Banderas de la Unión Europea junto a la sede de la Comisión Europea en Bruselas
YVES HERMAN / REUTERS
Actualizado: domingo, 20 septiembre 2015 8:29

MADRID, 20 Sep. (Adrián Vázquez y Dídac Gutiérrez-Peris, miembros del Grupo Con Copia a Europa, CC/Europa) -

Durante las décadas en las que el proyecto europeo ha ido creciendo e integrando nuevos miembros y nuevos ciudadanos, uno de los grandes malentendidos entre el concepto europeísta y las personas que lo integran ha sido la carencia de narrativas que hayan permitido apropiarse del proyecto de integración. La paz ha sido una narrativa a la altura de las ambiciones de las sociedades europeas, pero está agotada. Las nuevas generaciones a lo largo y ancho del continente, a través de viajes, amistades y proyectos profesionales, están haciendo brotar una nueva narrativa que será la base de las futuras generaciones europeas: Europa como movilidad, movilidad como oportunidad.

La libre circulación es el instrumento para que estas generaciones que ya han nacido en el marco de la Unión Europea y que dan por asumidos fines como la paz sientan que Europa sigue aportando valor en su día a día. Así lo confirman algunos de los últimos eurobarómetros. Preguntados por los efectos positivos de la movilidad intra-europea, las dos respuestas que siempre están a la cabeza son una mayor integración entre estados, y una mejora de las oportunidades profesionales.

¿Cómo sentirse partícipe pues de un proyecto que debería ser liderado, antes que nada, por la ciudadanía y, en concreto, por los jóvenes? El futuro de la Unión no pasa sólo por Tratados de estabilidad fiscal ni por el colegio de Comisarios: pasa por las oportunidades de avanzar en procesos de socialización que permitan a ciudadanos europeos, diferentes y diversos, aprender sobre sus diferencias y sus proyectos en común. Ensimismados por la urgencia política no deberíamos pasar por alto programas que impactarán toda una generación, y en particular las novedades que empezarán a aplicarse a partir de 2015 mediante el llamado 'Erasmus+'.

Erasmus+ es el programa de la UE para 2014-2021 en el ámbito de 4 áreas: Educación, Formación, Juventud y Deporte. Se basa básicamente en apoyar las acciones de cooperación entre estados miembros de la UE en estas 4 áreas. En particular, favorece todas aquellas iniciativas que promuevan la movilidad internacional, el desarrollo de capacidades, el multilingüismo y el dialogo entre países.

El presupuesto hasta 2020 es de 14.774 millones de euros, lo que supone un incremento del 40%. La diferencia es que Erasmus+ pretende ir más allá de la experiencia del pasado, enfocada sobre todo a la educación superior, mediante la nueva promoción de sinergias entre diferentes ámbitos, por ejemplo a través de prácticas profesionales para adultos (Programa Grundtvig), o intercambios en el marco de la formación profesional (Programa Leonardo da Vinci).

10.000 PLAZAS EN ESPAÑA

El nuevo programa ofrecerá ayudas para la movilidad a más de 10.000 españoles, y las ayudas están fijadas entre 250 euros y 500 euros por beca al mes. Una mejora --aunque en parte insuficiente--, ya que antes los erasmus españoles recibían 215 euros en total.

El Erasmus Student Network (ESN) seleccionó en 2014 a estudiantes de cada uno de los países miembros que habían estudiado en el extranjero en 2012-2013 con una beca Erasmus. La inmensa mayoría de estos estudiantes validan la experiencia, pero sobre todo, empiezan a auto-definir su 'europeidad' en función de la movilidad con la que han crecido. Podríamos decir que la palabra "Erasmus" se ha convertido hoy en el DNI de la ciudadanía europea, a falta de tener uno común entre todos. Hoy la UE --y el concepto mismo de ciudadanía Europea-- afronta la crisis más profunda de su historia política, institucional y económica. Por eso necesita la voz de quienes han crecido con ella.

La historia nos enseña que el concepto del europeísmo nace de una experiencia muy similar a los intercambios profesionales que en la actualidad amplia el programa Eramus+. No nos es difícil imaginar la ambición que tuvieron los padres fundadores de la Unión queriendo compartir, e integrar, la riqueza cultural, política y social que representa el proyecto europeo.

Uno de ellos, el francés Jean Monnet, cuenta en sus memorias que con solo 17 años su padre, un vendedor de Cognac, decidió darle el encargo de ir a vender el producto familiar a los países vecinos. La experiencia vivida y que describe Monnet es la misma que la que describen los estudiantes de Erasmus.

Cambia el decorado, pero no la conclusión. Es difícil de explicar, pero aprender a vivir con la diferencia es un aprendizaje que solo se aprende viviéndolo. Ver el mundo bajo otro ángulo, el principio mismo del cosmopolitismo, será cada vez más la exigencia de una generación que ha crecido en libertad y que ha hecho del acceso al conocimiento su seña distintiva. Erasmus+ será pues una de las batallas de la nueva generación que formarán las nuevas generaciones de europeos (y europeístas): al fin y al cabo, más movilidad es también mejor Europa.

Erasmo tenía el sueño de una humanidad unida por las raíces culturales comunes, trascendiendo las fronteras entre las naciones y transformando la diversidad en factor de enriquecimiento en lugar de división. Hoy en día, más de medio milenio más tarde, seria oportuno preguntarse si hemos aprendido algo y realmente fuimos capaces de convertir este sueño en realidad.

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