MADRID, 17 Oct. (Paula San Pedro, responsable de incidencia en acción humanitaria de Oxfam Intermón) -
Este jueves se volvieron a reunir los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea para discutir, entre otros temas, la peliaguda cuestión de la migración. Desde que empezaron esta ronda de negociaciones hace unos meses en Bruselas se repite la misma dinámica. Mucha rapidez para decidir que no entren más personas refugiadas y migrantes pero cero acuerdos para dar una respuesta responsable y solidaria a quienes llegan a nuestras fronteras pidiendo asilo y ayuda.
Esta última reunión no ha sido distinta pero empieza a tomar maticesrealmente preocupantes y todo indica que esta es la estrategia que van amantener en los meses venideros. El plan que se acordó con Turquía es un quid pro quo: Turquía asegura que pone las medidas para cerrar su frontera y con ello Europa le concede 3.000 millones de euros, y a cambio la UE permite entrada sin visa a los 75 millones de turcos y volver a retomar las negociaciones sobre la posible entrada de Turquía a la Unión Europea.
La UE se ha vuelto a retratar (si es que a alguno nos quedaba algún resquicio de duda o pensábamos que aún había esperanza). Los gobernantes europeos van a poner todos sus esfuerzos en que otros hagan su juego sucio: acordarán con países (como ahora con Turquía) la externalización de las fronteras, condicionarán la ayuda al control fronterizo, los acuerdos comerciales se los llevarán los países que pongan mayores medidas restrictivas en el movimiento de personas. En otras palabras, pagarán a otros para evitar que nadie pise suelo europeo.
Si proyectamos esta estrategia política en el futuro, es fácil preguntarse hasta dónde serán capaces de llevarla adelante. Pienso en toda esa gente que por una razón u otra decide tomar la valiente decisión de huir de su país, poner en riesgo su vida (y la de los suyos) para llegar a esta "milla de oro" que se supone que es Europa y, al final del camino, solo encuentra un continente que sigue poniendo vallas y alicatando muros para preservar su santuario. ¡Qué gran desamparo se debe de sentir cuando ves que no tienes cabida en ningún lugar!
Lo peor de todo es que la UE no solo tiene el deber de acoger a la gente que llega. Además tiene la capacidad de hacerlo. En lo que va de año, las personas que han llegado a Europa representan un 0,01 por ciento del total de la población europea. Realmente ¿no podemos acogerlos?