivel legislativo y social.
La ONU estima que, en el 80 por ciento de los asesinatos perpetrados por parejas o exparejas, la víctima es una mujer, mientras que se calcula que el 38 por ciento de los asesinatos de mujeres son obra de compañeros sentimentales de la víctima.
El movimiento #NiUnaMenos pretende poner el foco en esta variable, sobre la que no existen datos en todas las partes del mundo. Las estadísticas sí sitúan a América Latina y el Caribe como una de las regiones más peligrosas, como lo evidencia un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que cifra en unas 2.800 las víctimas solo en esta zona.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha subrayado que "la violencia contra las mujeres y las niñas en todas sus formas es la manifestación de una profunda falta de respeto, la incapacidad de los hombres para reconocer la inherente igualdad y dignidad de las mujeres".
VIOLACIÓN Y MATRIMONIO INFANTIL
Los abusos sexuales entran también en la variable de la violencia machista, especialmente en zonas de conflicto. En ocasiones pueden ser un arma de guerra en manos de grupos armados, ejércitos y milicias, pese a que el Derecho Internacional estipula obligaciones concretas en este sentido.
Habitantes del condado sursudanés de Yambio han reconocido a la ONG World Vision que la mayoría de las personas que habían sufrido en esta zona violencia sexual eran niñas. La mitad de las encuestadas sabía que había niños nacidos de violaciones y hay informes que demuestran que muchos de estos menores fueron intimidados, excluidos de la educación y separados de otros niños en la comunidad.
La violencia física y sexual, asociada en la mayoría de los casos al abandono de la educación, figuran igualmente entre las consecuencias del matrimonio infantil. Unos 700 millones de mujeres se han casado siendo niñas y 15 millones más contraen matrimonio cada año, sin capacidad por tanto para tomar decisiones sobre su propio futuro y a merced de tutores varones que deciden incluso sobre su maternidad.
"En muchas ocasiones estos matrimonios son fruto de la pobreza y las niñas se convierten en moneda de cambio entre familias, normalmente en una decisión que acuerdan el padre y el futuro marido", ha lamentado el director general de Save the Children España, Andrés Conde.
Jenneh, de 15 años, se vio obligada a casarse con solo once con el jefe de su poblado en Sierra Leona, un hombre de 60 años que mantenía a su vez a otra esposa. Ahora es madre de un hijo de cuatro años y, como otras adolescentes, ha dejado de ir a la escuela, expone Save the Children en un comunicado.
Ante esta lacra, son muchas las mujeres que como Salti Tudu, una joven india de 20 años, han tomado las riendas de su vida. Tudu lidera un grupo de mujeres activistas en el distrito de Kishanganj --estado de Bitar-- y recuerda en un texto publicado por ONU Mujeres que "para celebrar una boda se necesita gente", desde el sacerdote a los cocineros, pasando por los invitados que quieren "dar la enhorabuena a los recién casados".
El grupo de Tudu contacta tanto con la familia de la menor que va a contraer matrimonio como con vecinos del pueblo a los que no dudan explicar las consecuencias de la boda en ciernes y, a veces, su trabajo marca la diferencia. Tudu recuerda el caso de una menor que quería estudiar y que estaba a punto de contraer matrimonio: "Salvé una vida de la destrucción".