MADRID, 21 Nov. (EUROPA PRESS) -
Unos 34.000 nuevos desplazados por la violencia intercomunitaria, de los grupos islamistas y de las fuerzas gubernamentales en el centro y el norte de Malí corren el riesgo de morir de hambre ante la incapacidad de las ONG de ofrecerles ayuda debido a que ya han agotado sus fondos, ha alertado este miércoles el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
Según ha denunciado el NRC, estos nuevos desplazados no han recibido ayuda humanitaria pese a que las ONG tienen constancia de sus necesidades. La organización noruega ha explicado que ante el inesperado incremento del número de desplazados en Malí agotó sus fondos de respuesta de emergencia para el país africano el pasado septiembre y desde entonces no ha podido ofrecer ayuda a los nuevos desplazados.
"En lugar de ofrecer ayuda que salva vidas, estamos siendo testigos de madres forzadas a ver a sus hijos llorar de hambre, en riesgo de morir", ha lamentado el director del NRC en Malí, Hassane Hamadou. "Las madres nos están rogando comida y ayuda, y por ello nosotros, la comunidad humanitaria, estamos pidiendo a los actores internacionales que escuchen su llamamiento".
El NRC y sus socios en el Mecanismo de Respuesta Rápida, un sistema de alerta usado en conflictos y desplazamientos del que forman parte también entre otros Acción contra el Hambre (ACH) y el Comité Internacional de Rescate (IRC), están profundamente preocupados por la situación y reclaman una movilización rápida de los socios financieros ya que de lo contrario "miles de vidas podrían verse amenazadas".
Según ha explicado la ONG, casi 70.000 personas se han visto desplazadas por la violencia y la inseguridad solo en los dos últimos meses, lo que eleva a 120.000 los desplazados desde principios de 2018. La mayoría de estos desplazamientos se han producido en Segou, Mopti, Tombuctú, Gao y Ménaka.
"Más de un tercio de los que huyen de la violencia son madres con sus hijos, que se han quedado solas para apañárselas. Los hombres, temerosos de ser atacados por los grupos armados, a menudo se esconden en el bosque con casi nada para sobrevivir", ha explicado Hamadou.
"Mis hijos y yo llevamos viviendo debajo de este árbol desde hace más de un mes. Mis tres hijos están enfermos y hambrientos", ha contado al NRC una mujer desplazada de Ménaka. "Escapamos sin nada, lo único en que podíamos pensar era en sobrevivir", precisa. "Desde que estamos aquí, no tenemos nada para comer. Cuando mis hijos comienzan a llorar, corro para encontrar algunas semillas de mijo con las que poder alimentarles", explica.
Actualmente, unos 5,2 millones de personas necesitan asistencia humanitaria en Malí. Según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), las necesidades son las más elevadas desde que comenzó la crisis en 2012. De los 330 millones de dólares solicitados para este año solo se han recibido la mitad pese a las crecientes necesidades.