El mandatario llegó al poder en 2005 y sumió al país en una grave crisis por su decisión de optar a un tercer mandato en 2015
MADRID, 9 (EUROPA PRESS)
El presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, ha fallecido tras sufrir un infarto, según ha anunciado este martes el Gobierno del país africano en un comunicado.
El mandatario, de 55 años, falleció de un infarto el lunes en un hospital de la ciudad de Karusi, en el este del país. Nkurunziza debía pasar el testigo el próximo mes de agosto a su delfín, el general Evariste Ndayishimiye, ganador de las recientes elecciones presidenciales, tras ocupar el puesto desde 2005.
"El Gobierno de Burundi anuncia con gran tristeza (...) el repentino fallecimiento de Pierre Nkurunziza, presidente de Burundi, ocurrido en el hospital de Cincuentenario de Karuzi tras un paro cardíaco", ha indicado el Ejecutivo, precisando que el mandatario se sintió mal la noche del sábado al domingo por lo que fue trasladado inmediatamente al hospital.
Según la versión de los hechos ofrecida por el Gobierno, el domingo "su estado de salud mejoró y habló con las personas que estaban a su lado". "Sorprendentemente, antes del mediodía del lunes 8 de junio su estado de salud cambió bruscamente con un paro cardíaco", ha añadido.
A pesar de la "reanimación inmediata" y que se le puso bajo "asistencia cardiorrespiratoria", "el equipo médico no pudo recuperar al paciente". Los diarios belgas 'Le Soir' y 'La Libre' habían adelantado este martes que el presidente estaba hospitalizado en Kasuri y que su estado era grave, especulando con que pudiera tener COVID-19 igual que su mujer, ingresada desde finales de mayo en un hospital en Nairobi, según informó la prensa keniana.
Así las cosas, el Gobierno burundés ha trasladado sus "condolencias" tanto a la familia como a los ciudadanos, a los que ha llamado a "mantener la calma y la serenidad y acompañar" a Nkurunziza "con muchas oraciones". Además, ha anunciado un luto nacional de siete días a partir de este martes durante el que las banderas ondearán a media asta.
15 AÑOS AL FRENTE DEL PAÍS
Hijo de padre hutu y madre tutsi en una región en la que la etnia es muy importante, Nkurunziza luchó en las filas del Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD), uno de los grupos rebeldes hutu que lucharon contra el Gobierno durante la guerra civil que estalló en 1993.
En 2001 tomó las riendas del grupo armado e inició un proceso de cese de hostilidades, desmovilización e inserción en la vida política en virtud de los acuerdos de paz de Arusha de 2000, que sentaron las bases para un Gobierno de transición, al que Nkurunziza se sumó como ministro de Buena Gobernanza en 2003.
Finalmente, en 2005, fue elegido presidente del país por la Asamblea Nacional con amplia mayoría gracias al buen resultado alcanzado por su partido y procedió a formar un Gobierno de unidad según lo estipulado por los acuerdos de paz. En 2010 fue reelegido con más del 90 por ciento de los votos, ya que la oposición optó por boicotear la cita con las urnas.
Pero sin duda, el punto de inflexión en su presidencia fue su decisión de optar a un tercer mandato en 2015. La oposición denunció inmediatamente que con ello violaba el acuerdo de paz alcanzado para poner fin a la guerra civil pero, tras un fallido golpe de Estado y con el aval del Tribunal Constitucional, el presidente logró revalidar su cargo en las urnas, desatando con ello una ola de violencia con epicentro en la entonces capital, Buyumbura, que se cobró al menos 450 vidas, de acuerdo con organizaciones de defensa de los Derechos Humanos.
Nkurunziza afirmó en 2018 que no volvería a presentarse a la reelección tras la aprobación de una nueva Constitución que prolongaba los mandatos de cinco a siete años. El cambio constitucional ponía a cero el contador de mandatos para Nkurunziza, lo que teóricamente abría la vía a buscar la reelección en 2020 y de nuevo en 2027.
Sin embargo, finalmente decidió pasar el testigo a Ndayishimiye, quien ha sido elegido en las elecciones del 20 de mayo con el 68 por ciento de los votos. Muchos en Burundi sospechaban que el presidente electo iba a ser una marioneta en manos de Nkurunziza, a quien se había reservado el nuevo cargo de "guía supremo del patriotismo nacional" además de una mansión de lujo y un millón de francos burundeses (algo más de 477.000 euros) cuando dejara el cargo.
HISTORIAL DE ABUSOS DE LOS DERECHOS HUMANOS
El difunto mandatario ha sido objeto de duras críticas por parte tanto de la ONU como de los grupos de defensa de los Derechos Humanos en los últimos años, en general por la represión contra la oposición.
El pasado septiembre, una comisión de investigación de Naciones Unidas sostuvo que el mandatario era personalmente responsable de graves violaciones de los Derechos Humanos en el país africano. Entre los abusos documentados durante tres años de investigación figuraban "ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, arrestos y detenciones arbitrarias, actos de tortura y violencia sexual".
La misión denunció además violaciones e intimidaciones contra los opositores al Gobierno, al tiempo que alertó de que "la definición sobre quién es un opositor político se ha convertido en extremadamente amplia" en Burundi. Los atropellos contra la oposición también han sido denunciados en las semanas previas a la última cita con las urnas.